lunes, 10 de noviembre de 2025

DOMINGO 33 DEL TIEMPO ORDINARIO C 2025

EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 33 del tiempo ordinario. C 16 de noviembre de 2025

 

       LA PERSEVERANCIA

            

“Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá:

con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.  

 (Lc 21,19)

1.      Se dice que hoy muchas personas viven tan seducidas por el presente que parecen totalmente despreocupadas del futuro. ¿A qué puede deberse esa actitud?

2.      También es verdad que hay personas tan preocupadas por su futuro personal que llegan a caer en la desesperación. ¿Cómo se las puede ayudar en este momento?

3.      ¿Esa frase de Jesús no puede inducir a algunas personas a adoptar una postura frívola y desentendida de los demás?

4.      Por otra parte, esa misma frase da por sentada la necesidad de la perseverancia. ¿Pero es fácil perseverar en una sociedad y en un tiempo marcados por la prisa y por los cambios?

5.      Jesús promete la salvación. ¿Pero que puede significar esa palabra para quienes hoy se sienten ya salvados por la técnica?

6.      Todavía se puede hacer otra observación a la frase de Jesús: ¿Qué puede significar hoy la salvación de nuestra alma?

7.      ¿Y yo pido en la oración el don de la perseverancia y de la fidelidad a la palabra y a la llamada de Jesús, nuestro Maestro y nuestro Señor?

                                                                                José-Román Flecha

 

REFLEXIÓN -- Domingo 33 del Tiempo Ordinario.C 17 de noviembre de 2025

 

LA ESPERANZA DEL FUTURO

“A vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra” (Mal 3,20). El profeta Malaquías anuncia el juicio de Dios sobre los hombres y sobre la historia. Los orgullosos y los malhechores serán como la paja que consume el fuego. Pero los justos serán iluminados por el sol de la justicia. 

El salmo responsorial proclama que Dios es un juez justo. Los justos no deben temer su llegada:  “El Señor llega para regir la tierra, para regir a los pueblos con rectitud” (Sal 97,9).

Al parecer, a  los fieles de Tesalónica les preocupaba pensar que el juicio de Dios estaba ya muy próximo. Así que algunos decidieron dejar de trabajar. Es famosa la reacción de san Pablo ante esa dejadez: “Si alguno no quiere trabajar, que no coma” (2 Tes 3,7-12).   

 TESTIMONIO DE FIDELIDAD

El evangelio de hoy señala que algunos contemporáneos de Jesús se quedaban admirados por la belleza del templo de Jerusalén, que desde los días de Herodes el Grande estaba siendo reconstruido con magnificencia (Lc 21,5-19).

Pero el comentario de Jesús fue muy tajante:De esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida”. Ante esta profecía los oyentes preguntaron cuándo iba a ocurrir aquel desastre.  Pero Jesús no señaló una fecha.

Sin embargo, mencionó algunos fenómenos cósmicos y algunas revueltas sociales que podrían dar a entender que se acercaba el final de los tiempos. Además, Jesús anunció las persecuciones que habrían de afectar a los que siguieran sus pasos.

Serían denunciados por sus vecinos y hasta por sus mismos familiares. Y, al igual que le ocurrió al mismo Jesús, sus seguidores tendrían que comparecer ante las autoridades religiosas y civiles. Con todo, los sufrimientos por causa del nombre del Señor serían una ocasión para dar testimonio de su fidelidad al Maestro. 

TRES AVISOS  

Los discípulos de Jesús le preguntaron expresamente: “Maestro, ¿Cuándo va a ser eso?”. Pero, en lugar de satisfacer esa curiosidad tan razonable, Jesús dejó tres avisos que son válidos para los creyentes de todos los tiempos:

• “No vayáis tras ellos”. A lo largo de los siglos muchos se han presentado como profetas, anunciando tremendos fenómenos que atemorizan a las gentes Pero los seguidores de Jesús no deben prestar atención a esos pretendidos salvadores de la humanidad. La salvación está en seguir al Señor.

 • “No tengáis pánico”. En todo tiempo y lugar, los seguidores de Jesús  serán acosados y perseguidos. Tendrán que contar con calumnias y acusaciones de todo tipo. Pero han de superar el temor y aprender a remar contra corriente. Ser testigos implica estar ahí y ser diferentes. 

