EL CÁNTARO
lunes, 29 de abril de 2024
EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 6º de Pascua. B 5 de mayo de 2024
AMAR COMO ÉL
“Este
es mi mandamiento:
que os améis unos a otros como yo os he amado”
(Jn 15,12)
1.
Vivimos en una época marcada por la
autosuficiencia y la libertad. ¿Cómo viven las personas de hoy la abundancia de
leyes, normas y preceptos que las abruman?
2.
¿En un mundo como este será posible
reconocer que los mandamientos del Señor no nos esclavizan, sino que nos
liberan?
3.
Hay algunos creyentes que consideran excesivos los
mandamientos de Dios. ¿Cómo entender y explicar que el
mandamiento de Jesús es el amor?
4.
Es posible que nunca se haya hablado
tanto del amor como en este tiempo. ¿Qué aporta el amor que pide Jesús a esos
amores que anhelamos y exigimos?
5.
Y si nos decidimos a amar a los demás,
¿qué criterios nos llevan a decidir a quién amar y a quién excluir de nuestro
amor?
6.
Jesús añade una clave importante para poder
evaluar nuestros amores. ¿Qué nos exige hoy el mandato de amar a los demás como
él nos amó?
7.
¿No sería este el momento adecuado para
examinar cómo he amado yo a los demás y por qué he dejado de amar a algunas
personas?
Jose-Román Flecha
REFLEXIÓN- Domingo 6º de Pascua B 5 de mayo de 2024
DON Y TAREA DEL AMOR
“Ahora comprendo con toda verdad que Dios no
hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la
justicia, sea de la nación que sea”. Una visión y una palabra del cielo han
llevado a Simón Pedro hasta la casa del centurión Cornelio (Hech 10,34-35).
Para sorpresa de los presentes, el
Espíritu Santo bajó sobre todos los que escuchaban la palabra del apóstol. El
mismo Pedro parece asombrado. Los procedentes del judaísmo se admiraron, al ver
que se repetía el fenómeno de Pentecostés también sobre los paganos.
Con razón, el salmo responsorial que
hoy se canta nos invita a proclamar que “el Señor revela a las naciones su
justicia” (Sal 97).
Evidentemente Dios es amor. “El que ama ha nacido de Dios”. Y el milagro no es que nosotros podamos y queramos amar a Dios. Lo verdaderamente admirable es que él se ha adelantado y nos ha amado, aun cuando nosotros no lo merecíamos (1 Jn 4,7-10).
PERMANECER EN EL AMOR
El tema del amor reaparece en el
evangelio que se proclama en este domingo sexto de Pascua (Jn 15,9-17). En él
continúa la alegoría de la vid y los sarmientos, que se leía en la eucaristía del
domingo pasado (Jn 15,1-8). Hoy se afirma
que el Padre celestial es la fuente de la vida que llega hasta los sarmientos
de la vid. Y él es el origen del amor.
• “Como el Padre me ha amado, así os he
amado yo”. En nuestra cultura se considera el amor como un sentimiento que nos
acerca a los demás o nos hace gozar de la simpatía de los otros. Pero antes de
ser una relación entre nosotros, es una revelación del amor que viene de Dios.
Jesús nos muestra el amor del Padre, al tiempo que nos demuestra su propio
amor.
• “Permaneced en mi amor”. Jesús menciona una y otra vez la vocación a “permanecer”. Es necesaria la unión de los sarmientos con la vid para poder dar fruto (Jn 15,4-7). Si Jesús permanece unido al Padre (Jn 15,10), puede exhortar a sus discípulos a permanecer unidos a él (Jn 15,9-10). Esa será la señal que ha de caracterizar al discípulo amado (Jn 21,22-23).
LOS CANALES DEL AMOR
Ahora bien, si el amor es un don
gratuito de Dios, para nosotros es también una vocación y una tarea
imprescindible. El amor no nace de nuestra iniciativa personal o grupal. Sin
embargo, nosotros somos los canales para que el amor de Dios llegue a nuestros
hermanos.
