lunes, 27 de octubre de 2025

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS A 2025

EXAMEN DE CONCIENCIA - Conmemoración de todos los fieles difuntos. C 2 de noviembre de 2025

 TRES VALORES

“Yo soy el camino y la verdad y la vida” 

 (Jn 14,6)

1.      ¿No tenemos a veces la sensación de que hemos perdido el camino, traicionado la verdad y despreciado la vida?

2.      ¿Cuáles pueden ser los antivalores que se oponen en este tiempo a esos ideales de la persona y de la sociedad?

3.      ¿Qué consecuencias comportaría para nosotros llegar a descubrir los valores que reflejan esas tres palabras?

4.      ¿Qué disposiciones nos parecen necesarias para recuperar esos tres valores que han de dignificar nuestra existencia?

5.      ¿Qué significa para nosotros el hecho de que Jesús se haya identificado a sí mismo con esas tres palabras?

6.      ¿Qué puede implicar que la Iglesia haya incluído esa revelación de Jesús precisamente en la celebración de los fieles difuntos?

7.       Valorando esa respuesta de Jesús a la pregunta del apóstol Tomás, ¿llevo yo esas tres palabras a mi oración y a mi compromiso diario?

 

José-Román Flecha

    

 

 

 

REFLEXIÓN - Solemnidad de Todos los Santos 1 de noviembre de 2025

 

LOS SANTOS

Algunos imaginan a los santos como personas extrañas, alejadas de la realidad. En realidad, son hombres y mujeres que han abrazado con coherencia los valores del evangelio. Son los seguidores del Señor. Ellos nos demuestran la posibilidad de imitar el estilo de Jesús.

Con los santos se proponen modelos cercanos e imitables a los cristianos y también a todos los hombres y mujeres de hoy. Junto a los santos canonizados están los otros. Aquellos cuya fama no ha trascendido más allá de su ambiente familiar o laboral. Los desconocidos por los medios de comunicación.

Ellos han seguido con sencillez y fidelidad su vocación y han manifestado la alegría de la gracia. Han vivido la fe, han contagiado la esperanza y han hecho del amor la norma de su vida. Y ello, no para ser simpáticos ni eficaces, sino porque así era Jesucristo.

Los santos y santas de Dios son los mejores hijos de la Iglesia. La prueba de que es posible vivir el proyecto de Dios. Son el icono más bello de la dignidad humana. Las arras de la esperanza. El anticipo de la gloria que nos ha sido prometida. 

ALABAR Y AGRADECER

En esta solemnidad de Todos los Santos se proclama el mensaje de las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús (Mt 5,1-12). En ellas se nos revelan el rostro de Dios y el espíritu que animaba a Jesús.

Además, nos dicen cuáles son las notas que caracterizan a los que forman parte de su Iglesia. Y nos orientan hacia la patria celestial. Con sus promesas de futuro recogen las mejores aspiraciones y esperanzas del corazón humano.

Las bienaventuranzas no desprecian la tierra en la que viven, trabajan y sufren los hijos e hijas de Dios. Pero nos invitan a recordar que nuestra verdadera vocación y dignidad trasciende los logros de nuestras manos y supera el malogro que nos aflige.

A la luz de este mensaje, la Iglesia manifiesta en la eucaristía de hoy las razones que tiene para alabar y dar gracias al Señor nuestro Dios: “Hoy nos concedes celebrar la gloria de tu ciudad santa, la Jerusalén celeste, que es nuestra madre, donde eternamente te alaba la asamblea festiva de todos los santos, nuestros hermanos”. 

RECUPERAR LA ESPERANZA

Las bienaventuranzas nos invitan a recuperar la esperanza y a caminar hacia la felicidad que todos deseamos.

• “Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”. Los pobres en el espíritu no se conforman con las apariencias de riqueza, porque sólo en Dios tienen su tesoro. Han abrazado la libertad que capacita para vivir como hijos de Dios. A fin de cuentas, así era Jesús.

• “Dichosos los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos”.  Los perseguidos por mantener el más alto ideal no se dejan chantajear por los que ofrecen los espejismos del tener del poder o del placer. También ellos han optado por la libertad.  A fin de cuentas, esa fue la suerte que le tocó a Jesús.

 - “Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los Santos; concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón”. Amén.

                                                                           José-Román Flecha Andrés

 

REFLEXIÓN - Conmemoración de los Fieles Difuntos 2 de noviembre 2025

 

ESTAR CON EL SEÑOR 

“La misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión; antes bien se renuevan cada mañana. ¡Qué grande es tu fidelidad!” (Lam 3,22-23). Dios es  misericordioso y fiel. Así se había presentado Dios ante Moisés (Éx 34,6-7). 