• “Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Salvarán su alma quienes sigan fielmente a su Salvador.  Salvar el alma es descubrir el sentido de la vida y celebrarlo un día tras otro. La esperanza del futuro exige mantener en el presente la fidelidad al Señor. 

- Señor Jesús, conocemos la debilidad de las grandes construcciones humanas y la falsedad de los que se arrogan el papel de salvadores de la humanidad. Nosotros creemos que tú eres el único Salvador. Queremos escuchar tu voz y dar testimonio de tu palabra. Amén.

José-Román Flecha Andrés

CADA DIA SU AFÁN - 15 de noviembre de 2025

          

JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

 

El día 16 de noviembre de este año 2025 se celebra la IX Jornada Mundial de los Pobres. El mensaje del papa León XIV parte del lema Tú, Señor, eres mi esperanza” y nos ofrece estas ideas principales.

1. El pobre puede convertirse en testigo de una esperanza fuerte y fiable, pues la profesa en su vida precaria, marcada por privaciones, fragilidad y marginación. El pobre no confía en las seguridades del poder o del tener. Al contrario, con frecuencia es víctima de ellas. Su esperanza solo puede reposar en otro lugar.

2. Cuando existe el deseo de tener a Dios como compañero de camino, las riquezas se relativizan, porque se descubre el verdadero tesoro del que realmente tenemos necesidad. 

3. La pobreza más grave es no conocer a Dios. Por eso, la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual.  

4. Todos los bienes de esta tierra, las realidades materiales, los placeres del mundo, el bienestar económico, aunque sean importantes, no bastan para hacer feliz al corazón.

5. La esperanza cristiana no depende de la fuerza humana sino de la promesa de Dios, que siempre es fiel. La esperanza cristiana es como un ancla que fija nuestro corazón en la promesa de Jesucristo, que nos ha salvado con su muerte y resurrección y que volverá un día entre nosotros

6. La esperanza nace de la fe, que la alimenta y la sostiene, y vive sobre el fundamento de la caridad, que es madre de todas las virtudes… Quien carece de caridad no solo carece de fe y esperanza, sino que quita esperanza a su prójimo.

7. La pobreza tiene causas estructurales que deben ser afrontadas y eliminadas. Pero todos estamos llamados a crear nuevos signos de esperanza. Los hospitales y las escuelas, son instituciones creadas para acoger a los más débiles y marginados. Hoy deberían formar parte de las políticas públicas de todo país, pero lo impiden las guerras y las desigualdades.

8. De todas formas, hay signos de esperanza como las casas-familia, las comunidades para menores, los centros de escucha y acogida, los comedores para los pobres, los albergues, las escuelas populares. 

9. La Jornada Mundial de los Pobres nos recuerda que los pobres no son objetos de nuestra pastoral, sino sujetos creativos que nos estimulan a encontrar formas nuevas de vivir el Evangelio.

10. Ante las nuevas oleadas de empobrecimiento y de esclavitud, tenemos la tentación de acostumbrarnos y resignarnos pasivamente.

Así pues, nuestra responsabilidad social se basa en el gesto creador de Dios, que a todos concede los bienes de la tierra. También los frutos del trabajo del hombre deben ser accesibles de manera equitativa. Por eso, ayudar al pobre es una cuestión de justicia, antes que de caridad.

  José-Román Flecha Andrés

 

miércoles, 5 de noviembre de 2025

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN

EXAMEN DE CONCIENCIA - Fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán 9 de noviembre de 2025


       EL TEMPLO Y EL MERCADO

Quitad esto de aquí:

no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”.

 (Jn 2,16)

1.      Lo más importante de este relato es que Jesús revela su relación de Hijo de Dios. ¿Vivimos nosotros esa relación filial con el Dios que se nos revela como Padre?

2.      La reacción de Jesús ante los mercaderes situados en los atrios del templo de Jerusalén indica el respeto que se debe a lo sagrado. ¿Se percibe hoy esa sensibilidad?

3.      Vender palomas en los atrios del templo facilitaba la ofrenda que los fieles iban a presentar. ¿Un fin piadoso puede justificar cualquier medio que se pueda emplear para lograrlo?

4.      ¿Conocemos situaciones en las que la experiencia de lo sagrado se convierta en una ocasión que parece señalada por las características del mercado?

5.      ¿Además de afectar a lo sagrado, esta mercadería no estará también afectando a los valores humanos que deben contribuir a subrayar la dignidad de la persona?