• “Esto os mando: que os améis unos a
otros”. Ese es el mandamiento que Jesús
dirige a sus discípulos. Los que estaban decididos a seguir a su Maestro, deberían
aprender la obediencia de la fe y también la obediencia del amor.
• “Esto os mando: que os améis unos a
otros”. Esa palabra de Jesús vale también
para la comunidad cristiana de todos los tiempos. No es la Iglesia la que hace
la caridad, sino que es la caridad de Dios la que funda y edifica la Iglesia.
• “Esto os mando: que os améis unos a
otros”. El amor no es un sentimiento ni una estrategia interesada. Jesús dice
que el amor mutuo es un mandato. No podemos amar tan solo a los que nos son
simpáticos. Jesús nos manda pasar el amor de Dios a todos los que Dios ama.
- Señor Jesús, tú nos has dicho que no hay mayor amor que entregar la vida por los demás. Y tú mismo has cumplido ese ideal. A lo largo de tu vida tú nos enseñaste a amar a los más débiles y necesitados. Y con tu muerte nos mostraste la verdad de tu misión y la sinceridad de tu compromiso. No permitas que olvidemos tu mandamiento. Amén.
José-Román Flecha Andrés
CADA DÍA SU AFÁN 4 de mayo de 2024
EL PRISIONERO Y EL
BALLESTERO La tradición nos ha
ido transmitiendo a lo largo de los siglos el anónimo romance del prisionero.
Un poema que parece evocar misterios de soledad y de fracaso. De hecho, se
abre con un “que”, como para introducirnos de golpe en los retazos de la
memoria de algún encarcelado: “Que por mayo era por
mayo”. Han pasado los fríos del
invierno y la primavera se viste de esperanza. El mes de mayo se convierte en
la metáfora de la paz, de la alegría, del resurgir de la vida y del embeleso
del amor. Los vegetales que reverdecen, los pájaros que cantan, trinan o
zurean y los humanos que sirven al amor sin servirse de él. Todos entonan su
sinfonía de gozosa novedad: “Que por mayo era por
mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos
en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los
enamorados van a servir al amor”. Sin embargo, el juego
de los sentidos corporales le ha quedado fatalmente restringido al rincón de
los recuerdos. Ese espectáculo de luz y sonido parece que solo puede ser evocado
por la memoria. Quien recuerda y sueña yace prisionero en una mazmorra a la
que ni siquiera llega un rayo de luz. Todos gozan, “sino yo, triste, cuitado, que vivo en esta
prisión”. Nuestros mayores bien sabían qué significa ser un “cuitado”,
aplastado por sus penas de modo que apenas se atreve a decir que vive. Su aislamiento no
permite al prisionero saber “cuándo es de día ni cuándo las noches son”. Pero si a la mazmorra no llega un rayo de
luz, llega por milagro el canto de un pajarito nombrado con agradecido afecto:
“sino por una avecilla, que me cantaba al albor”. Mientras el prisionero
adivina el lento discurrir del tiempo, el lector se esfuerza en imaginar la
miseria del lugar. Pero una mañana cualquiera, a la oscuridad
acompaña tan solo el silencio. Y a la vida del encadenado, la muerte provocada
por el cazador. El prisionero ya no vuelve a oír el canto de la avecilla que para
él anunciaba la alborada, que no el atardecer. “Matómela un ballestero; ¡déle
Dios mal galardón!”. Eso es todo, al parecer. Pero
la parábola persiste. Alguien ha supuesto que el romance fue creado por un
hombre libre que pretendía hacerse eco y denuncia del drama de la libertad
encadenada. El romance sería para siempre un grito desgarrado. Hoy la ballesta del cazador es
sustituida por drones y misiles. En romances de protesta, ha de resonar el
lamento de tantas víctimas que gimen por una libertad asesinada. Y el ruego a
Dios para que a la misericordia acompañe el galardón de la justicia. José-Román Flecha Andrés |
lunes, 22 de abril de 2024
EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 5º de Pascua. B 28 de abril de 2024
PERMANECER EN LA VID
“El
que permanece en mí y yo en el,
ese de fruto abundante”
(Jn 15,5)
1.
En este tiempo del cambio, es difícil la
permanencia en un lugar y en una relación. ¿Estamos decididos a mantener la
fidelidad a nuestra fe y a nuestra vocación?