El poema de las Lamentaciones refleja la situación de un hombre agotado, enfermo, próximo a los umbrales de la muerte. A pesar de todo, no cae en la tentación de la desesperación. Esta pasando por una situación difícil, pero su fe lo ayuda a confiar en el Dios misericordioso y fiel que no olvida a sus hijos.

El texto que hoy se proclama añade unos versos en los que por tres veces se menciona a la esperanza. En el último verso se alaba la confianza del que sufre sin abandonar su fe: “Es bueno esperar en silencio la salvación del Señor” (Lam 3,26).

EL BAUTISMO Y LA MUERTE

 Esta fe que nos acompaña en los momentos más duros nos interpela en esta conmemoración de  nuestros hermanos difuntos. En la carta a los Romanos (6,3-9), el apóstol Pablo recuerda la vinculación entre la muerte y el bautismo. Al bajar a las aguas bautismales nos unimos a la muerte de Cristo y a la esperanza de su resurrección.

No es extraño que en la liturgia funeral se hagan presentes algunos ritos que nos recuerdan nuestro bautismo, como el manto que a veces cubre el ataud, el encendido del cirio pascual, o la aspersión con el agua bendita. Evidentemente, no se trata de magia. Se trata de evidenciar con los signos lo que creemos con la fe. 

Y creemos que la muerte al pecado nos une a la victoria de Cristo sobre el mal y sobre la muerte. Con razón exclama san Pablo: “Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él” (Rom 6, 8-9). 

PROMESAS DE ESPERANZA

Es necesario insistir: no se trata de magia, se trata de fe. Así lo dice Jesús a sus discípulos en el evangelio que hoy se proclama (Jn 14,1-6): “Creed en Dios y creed también en mí”. El Maestro se compromete con tres promesas que alientan nuestra esperanza:

• Os prepararé sitio”. Jesús se refiere al final del camino, al encuentro y la convivencia, el amor y la intimidad. Esas son las imágenes que evocan la felicidad de una vida prometida, que ha de durar para siempre, siempre, siempre.

• “Volveré y os llevaré conmigo”. Al leer estas palabras recordamos a Moisés que, enviado por Dios desde el desierto, vuelve donde sus hermanos para llevarlos consigo hacia el camino de la libertad. Jesús es el nuevo y definitivo liberador.

• “Para que donde estoy yo estéis también vosotros”. Jesús había sido anunciado con el título del “Emmanuel”,  es decir, “Dios con nosotros”. En esta promesa, que recuerda las palabras que dirige al ladrón arrepentido, Jesús se compromete a cumplir su nombre: nosotros podemos creer que vamos a estar con el Señor.

 - Padre nuestro celestial, escucha las oraciones que te dirigimos por nuestros hermanos difuntos y fortalece nuestra esperanza de participar de la gloria que nos ha prometido Jesús, nuestro Señor y Liberador. Amén.

                                                                      José-Román Flecha Andrés

 

CADA DÍA SU AFÁN - 1 de noviembre de 2025

 

                                                                             Diario de León 1.11.2025

 

DÍA DE DIFUNTOS

 

1. En algunos cementerios romanos se encuentran sepulturas de cristianos junto a las sepulturas de los paganos. Los paganos escribían que el difunto había vivido tantos años, meses y días. Y añadían las letras DM, para indicar que confiaban sus muertos a los Dioses Manes de la familia.

Los cristianos dejaban constancia del día, mes y año en que habían “depositado” allí al difunto. Y añadían las letras DP, que significaban “Depositus in pace”. Es decir, depositaban allí a sus difuntos en la comunión de la Iglesia, en la espera de la resurrección.

 2. Pronto se cumplirán sesenta años de la clausura del Concilio Vaticano II. En su constitución sobre la Iglesia, se dice que nuestra unión con los hermanos que se durmieron en la paz de Cristo no se interrumpe con la muerte, sino que se fortalece con la comunicación de los bienes espirituales.

Nuestros difuntos consolidan a toda la Iglesia en la santidad, ennoblecen el culto que ella ofrece a Dios en la tierra y contribuyen a su edificación. Ya gozan de la presencia del Señor y por él, con él y en él interceden por nosotros ante el Padre celestial. Su fraterna solicitud ayuda mucho a la debilidad de los que aun peregrinan en la tierra (LG 49).