6.      ¿Este mercado no implica también a las instituciones, los grupos sociales, los gobiernos y las organizaciones internacionales?

7.      ¿No tendré yo que revisar mis actitudes o decisiones personales que pueden dar a entender que no respeto a las personas como templos de Dios?

                                                                                      José-Román Flecha

    

 

 

REFLEXIÓN - Dedicación de la Basílica de Letrán 9 de noviembre de 2025

 

EL MISTERIO DEL TEMPLO

“Del zaguán del templo manaba agua hacia levante” (Ez 47,1-2.8-9.12). Según el profeta Ezequiel, de los cimientos del templo de Jerusalén brotará un abundante manantial de aguas. Ese torrente cruzará el desierto y llegará a purificar las aguas del Mar Muerto. La profecía proclama que “habrá vida dondequiera que llegue la corriente”.

Esta visión nos acompaña en la fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, consagrada en el año 324 a Jesucristo Salvador. Una inscripción grabada en la base de una de las pilastras de la fachada nos la presenta como “Cabeza y Madre de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe”.   

Con el salmo responsorial, nosotros proclamamos que también hoy “un río y sus canales alegran la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada” (Sal 45).

Esta fiesta nos lleva a dar gracias a Dios por su presencia entre nosotros. Y, sobre todo, a recordar que todos los bautizados somos templo de Dios. El Espíritu de Dios habita en nosotros, como escribe San Pablo a los Corintios (1 Cor 3,9-11.16-17),

EL DON DE LA VIDA

 En el evangelio se recuerda la reacción de Jesús ante los mercaderes instalados en los atrios del templo de Jerusalén (Jn 2,13-22). Muchos cristianos aseguran que también en este tiempo Cristo tendría que limpiar no solo el templo material sino toda la Iglesia de Dios.

 Pero el texto evangélico subraya especialmente unas palabras de Jesús que resultaron misteriosas ya para todos aquellos que lo escuchaban en su tiempo: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”.

El templo era el lugar sagrado por excelencia. Así que el discurso de Jesús era considerado como una blasfemia por quienes veneraban el templo de Dios más que al Dios del templo.

Pero el evangelio advierte que “Jesús hablaba del templo de su cuerpo”. Sus discípulos recordaron esas palabras cuando Jesús resucitó de entre los muertos. Entonces comprendieron que levantar el templo era para Jesús triunfar sobre la muerte y transmitir el don de la vida a todos los que creyeran en él.

EL MERCADO Y EL CUERPO

El evangelio nos dice, además, que tanto nuestro cuerpo como el cuerpo mismo de la Iglesia han de ser reconocidos como morada de Dios:

• “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”. En nuestra cultura afectada por la frivolidad y el descarte, es preciso recordar que el respeto al cuerpo es un deber que brota de la fe bautismal. Nuestro cuerpo y el de los demás es morada de Dios.

• “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”. En una sociedad marcada por el interés, afirmamos que también el mundo creado ha de ser respetado como casa de Dios y casa del hombre. Despreciar hoy la casa común nos roba la esperanza en el mañana.

• “No convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”. En una sociedad señalada por el individualismo y la indiferencia, hay que redescubrir el valor de la comunidad. La Iglesia es el lugar donde se nos revela Dios. Y no podemos olvidar ese carácter sagrado. 

 - Padre nuestro que estás en los cielos, nuestra fe nos enseña que la Iglesia es el cuerpo de Cristo. Y el respeto a los templos materiales nos lleva a respetar nuestros cuerpos y el cuerpo dolorido de nuestros hermanos. Que tu Espíritu nos ayude a proclamar este misterio. Amén.

José-Román Flecha Andrés

CADA DÍA SU AFÁN - 8 de noviembre de 2025


DÍA DE LA IGLESIA DIOCESANA 

1. En nuestra parroquia solemos oír que este domingo o el domingo próximo se celebra la jornada de la paz o la justicia, de los enfermos o de los ancianos, de las misiones o de la caridad. Y es bueno que, en la celebración de la eucaristía, a la memoria de la muerte y resurrección de Jesucristo unamos la atención a nuestros hermanos, vecinos o lejanos. 

Pero, también es bueno que, en un domingo del mes de noviembre, dediquemos nuestra atención a reflexionar sobre la diócesis a la que pertenecemos.