2.
No basta con permanecer en un lugar.
Jesús habla de la necesidad de permanecer en él y permitirle a él permanecer en
nosotros. ¿Cómo entender esa doble permanencia?
3.
En nuestra cultura no es muy conocida la
imagen de la viña y de las parras, de los racimos y de las uvas. ¿Cómo traducir
hoy esa imagen evangélica?
4.
Isaías escribía que Israel era una viña que no dio el
fruto esperado. ¿Qué quiere decir Jesús al presentarse a sus discípulos como la
vid verdadera?
5.
Al presentarse como la vid verdadera, ¿no estará Jesús
denunciado a otras viñas y otras vides que tienen apariencia, pero no dan el
fruto esperado?
6.
Según Jesús, quien permanece unido a él dará fruto
abundante. ¿Cuál es el fruto que los discípulos de Jesús pueden ofrecer a este
mundo?
7. ¿Qué dificultades y que ayudas he percibido a lo largo de mi vida para permanecer unido o unida a Jesucristo como el sarmiento a la vid?
Jose-Román Flecha
REFLEXIÓN - Domingo 5º de Pascua B 28 de abril de 2024
LA VID Y LOS SARMIENTOS
“Llegado Pablo a Jerusalén, trataba de
juntarse con los discípulos, porque todos le tenían miedo, pues no se fiaban de
que fuera discípulo” (Hech 9,26). En el camino de Damasco el perseguidor fue
sorprendido por el Perseguido. Y al regresar a Jerusalén, Saulo dejaba
sorprendidos a los que él solía perseguir.
Jesús se fiaba de Saulo, pero los
discípulos de Jesús no se fiaban de aquel que ahora pretendía ser su discípulo.
Fue providencial que Bernabé lo presentara ante los apóstoles. Desde entonces, Saulo
podía predicar en la comunidad con celo realmente apostólico.
“El Señor es mi alabanza en la gran
asamblea”. Esas palabras del salmo 21 transmiten un eco de la misión de Saulo,
llamado Pablo. Pero reflejan también la vocación y la confesión de los que han
sido llamados por el Señor para anunciar su palabra.
De todas formas, a todos los discípulos del Señor se nos exhorta a creer en el nombre de Jesucristo y a amarnos unos a otros como él nos amó (1 Jn 3,18-24).
JESÚS Y EL PADRE
Esa doble exhortación de Jesús no es
fácil si contamos solamente con nuestras propias fuerzas. En las palabras que el
Maestro dirigió a sus discípulos en el contexto de la última cena lo expresó con
la hermosa alegoría de la vid y los sarmientos (Jn 15,1-8). Con ella, Jesús se
refería a su relación con el Padre y con sus discípulos. En ellas resumía su ser
y su tarea.
• “Yo soy la verdadera vid y mi Padre
es el labrador”. El profeta Isaías había comparado a Israel con una viña que,
plantada con amor y cuidada con esmero, no había producido los frutos esperados
(Is 5,1-7). Pero Jesús se presenta como la vid verdadera. El Padre lo ha
plantado y cuidado. Y él ha dado los buenos frutos que el Padre esperaba.
• “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”. Por otra parte, Jesús manifiesta estar unido a sus discípulos. Ellos son los sarmientos de esa vid. Sin los sarmientos la vid no entrega sus frutos. Los discípulos son necesarios para que Jesús pueda entregar su fruto a la humanidad. Pero el fruto no nace de los sarmientos, sino de la vid a la que están unidos.
JESÚS Y LOS DISCÍPULOS
Al recordar su relación con el Padre y
al referirse a sus discípulos, Jesús repite hasta siete veces el verbo
“permanecer”. La permanencia es absolutamente necesaria. Nadie puede dar fruto
si no permanece en Jesús y no permite a Jesús que permanezca en él.
• “Sin mí no podéis hacer nada”.
Algunos discípulos se alejaron de Jesús cuando él se presentó ante ellos como
el pan de la vida. Pero él les advierte que sin él no podrán hacer transmitir
la buena notica de la salvación y de la vida.