3. Por eso, la Iglesia de los peregrinos conserva con piedad el recuerdo de los difuntos, y ofrece sufragios por ellos. 

Al recordar a quienes han seguido fielmente a Cristo, los cristianos nos sentimos impulsados a buscar la Ciudad futura y aprendemos cuál es el camino seguro que nos conduce a la perfecta unión con Cristo, o sea a la santidad.

Dios nos manifiesta su presencia y su rostro en la vida de los que se han transformado en la imagen de Cristo. Gracias a esos testigos y al testimonio que dan de la verdad del Evangelio nos sentimos atraídos al Reino de Dios (LG 50).

4. Es necesario que amemos a estos amigos y coherederos de Jesucristo, nuestros hermanos y bienhechores. Damos gracias a Dios por ellos y los invocamos humildemente, confiando en sus oraciones, en su ayuda y en sus auxilios.

La fe nos ayuda a vivir en la esperanza del encuentro con el Señor resucitado y con todos los hermanos a los que nos ha unido el amor. Como ha dicho recientemete el papa León XIV, “resucitar no significa convertirse en espíritus evanescentes, sino entrar en una comunión más profunda con Dios y con nuestros hermanos, en una humanidad transfigurada por el amor”.

5. Pues bien, la Celebración en honor de los fieles difuntos es un signo y un testimonio de nuestra esperanza en la vida eterna. Es la profecía de una “esperanza que no defrauda”, como escribió el papa Francisco en la bula de convocación del jubileo del año 2025.

 

José-Román Flecha Andrés

 

 

 

 

 

 

miércoles, 22 de octubre de 2025

DOMINGO 30º TIEMPO ORDINARIO C 2025

EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 30 TO. C 26 de octubre de 2025


ALTIVEZ Y HUMILDAD

“¿Todo el que se enaltece será humillado,

y el que se humilla será enaltecido”.  

 (Lc 18,14)

1.      La parábola del fariseo y el publicano no ha perdido actualidad. ¿Dónde vemos reflejadas hoy las actitudes que ellos representan?

2.      Es evidente que esas actitudes se manifiestan en las personas. ¿No se encuentran también en colectivos sociales y políticos?

3.      ¿Se puede decir que las oraciones del fariseo y del publicano reflejan algunos tipos de oración que conocemos?

4.      ¿Cómo juzgamos nosotros ese proverbio que recuerda Jesús sobre la altivez de los que se enaltecen y la humildad de los que se humillan?

5.      ¿En nuestra sociedad, cuáles son los motivos por los que generalmente se ensalza a las personas y a los grupos sociales, políticos o religiosos?

6.      ¿En este tiempo, es más apropiado decir que las personas se humillan a sí mismas o que son humilladas por otras personas o por las instituciones?

7.      Sabiendo que el Hijo de Dios se humilló a sí mismo hasta la muerte, y muerte de cruz, ¿estoy yo dispuesto a aceptar con paz la humillación?

                                                                                           José-Román Flecha

REFLEXIÓN - Domingo 30 del Tiempo Ordinario. C 26 de octubre de 2025

 

DOS ORANTES ANTE DIOS 

   “El Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas. Él no hace acepción de personas en perjuicio del pobre, sino que escucha la oración del oprimido” (Eclo 35,12-13). 

Bien sabemos que el tema de la oración aparece en muchas páginas de la Biblia. En este mismo contexto, el libro del Eclesiástico añade: La oración del humilde atraviesa las nubes y no se detiene hasta que alcanza su destino” (Eclo 25,17).

El salmo responsorial reafirma esa convicción al proclamar que “el Señor está cerca de los atribulados y salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él” (Sal 33,19.23).

San Pablo, sabiendo que el momento de su partida es inminente, escribe a su discípulo Timoteo que Dios es un juez justo, que entregará la corona de la justicia a quienes hayan aguardado con amor su manifestación (2 Tim 4,6-8.16-18).

ORACIÓN Y ESPERANZA

En el evangelio de Lucas aparece muchas veces el tema de la oración. En esta ocasión  se nos presenta la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18,9-14). En ella se nos dice que la oración revela la interioridad de la persona y la comprensión que tiene de sí  misma. 

• El fariseo observa la Ley del Señor y suele dirigir hacia él su mirada. Pero se atribuye a sí mismo el mérito de esas dos cualidades que lo distinguen. Se gloría de su  moralidad y de su piedad, olvidando que son un don de Dios. Su autosuficiencia le permite juzgar y despreciar a otro, que también dirige a Dios su oración. 