2. El día 25 de mayo de este año 2025, en la basílica de San Juan de Letrán, el nuevo papa León XIV tomaba posesión de su cátedra como obispo de Roma. En su homilía nos invitaba a reflexionar sobre la dimensión materna de la Iglesia.

Según él, la Iglesia es una madre, que está dotada de unas características que le son propias: la ternura, la disponibilidad al sacrificio y esa capacidad de escucha que le permite socorrer y prever las necesidades de sus hijos e hijas, aun antes de que se formulen.

Esa comprensión de la Iglesia es muy diferente de la percepción superficial que a veces alimenta la actitud de las gentes de nuestro tiempo.

3. La Iglesia es una familia, como solía repetir el papa Francisco. Y ya sabemos que en nuestra familia es necesario fomentar y vivir una responsabilidad compartida.

Esa disposición es necesaria también en nuestra familia diocesana. Unidos a nuestro obispo, todos podemos y debemos participar en la escucha y en la difusión de la Palabra de Dios, en la celebración de los sacramentos y en el servicio a nuestros hermanos necesitados.

• Todos podemos y debemos colaborar en la atención a las necesidades de la “casa”, de todos los que la habitan y de las personas a las que esta familia ha de atender para responder a la misión que le ha sido confiada por su Señor.

• Todos juntos vamos caminando en el seguimiento del Señor. La fe, la esperanza y la caridad se viven en comunidad. En nuestra familia diocesana, hemos de orar por todos nuestros hermanos, vivos y difuntos.

• Todos hemos de pedir al Señor que nos envíe muchos y santos sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas, así como laicos comprometidos en la preciosa tarea de anunciar y vivir el evangelio de Jesucristo.

4. Es preciso repetirlo. Todos hemos de mantener la triple responsabilidad que constituye el ser y el quehacer de la diócesis: el anuncio del Evangelio, la celebración de los sacramentos y la asistencia a las necesidades que encontramos mientras caminamos como “peregrinos de esperanza”, según el lema de este Año Jubilar.

Que la celebración del día de la diócesis nos ayude a refrescar estas ideas y a calentar nuestro sentimiento de pertenencia y de colaboración con nuestra familia diocesana.

                                                                                                     José-Román Flecha Andrés

 

lunes, 27 de octubre de 2025

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS A 2025

EXAMEN DE CONCIENCIA - Conmemoración de todos los fieles difuntos. C 2 de noviembre de 2025

 TRES VALORES

“Yo soy el camino y la verdad y la vida” 

 (Jn 14,6)

1.      ¿No tenemos a veces la sensación de que hemos perdido el camino, traicionado la verdad y despreciado la vida?

2.      ¿Cuáles pueden ser los antivalores que se oponen en este tiempo a esos ideales de la persona y de la sociedad?

3.      ¿Qué consecuencias comportaría para nosotros llegar a descubrir los valores que reflejan esas tres palabras?

4.      ¿Qué disposiciones nos parecen necesarias para recuperar esos tres valores que han de dignificar nuestra existencia?

5.      ¿Qué significa para nosotros el hecho de que Jesús se haya identificado a sí mismo con esas tres palabras?

6.      ¿Qué puede implicar que la Iglesia haya incluído esa revelación de Jesús precisamente en la celebración de los fieles difuntos?

7.       Valorando esa respuesta de Jesús a la pregunta del apóstol Tomás, ¿llevo yo esas tres palabras a mi oración y a mi compromiso diario?

 

José-Román Flecha

    

 

 

 

REFLEXIÓN - Solemnidad de Todos los Santos 1 de noviembre de 2025

 

LOS SANTOS

Algunos imaginan a los santos como personas extrañas, alejadas de la realidad. En realidad, son hombres y mujeres que han abrazado con coherencia los valores del evangelio. Son los seguidores del Señor. Ellos nos demuestran la posibilidad de imitar el estilo de Jesús.

Con los santos se proponen modelos cercanos e imitables a los cristianos y también a todos los hombres y mujeres de hoy. Junto a los santos canonizados están los otros. Aquellos cuya fama no ha trascendido más allá de su ambiente familiar o laboral. Los desconocidos por los medios de comunicación.

Ellos han seguido con sencillez y fidelidad su vocación y han manifestado la alegría de la gracia. Han vivido la fe, han contagiado la esperanza y han hecho del amor la norma de su vida. Y ello, no para ser simpáticos ni eficaces, sino porque así era Jesucristo.