• “Sin mí no podéis hacer nada”. Algunos
discípulos se acercaron a Jesús pidiéndole que les concediese los puestos más
importantes en su reino. Pero Jesús les dijo que no serían nada si no aceptaban
compartir el cáliz que él mismo había de beber.
• “Sin mí no podéis hacer nada”.
Algunos discípulos lo traicionaron y todos lo abandonaron en Getsemaní. Pero
Jesús se les mostró resucitado y los hizo partícipes de su misión para que
perdonaran los pecados de la humanidad.
- Señor Jesús, creemos que tú eres la verdadera vid y nosotros somos los sarmientos. Tú nos eres necesario, como rezaba el papa Pablo VI. Pero has querido que también nosotros seamos necesarios para que se vean tus frutos en el mundo. Bendito seas, Señor. Amén
José-Román Flecha Andrés
CADA DÍA SU AFÁN - 27 de abril de 2024
IMMANUEL KANT
El día 22 de abril de 1724 nacía Immanuel Kant en
la ciudad prusiana de Königsberg. En este tercer centenario de su nacimiento recordamos
aquellas frases suyas que nos dictaron como importantes para el estudio de la
Ética.
Era famosa
una confesión suya que podía orientar nuestra conducta: “Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto,
siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia y aplicación se ocupa de
ellas la reflexión: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”.
En un tiempo en que se
consideraba la conciencia como la presión de la sociedad, Kant la presentaba
como “un instinto que nos lleva a juzgarnos a la luz de las leyes morales”.
Pero, sobre todo, nos parecía
imprescindible aquella frase con la que él traducía la regla de oro de todas
las éticas y el ideal de una utópica política: “Obra siempre de modo que tu conducta pudiera servir de
principio a una legislación universal”.
Andando los
años, en su encíclica Spe Salvi, Benedicto
XVI anotaba que Kant escribía en 1792 que “el paso gradual de la fe
eclesiástica al dominio exclusivo de la pura fe religiosa constituye el
acercamiento del reino de Dios”. Es más, el filósofo decía que las revoluciones
pueden acelerar los tiempos de ese paso de la fe eclesiástica a la fe racional.
Sin embargo, en
1794, en su obra “El final de todas las cosas”, Kant considera la posibilidad
de que, junto al final natural de todas las cosas, se produzca también uno
contrario a la naturaleza. Y escribe: “Puesto que el cristianismo, aun habiendo
sido destinado a ser la religión universal, no habría sido ayudado de hecho por
el destino a serlo, podría ocurrir, bajo el aspecto moral, el final (perverso)
de todas las cosas”.
El año siguiente
publicaba Kant su tratado sobre “la paz perpetua”. En estos días nos interpela el
primer principio con el que iniciaba su reflexión: “No debe considerarse como
válido un tratado de paz que se haya ajustado con la reserva mental de ciertos
motivos capaces de provocar en el porvenir otra guerra”. A lo largo de toda la
obra considera él la posibilidad y la necesidad de que la política y la moral
se entiendan mutuamente.
En su delicioso
tratado sobre “lo bello y lo sublime”, de pronto surge la sorpresa de un
relámpago sobre el valor de la virtud: “Como el sentimiento del honor es
delicado, puedo denominar resplandor de la
virtud aquello análogo a lo virtuoso que por él es ocasionado”.
Páginas más adelante escribe que
“el español es serio, callado y veraz… Tiene un alma orgullosa y siente más los
actos grandes que los bellos. Como su espíritu no encierra benevolencia
bondadosa y dulce, resulta a menudo duro y aun cruel”. Habrá que preguntarse si
el filósofo se limitó a recoger algunos tópicos o acertó de lleno en su
dictamen.
lunes, 15 de abril de 2024
EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 4º de Pascua. B 21 de abril de 2024
LOS SILBOS DEL PASTOR
“Yo
soy el buen Pastor.
El buen pastor da su vida por
las ovejas”
(Jn
10,11)
1.
En nuestra cultura ya no es muy conocida
la imagen del pastor. ¿Cómo podría ser traducida de modo que se pueda entender
lo que significaba para el pueblo de Israel?
2.
