REPENSANDO LA DIGNIDAD HUMANA
Hoy
es habitual defender la dignidad humana. Toda persona humana participa de una
intrínseca dignidad que debe ser respetada y de ningún modo violada, aun cuando
el individuo no sea plenamente autosuficiente o haya actuado de modo
incorrecto. Una larga serie de pensadores lo atestigua.
1. Ya
Séneca escribía: “El hombre ha nacido para ayudar al hombre; la ira
para la destrucción común. El hombre busca la sociedad, la ira provoca el
aislamiento; el hombre quiere ser útil, la ira quiere dañar; el hombre socorre
hasta a los desconocidos, la ira hiere hasta a los amigos más íntimos; el
hombre está dispuesto a sacrificarse por los intereses ajenos, la ira se
precipita en el peligro con tal de arrastrar consigo a otro”.
2.
Para santo Tomás, “el hombre ha sido creado a imagen de Dios por su naturaleza
intelectual. El hombre posee una aptitud natural para conocer y amar a Dios, aptitud
que consiste en la naturaleza de la mente. Esta imagen es común a todos los
hombres”.
3.
Pico della Mirandola dejó un famoso discurso en el que introduce esta admirable
exclamación: “¡Oh suma libertad de Dios padre, oh suma y admirable suerte del
hombre, al cual le ha sido concedido obtener lo que desee, ser lo que quiera!”.
4. Según
Pascal, “el hombre ha sido creado para pensar; toda su dignidad, todo su mérito
ahí estriba; y su deber es pensar como debe”. El papa Francisco ha citado un pensamiento
de Pascal que revela su respeto hacia la dignidad del ser humano: “Dios,
habiendo creado el cielo y la tierra, que no sienten la dicha de su existencia,
quiso crear seres que la conocieran y que compusieran un cuerpo de miembros
pensantes”.
5.
Según Kant, la dignidad de la persona no es determinada por la legalidad
vigente en un determinado tiempo y lugar. La autonomía de la moralidad se
fundamenta precisamente en la dignidad de la persona.
6. John
Rawls considera que el estudio de la dignidad no puede limitarse a la
consideración del respeto que la persona reivindica. Es preciso valorar las
estructuras de una sociedad que pueden favorecer o impedir el respeto y la
dignidad de los ciudadanos.
7.
Con razón ha escrito Juan Pablo II que “el anuncio
cristiano de la dignidad, de la igualdad y de la libertad de los hombres ha
influido ciertamente en la reflexión filosófica que los modernos han llevado a
cabo”.
La dignidad
de la persona no viene motivada por el tener, el poder o el placer ni viene
limitada por la carencia o la deficiencia de estas apetencias que parecen
imprescindibles para su autonomía y su desarrollo.
Por tanto, toda vida humana merece respeto y defensa, en virtud de su misma dignidad, con independencia de su raza o de su país de origen, de su sexo o de su edad, de su afiliación política o de su confesión religiosa.
José-Román Flecha Andrés