Los santos y santas de Dios son los mejores hijos de la Iglesia. La prueba de que es posible vivir el proyecto de Dios. Son el icono más bello de la dignidad humana. Las arras de la esperanza. El anticipo de la gloria que nos ha sido prometida. 

ALABAR Y AGRADECER

En esta solemnidad de Todos los Santos se proclama el mensaje de las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús (Mt 5,1-12). En ellas se nos revelan el rostro de Dios y el espíritu que animaba a Jesús.

Además, nos dicen cuáles son las notas que caracterizan a los que forman parte de su Iglesia. Y nos orientan hacia la patria celestial. Con sus promesas de futuro recogen las mejores aspiraciones y esperanzas del corazón humano.

Las bienaventuranzas no desprecian la tierra en la que viven, trabajan y sufren los hijos e hijas de Dios. Pero nos invitan a recordar que nuestra verdadera vocación y dignidad trasciende los logros de nuestras manos y supera el malogro que nos aflige.

A la luz de este mensaje, la Iglesia manifiesta en la eucaristía de hoy las razones que tiene para alabar y dar gracias al Señor nuestro Dios: “Hoy nos concedes celebrar la gloria de tu ciudad santa, la Jerusalén celeste, que es nuestra madre, donde eternamente te alaba la asamblea festiva de todos los santos, nuestros hermanos”. 

RECUPERAR LA ESPERANZA

Las bienaventuranzas nos invitan a recuperar la esperanza y a caminar hacia la felicidad que todos deseamos.

• “Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”. Los pobres en el espíritu no se conforman con las apariencias de riqueza, porque sólo en Dios tienen su tesoro. Han abrazado la libertad que capacita para vivir como hijos de Dios. A fin de cuentas, así era Jesús.

• “Dichosos los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos”.  Los perseguidos por mantener el más alto ideal no se dejan chantajear por los que ofrecen los espejismos del tener del poder o del placer. También ellos han optado por la libertad.  A fin de cuentas, esa fue la suerte que le tocó a Jesús.

 - “Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los Santos; concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón”. Amén.

                                                                           José-Román Flecha Andrés

 

REFLEXIÓN - Conmemoración de los Fieles Difuntos 2 de noviembre 2025

 

ESTAR CON EL SEÑOR 

“La misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión; antes bien se renuevan cada mañana. ¡Qué grande es tu fidelidad!” (Lam 3,22-23). Dios es  misericordioso y fiel. Así se había presentado Dios ante Moisés (Éx 34,6-7). 

El poema de las Lamentaciones refleja la situación de un hombre agotado, enfermo, próximo a los umbrales de la muerte. A pesar de todo, no cae en la tentación de la desesperación. Esta pasando por una situación difícil, pero su fe lo ayuda a confiar en el Dios misericordioso y fiel que no olvida a sus hijos.

El texto que hoy se proclama añade unos versos en los que por tres veces se menciona a la esperanza. En el último verso se alaba la confianza del que sufre sin abandonar su fe: “Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor” (Lam 3,26).

EL BAUTISMO Y LA MUERTE

 Esta fe que nos acompaña en los momentos más duros nos interpela en esta conmemoración de  nuestros hermanos difuntos. En la carta a los Romanos (6,3-9), el apóstol Pablo recuerda la vinculación entre la muerte y el bautismo. Al bajar a las aguas bautismales nos unimos a la muerte de Cristo y a la esperanza de su resurrección.

No es extraño que en la liturgia funeral se hagan presentes algunos ritos que nos recuerdan nuestro bautismo, como el manto que a veces cubre el ataud, el encendido del cirio pascual, o la aspersión con el agua bendita. Evidentemente, no se trata de magia. Se trata de evidenciar con los signos lo que creemos con la fe. 

Y creemos que la muerte al pecado nos une a la victoria de Cristo sobre el mal y sobre la muerte. Con razón exclama san Pablo: “Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él” (Rom 6, 8-9). 

PROMESAS DE ESPERANZA

Es necesario insistir: no se trata de magia, se trata de fe. Así lo dice Jesús a sus discípulos en el evangelio que hoy se proclama (Jn 14,1-6): “Creed en Dios y creed también en mí”. El Maestro se compromete con tres promesas que alientan nuestra esperanza:

• Os prepararé sitio”. Jesús se refiere al final del camino, al encuentro y la convivencia, el amor y la intimidad. Esas son las imágenes que evocan la felicidad de una vida prometida, que ha de durar para siempre, siempre, siempre.