Jesús no es un pastor más. Se presenta a sí mismo como el
buen pastor. ¿Qué anuncia y qué denuncia el Maestro con esa expresión
abiertamente profética?
3.
Según Jesús, la característica del buen pastor es la
entrega de su vida por sus ovejas. ¿Se refería él a su compasión por
los más necesitados o a su muerte redentora?
4.
Seguramente todos hemos oído o leído que
algunos pastores han dado su vida por las ovejas que les habían sido confiadas.
¿Podríamos recordar a alguno de ellos?
5.
El papa Francisco suele decir que los
pastores han de tener “olor de oveja”. ¿No habrá que pensar que también las
ovejas han de tener el olor de su Pastor?
6.
La imagen del pastor nos remite a una
cultura y a una situación social determinada. ¿Qué puede implicar reconocer a
Jesús como nuestro Divino Pastor?
7.
¿Reconozco yo a Jesús como el Pastor que
con sus silbos amorosos me ha despertado del
profundo sueño y le ruego, como Lope de Vega, que vuelva sus ojos a mi fe
piadosos, pues le confieso por mi amor y dueño?
Jose-Román Flecha
REFLEXIÓN - Domingo 4º de Pascua B 21 de abril de 2024
EL BUEN PASTOR
“No hay salvación en ningún otro, pues bajo el
cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos”
(Hech 4,12). Los miembros del Sanedrín sabían de sobra que el nombre de Jesús
significa “Dios salva”. Pedro les anuncia que Juan y él habían curado al
paralítico, precisamente en el nombre de Jesús de Nazaret.
Jesús podía ser comparado con la piedra
desechada por los constructores. Pero, por voluntad del Padre, se había convertido
en la piedra angular de un nuevo edificio (Sal 117). Esa era la verdad que
tenían que aceptar los judíos. Y esa es la noticia que todavía hoy escandaliza
a nuestro mundo.
Como escandaliza el testimonio de los creyentes que se muestran convencidos de que el amor del Padre celestial los ha convertido en hijos de Dios (1 Jn 3,1-2).
TRES ACTORES DE UN DRAMA
En el domingo cuarto de Pascua todos
los años evocamos la alegoría evangélica que nos presenta a Jesús como el
verdadero Pastor de su rebaño. En sus palabras aparecen tres actores que han de
ser tenidos en cuenta también en nuestro tiempo:
• Jesús menciona al lobo que ataca a
los rebaños, dispersa a las ovejas y las mata. Este texto evangélico debía de
impresionar a los miembros de las primeras comunidades cristianas. También
ellas eran y son divididas y dispersadas por quienes buscan sus propios intereses,
• Además, aun dentro de las comunidades
había y hay todavía responsables que se comportan como asalariados. No procuran
guiar y defender a los fieles. Al contrario, los desorientan y hasta los abandonan
en los momentos de crisis o de persecución.
• El pastor verdadero se interesaba y se interesa por sus ovejas. Les entrega su vida y está dispuesto a morir por ellas. Además, sale en busca de otras ovejas que no pertenecen a su rebaño o le han sido arrebatadas. Y sigue el mandato del Señor para atraerlas a la comunidad.
LA REVELACIÓN DEL PASTOR
Esta alegoría evangélica contiene una
de las revelaciones más importantes sobre Jesús: sobre su identidad y sobre su
misión: “Yo soy el buen Pastor, que conozco a mis ovejas y las mías me conocen,
igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre”.
• “Yo soy el buen Pastor”. Esta imagen
evocaba la historia de Israel. Dios se había manifestado muchas veces como el
pastor de su pueblo y como tal era invocado. La comunidad cristiana habría de
ver en esa imagen la entrega de Jesús a todos los necesitados.
• “Conozco a mis ovejas y las mías me
conocen”. Dios conocía a su pueblo y sus
gentes no podían confundirlo con los ídolos de los paganos. Jesús conocía a sus
discípulos y nos conoce a nosotros. Tenemos que tratar de conocer quién es él y
qué hace por nosotros.