• El publicano se ocupa en la recaudación de los impuestos que el imperio romano exige a sus súbditos. A causa de ello, es considerado por el pueblo como un pecador. Él sabe que solamente en Dios puede encontrar acogida y comprensión. Por eso no puede más que susurrar una oración en la que solo puede implorar la  misericordia de Dios. 

Ante estos dos ejemplos, podemos recordar uno de los proverbios de Raimundo Lulio que resulta muy apropiado para este año jubilar: “Ruega con esperanza y espera con oración”

LA MENTIRA Y LA VERDAD

En su encíclica sobre la esperanza, el papa Benedicto XVI escribió que en la oración, el hombre “debe liberarse de las mentiras ocultas con que se engaña a sí mismo: Dios las escruta, y la confrontación con Dios obliga al hombre a reconocerlas también” (SS 33).  

• “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres”. El fariseo cree en sí  mismo más que en Dios. Su oración nos lleva a nosotros a reconocer nuestra autosuficiencia y la frivolidad con la que a veces solemos juzgar a los demás.

• “Oh Dios, ten compasión de este pecador”. Esta oración del publicano nos invita a considerar de verdad la seriedad del pecado. Pero también nos lleva a confiar en la misericordia de Dios, que no se cansa de escuchar, acoger y perdonar a los humildes.

  - Señor y Padre nuestro, tú conoces nuestras acciones y conoces también el espíritu con el que las llevamos a cabo. Tú conoces nuestra verdad y puedes alentarnos a seguirte por el camino. Demasiadas veces pretendemos justificarnos ante ti. Solo tú puedes aceptarnos como somos y ayudarnos a ser como deseas y esperas que seamos. Ten piedad de nosotros y ayúdanos a caminar en la humildad. Amén. 

                                                                                        José-Román Flecha Andrés

CADA DÍA SU AFÁN - 25 de octubre de 2025


SOBRE LA JUSTICIA

 El día 20 de septiembre de este año 2025 el papa León XIV recibía en la Plaza de San Pedro a los trabajadores por la justicia que habían acudido a Roma para celebrar su jubileo. En su discurso hay unas cuantas ideas que merecen atención.

1.  La justicia es indispensable para el desarrollo ordenado de la sociedad. La función de la justicia es la convivencia humana y no puede reducirse a la simple aplicación de la ley o al trabajo de los jueces.

2. La justicia une la dignidad de cada persona, su relación con los demás, la convivencia social, las estructuras y las reglas comunes, poniendo siempre en el centro el valor de cada ser humano.

3. En cuanto virtud moral o cardinal, la justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.

4. La justicia exige respetar los derechos de cada uno y establecer la equidad respecto a las personas y al bien común. Por eso, garantiza la defensa del débil y del que pide justicia al ser víctima de opresión, exclusión o indiferencia.

5. Tras recordar algunos textos evangélicos, el Papa, añade que “la fuerza del perdón, propia del mandamiento del amor, es el elemento constitutivo de una justicia capaz de unir lo divino con lo humano”.

6. La justicia evangélica no aparta de la justicia humana, sino que la impulsa a ir más allá, hacia la reconciliación. El mal no solo debe sancionarse, sino también repararse. Para ello, es necesario considerar el bien de las personas y el bien común.  

7. La justicia ha de llevar a la igualdad para que todos puedan ver garantizados los derechos inherentes a su dignidad, respaldados por valores comunes y compartidos, que inspiren normas y leyes justas. 

8. En este tiempo, hay que recuperar los valores olvidados de la convivencia, para tratar de superar el desprecio a la vida humana desde su inicio, el desprecio de los derechos fundamentales de la persona y la negación de la libertad de la conciencia.

9. Tender hacia la justicia requiere amarla de verdad, uniendo la atención constante, el desinterés radical y un discernimiento perseverante y responsable.  

 10. San Agustín escribía: “No puede gobernarse un Estado sin justicia. Donde no hay justicia no puede haber un derecho. Donde no hay justicia no hay Estado. Pero ¿Qué justicia humana es esa que arranca al hombre del Dios verdadero?” 

Según el papa León XIV, aquellas palabras de san Agustín nos invitan a dar siempre lo mejor de nosotros mismos en el ejercicio de la justicia. Una justicia que ha de estar al servicio del pueblo, con la mirada puesta en Dios. Con esa aspiración a la armonía social, podremos respetar el derecho y la dignidad de las personas.

                                                                              José-Román Flecha Andrés

martes, 14 de octubre de 2025

DOMINGO 29º TIEMPO ORDINARIO C 2025

EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 29 TO. C 19 de octubre de 2025

 

JUSTICIA Y ORACIÓN

“¿No hará Dios justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?;

¿o les dará largas? 