• “Volveré y os llevaré conmigo”. Al leer estas palabras recordamos a Moisés que, enviado por Dios desde el desierto, vuelve donde sus hermanos para llevarlos consigo hacia el camino de la libertad. Jesús es el nuevo y definitivo liberador.

• “Para que donde estoy yo estéis también vosotros”. Jesús había sido anunciado con el título del “Emmanuel”,  es decir, “Dios con nosotros”. En esta promesa, que recuerda las palabras que dirige al ladrón arrepentido, Jesús se compromete a cumplir su nombre: nosotros podemos creer que vamos a estar con el Señor.

 - Padre nuestro celestial, escucha las oraciones que te dirigimos por nuestros hermanos difuntos y fortalece nuestra esperanza de participar de la gloria que nos ha prometido Jesús, nuestro Señor y Liberador. Amén.

                                                                      José-Román Flecha Andrés

 

CADA DÍA SU AFÁN - 1 de noviembre de 2025

 

                                                                             Diario de León 1.11.2025

 

DÍA DE DIFUNTOS

 

1. En algunos cementerios romanos se encuentran sepulturas de cristianos junto a las sepulturas de los paganos. Los paganos escribían que el difunto había vivido tantos años, meses y días. Y añadían las letras DM, para indicar que confiaban sus muertos a los Dioses Manes de la familia.

Los cristianos dejaban constancia del día, mes y año en que habían “depositado” allí al difunto. Y añadían las letras DP, que significaban “Depositus in pace”. Es decir, depositaban allí a sus difuntos en la comunión de la Iglesia, en la espera de la resurrección.

 2. Pronto se cumplirán sesenta años de la clausura del Concilio Vaticano II. En su constitución sobre la Iglesia, se dice que nuestra unión con los hermanos que se durmieron en la paz de Cristo no se interrumpe con la muerte, sino que se fortalece con la comunicación de los bienes espirituales.

Nuestros difuntos consolidan a toda la Iglesia en la santidad, ennoblecen el culto que ella ofrece a Dios en la tierra y contribuyen a su edificación. Ya gozan de la presencia del Señor y por él, con él y en él interceden por nosotros ante el Padre celestial. Su fraterna solicitud ayuda mucho a la debilidad de los que aun peregrinan en la tierra (LG 49).

3. Por eso, la Iglesia de los peregrinos conserva con piedad el recuerdo de los difuntos, y ofrece sufragios por ellos. 

Al recordar a quienes han seguido fielmente a Cristo, los cristianos nos sentimos impulsados a buscar la Ciudad futura y aprendemos cuál es el camino seguro que nos conduce a la perfecta unión con Cristo, o sea a la santidad.

Dios nos manifiesta su presencia y su rostro en la vida de los que se han transformado en la imagen de Cristo. Gracias a esos testigos y al testimonio que dan de la verdad del Evangelio nos sentimos atraídos al Reino de Dios (LG 50).

4. Es necesario que amemos a estos amigos y coherederos de Jesucristo, nuestros hermanos y bienhechores. Damos gracias a Dios por ellos y los invocamos humildemente, confiando en sus oraciones, en su ayuda y en sus auxilios.

La fe nos ayuda a vivir en la esperanza del encuentro con el Señor resucitado y con todos los hermanos a los que nos ha unido el amor. Como ha dicho recientemete el papa León XIV, “resucitar no significa convertirse en espíritus evanescentes, sino entrar en una comunión más profunda con Dios y con nuestros hermanos, en una humanidad transfigurada por el amor”.

5. Pues bien, la Celebración en honor de los fieles difuntos es un signo y un testimonio de nuestra esperanza en la vida eterna. Es la profecía de una “esperanza que no defrauda”, como escribió el papa Francisco en la bula de convocación del jubileo del año 2025.

 

José-Román Flecha Andrés

 

 

 

 

 

 

miércoles, 22 de octubre de 2025

DOMINGO 30º TIEMPO ORDINARIO C 2025

EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 30 TO. C 26 de octubre de 2025


ALTIVEZ Y HUMILDAD

“¿Todo el que se enaltece será humillado,

y el que se humilla será enaltecido”.  

 (Lc 18,14)

1.      La parábola del fariseo y el publicano no ha perdido actualidad. ¿Dónde vemos reflejadas hoy las actitudes que ellos representan?