• “Como el Padre me conoce y yo conozco
al Padre”. La relación existente entre
el Padre y Jesús no es una verdad abstracta e indiferente. También hoy ha de
ser el modelo y la pauta para la espiritualidad y la vivencia de la fe entre
los miembros de la comunidad cristiana.
- Señor Jesús, nosotros te reconocemos como el Divino Pastor. Creemos que tú nos conoces y alimentas. Tú nos defiendes y nos guías. Tú nos buscas y entregas tu vida por nosotros. Conocemos tu solicitud por cada uno de nosotros. Queremos seguir tus pasos y esforzarnos por construir una comunidad digna de ti. Bendito seas por siempre. Amén.
José-Román Flecha Andrés
CADA DÍA SU AFÁN - 20.4.2024
EL AMOR MISERICORDIOSO
La
celebración del domingo de la Divina Misericordia nos ha hecho recordar a una
religiosa española que difundió ampliamente la devoción al Amor Misericordioso
de Dios, que se manifiesta en la vida y en la muerte de Jesús Crucificado.
María Josefa Alhama Valera nació de una familia muy humilde el día 30
de septiembre de 1893 en El Siscar, Santomera, en la provincia de Murcia.
Cuando tenía 6 ó 7 años, el párroco de Santomera, don Miguel Aliaga y
sus dos hermanas la enseñaron a leer y escribir, en tiempos en que esa
iniciación a la cultura era un lujo para algunos privilegiados.
Ella se
quedó en la casa del párroco hasta el 15 de octubre de 1914, cuando entró a
formar parte de la congregación de las Hijas del Calvario, en Villena. En 1924
escribió en la revista “La vida sobrenatural”, fundada y dirigida por el
dominico padre Juan González Arintero, nacido en Lugueros, León.
Impulsada
por el ejemplo de santa Teresa del Niño Jesús, entendió que Dios la llamaba a
hacer presente en el mundo su Amor Misericordioso. En la Nochebuena de 1930, en
un piso de la calle Velázquez, en Madrid, inició la congregación de las
Esclavas del Amor Misericordioso, que había de educar a niños y atender a
tantos necesitados de pan y de consuelo.
La Madre Esperanza de Jesús, como ahora se llamaba, en 1936 se
trasladó a Roma, donde atendió asiduamente a los heridos de la II Guerra
Mundial. Allí fundaría en 1951 la rama masculina de los Hijos del Amor Misericordioso. En esa década comenzó a poner en práctica
la construcción de lo que había de ser el centro de Collevalenza, en Lodi,
Perugia, Umbria.
Junto a esta hermosa basílica, presidida por
la imagen de Jesucristo Crucificado, se levantan otros edificios de residencia
y de acogida para peregrinos. La Madre Esperanza deseaba este lugar “para que
todos sepan que Dios es un Padre que ama, perdona, olvida y no tiene en cuanta
los pecados de sus hijos cuando los ve arrepentidos”.
Como se sabe, el día 13 de mayo de 1981 el papa Juan
Pablo II fue víctima de un atentado que podía haber sido mortal. El día 22 de
noviembre del mismo año visitó el santuario y se entrevistó con la Madre
Esperanza. A ella y a las “siervas” les dijo que “el mundo tiene sed, incluso
sin saberlo, y la Divina Misericordia está llamada a extender esta agua y la
curación milagrosa del alma y del cuerpo en este mundo”.
Tras una vida llena de gracias místicas y de confianza en Dios, la Madre Esperanza falleció el día 8 de febrero de 1983. El día 31 de mayo de 2014 ante una amplia asamblea, presidida por el cardenal Angelo Amato, sería beatificada en el santuario que ella había soñado para dar al mundo el testimonio del Amor Misericordioso de Dios. Allí descansan sus restos y allí se respira su espíritu.
José-Román Flecha Andrés
lunes, 8 de abril de 2024
EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 3º de Pascua. B 14 de abril de 2024
DUDAS Y TEMORES
“¿Por qué os alarmáis?
¿Por qué surgen dudas en vuestro
corazón?”
(Lc 24,38)
1.
¿A qué se refería Jesús con estas
preguntas dirigidas a sus discípulos, al mostrarse ante ellos el mismo día de
su resurrección?
2.