2.      Es evidente que esas actitudes se manifiestan en las personas. ¿No se encuentran también en colectivos sociales y políticos?

3.      ¿Se puede decir que las oraciones del fariseo y del publicano reflejan algunos tipos de oración que conocemos?

4.      ¿Cómo juzgamos nosotros ese proverbio que recuerda Jesús sobre la altivez de los que se enaltecen y la humildad de los que se humillan?

5.      ¿En nuestra sociedad, cuáles son los motivos por los que generalmente se ensalza a las personas y a los grupos sociales, políticos o religiosos?

6.      ¿En este tiempo, es más apropiado decir que las personas se humillan a sí mismas o que son humilladas por otras personas o por las instituciones?

7.      Sabiendo que el Hijo de Dios se humilló a sí mismo hasta la muerte, y muerte de cruz, ¿estoy yo dispuesto a aceptar con paz la humillación?

                                                                                           José-Román Flecha

REFLEXIÓN - Domingo 30 del Tiempo Ordinario. C 26 de octubre de 2025

 

DOS ORANTES ANTE DIOS 

   “El Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas. Él no hace acepción de personas en perjuicio del pobre, sino que escucha la oración del oprimido” (Eclo 35,12-13). 

Bien sabemos que el tema de la oración aparece en muchas páginas de la Biblia. En este mismo contexto, el libro del Eclesiástico añade: La oración del humilde atraviesa las nubes y no se detiene hasta que alcanza su destino” (Eclo 25,17).

El salmo responsorial reafirma esa convicción al proclamar que “el Señor está cerca de los atribulados y salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él” (Sal 33,19.23).

San Pablo, sabiendo que el momento de su partida es inminente, escribe a su discípulo Timoteo que Dios es un juez justo, que entregará la corona de la justicia a quienes hayan aguardado con amor su manifestación (2 Tim 4,6-8.16-18).

ORACIÓN Y ESPERANZA

En el evangelio de Lucas aparece muchas veces el tema de la oración. En esta ocasión  se nos presenta la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18,9-14). En ella se nos dice que la oración revela la interioridad de la persona y la comprensión que tiene de sí  misma. 

• El fariseo observa la Ley del Señor y suele dirigir hacia él su mirada. Pero se atribuye a sí mismo el mérito de esas dos cualidades que lo distinguen. Se gloría de su  moralidad y de su piedad, olvidando que son un don de Dios. Su autosuficiencia le permite juzgar y despreciar a otro, que también dirige a Dios su oración. 

• El publicano se ocupa en la recaudación de los impuestos que el imperio romano exige a sus súbditos. A causa de ello, es considerado por el pueblo como un pecador. Él sabe que solamente en Dios puede encontrar acogida y comprensión. Por eso no puede más que susurrar una oración en la que solo puede implorar la  misericordia de Dios. 

Ante estos dos ejemplos, podemos recordar uno de los proverbios de Raimundo Lulio que resulta muy apropiado para este año jubilar: “Ruega con esperanza y espera con oración”

LA MENTIRA Y LA VERDAD

En su encíclica sobre la esperanza, el papa Benedicto XVI escribió que en la oración, el hombre “debe liberarse de las mentiras ocultas con que se engaña a sí mismo: Dios las escruta, y la confrontación con Dios obliga al hombre a reconocerlas también” (SS 33).  

• “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres”. El fariseo cree en sí  mismo más que en Dios. Su oración nos lleva a nosotros a reconocer nuestra autosuficiencia y la frivolidad con la que a veces solemos juzgar a los demás.

• “Oh Dios, ten compasión de este pecador”. Esta oración del publicano nos invita a considerar de verdad la seriedad del pecado. Pero también nos lleva a confiar en la misericordia de Dios, que no se cansa de escuchar, acoger y perdonar a los humildes.

  - Señor y Padre nuestro, tú conoces nuestras acciones y conoces también el espíritu con el que las llevamos a cabo. Tú conoces nuestra verdad y puedes alentarnos a seguirte por el camino. Demasiadas veces pretendemos justificarnos ante ti. Solo tú puedes aceptarnos como somos y ayudarnos a ser como deseas y esperas que seamos. Ten piedad de nosotros y ayúdanos a caminar en la humildad. Amén. 

                                                                                        José-Román Flecha Andrés