¿Se puede ver y afirmar que también hoy
subsisten entre los cristianos temores y dudas con relación al Señor?
3.
Si es así, ¿a qué pueden deberse esas
alarmas y esas dudas que parecen mantener a los creyentes recluidos y
atemorizados?
4.
¿Por qué es tan difícil para los cristianos aceptar el
misterio de la pasión y muerte de Jesucristo?
5.
¿O tal vez se puede decir que en este
momento de la historia es más difícil aún aceptar el misterio de su
resurrección?
6.
¿Estamos dispuestos a recibir la paz y
el perdón del Señor Resucitado para superar nuestra alarma, nuestras dudas y
nuestros temores?
7.
¿Y yo estoy convencido de
que el Señor me ha elegido, confortado y enviado para que pueda ser testigo de
su vida y de su resurrección?
Jose-Román Flecha
REFLEXIÓN -
ELEGIDOS Y ENVIADOS
“Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo
resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos de ello” (Hech 3,15).
Tras la curación del paralítico junto a la Puerta Hermosa del Templo, así
interpela Pedro a la gente que se ha reunido para constatar aquel
portento.
• El Apóstol declara que la curación no
se debe a él y a Juan, sino a la fe en el nombre de Jesús que les mueve.
• Además, denuncia proféticamente la
ceguera de su pueblo, que ha renegado del Santo y del Justo, al tiempo que les anuncia
que Dios ha resucitado a Jesús.
• Sin embargo, Pedro tiene la grandeza
de disculpar a los que condenaron a Jesús por ignorancia, y los exhorta a
arrepentirse y convertirse.
• Además, el Apóstol asume y proclama
el papel de testigos del Mesías que corresponde a los discípulos que han
convivido con Él.
Con el salmo responsorial, pedimos al Señor que brille sobre nosotros la luz de su rostro (Sal 4). Que también nosotros guardemos la palabra del Señor y cumplamos sus mandamientos, como nos pide la segunda lectura (1Jn 2,1-5).
TRES CONTRASTES
El evangelio de este domingo tercero de
Pascua nos sitúa en el momento en que los dos discípulos que se habían alejado
hasta Emaús se encuentran de nuevo con sus hermanos que habían quedado en
Jerusalén (Lc 24,35-48).
Unos y otros se apresuran a dar cuenta
de su respectivo encuentro con Jesús. Pero de pronto se les muestra el
Resucitado con un mensaje cargado de fuertes contrastes:
•
Por una parte les ofrece y desea el don de la paz, pero al mismo tiempo
les reprende por las dudas a las que se aferran y por sus dificultades para
creer.
• Además, se presta a comer con ellos
para demostrarles que es el mismo que han seguido por los caminos, pero les advierte
que era necesario que se cumplieran las Escrituras.
• Jesús recuerda el pasado reciente de su muerte y resurrección, pero orienta al futuro la mirada de sus discípulos para que prediquen la conversión a todos los pueblos.
SER TESTIGOS
Al leer que Jesús resucitado se muestra
a sus discípulos, nos preguntamos qué misión les confía. ¿Cuál ha de ser el
contenido de su predicación? ¿Qué instituciones habrán de crear para apoyarla?
¿Con qué títulos tendrán que adornarse para hacerse respetar? Pues bien, Jesús
solamente les invita a considerar lo que ellos son y lo que han de hacer.
• “Vosotros sois testigos de esto”. Habrán
de recordar fielmente el pasado y los días en que han convivido con su Maestro.
• “Vosotros sois testigos de esto”. Tendrán
que reconocer que lo han abandonado en Getsemaní, pero han recibido su paz y su
perdón.
• “Vosotros sois testigos de esto”. No
deberán olvidar que con sus palabras y con sus obras han de comunicar a las
gentes el gozoso mensaje de su Maestro
- Señor Jesús, nosotros somos conscientes de que nos has elegido para compartir tu vida. Nos has ayudado a reconocer tu triunfo sobre el mal y sobre la muerte. Te agradecemos que nos hayas enviado para ser testigos de tu resurrección. Bendito seas por siempre. Amén. ¡Aleluya!
José-Román Flecha Andrés