Os digo que les hará justicia sin tardar”. 

 (Lc 18,7-8)

1.      En la Biblia, el huérfano y la viuda resumen la situación de los más olvidados y marginados. ¿Quiénes podrían compararse con ellos en esta sociedad?

2.      El evangelio evoca la figura de un juez que no atiende a una pobre viuda. ¿Refleja la parábola alguna situación que conocemos?

3.      ¿La imagen del juez injusto puede reflejar hoy día a algunas estructuras de nuestra sociedad, nacional o internacional?

4.      ¿Y nosotros hemos prestado atención a algún necesitado solamente para refugiarnos en nuestra tranquilidad personal?

5.      Al tiempo que denuncia la injusticia humana, la parábola evangélica manifiesta la justicia divina. ¿Esa alusión significa algo para el momento en que vivimos?

6.      ¿Qué situaciones, prejuicios o tentaciones pueden hacer que nuestra oración sea menos insistente que la de la viuda de la parábola?

7.      ¿Y yo por qué suelo disculpar mi tibieza, afirmando ligeramente que no tengo tiempo para la oración?

                                                                                                         José-Román Flecha

REFLEXIÓN - Domingo 29 del Tiempo Ordinario. C 19 de octubre de 2025

 

INSISTIR EN LA ORACIÓN

“Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec”. Josué se enfrenta en el llano a  los amalecitas y Moisés ora en el monte por su pueblo (Éx 17,8-13). Un buen ejemplo de colaboración a la hora de llevar adelante los planes de Dios.

El texto recuerda la fe de Moisés y nos anuncia el papel que Josué ha de representar como  el futuro guía de su pueblo. La imagen de Moisés orando con los brazos en alto evoca la misericordia de Dios y la gratuidad de la liberación. 

El salmo responsorial evoca aquel momento de la historia de Israel para orientar la oración de los creyentes: “Levanto  mis ojos a los motes; ¿de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me vine del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sal 120,1-2).

San Pablo dice a Timoteo que la Escritura inspirada por Dios es útil para enseñar, reprender, corregir y educar en la virtud para poder llevar a cabo toda obra buena  (2 Tim 3,16-17).

LOS TRES PERSONAJES

También el evangelio subraya el valor de la oración. Para reflejarlo de una forma fácilmente inteligible, Jesús lo expresa en la parábola de la viuda y el juez injusto  (Lc 18,1-8). Los dos personajes encarnan dos tipos humanos de personas, al tiempo que reflejan los atributos de Dios.

• La viuda era en Israel la imagen más evidente de la pobreza y el desamparo. La  mujer viuda se veía sola y no tenía quien defendiera sus derechos ante la asamblea popular. En este caso, se dice que sus derechos han sido ignorados y pisoteados repetidas veces por los prepotentes.

• Por otro lado aparece el juez al que acude la viuda reclamando justicia. La Biblia evoca varias veces la rectitud de los jueces y el respeto que muestran a la ley y las personas. Pero este juez no merece confianza: “Ni temía a Dios ni le importaban los hombres”. 

• Este juez corrupto ignora a la viuda que le suplica. Al fin el juez accede a escucharla, tan solo para librarse de su insistencia. Por contraposición, se anuncia que Dios escucha la oración de los que le suplican y les hace justicia. Dios es justo y compasivo, misericordioso y fiel.

LA SÚPLICA Y LA INJUSTICIA

Es preciso orar con insistencia. La parábola del juez inicuo que ignora el lamento de la pobre viuda nos lleva también a recordar el tono suplicante de aquella mujer:

• “Hazme justicia frente a mi adversario”. La situación se repite en todo tiempo y lugar. Hoy muchas personas se sienten marginadas en la sociedad, en el puesto de trabajo y aun en su propia familia. Pero tienen derecho a reclamar justica y atención a sus derechos.

• “Hazme justicia frente a mi adversario”. También la Iglesia, como comunidad tantas veces humillada, puede y debe dirigirse a Dios. De hecho, habrá de implorar su misericordia y su justicia, cuando muchos de sus hijos son calumniados y perseguidos hasta la muerte.

• “Hazme justicia frente a mi adversario”. Muchas personas y comunidades ven pisoteados sus derechos por la injusticia de los poderosos. Pero Dios no es neutral. Pensar en el juicio de Dios es un motivo de esperanza, como escribió Benedicto XVI en su encíclica “Salvados en esperanza”. 

- Padre nuestro que estás en el cielo, tú sabes que muchas veces nos sentimos ignorados y despreciados. Que la fe en tu poder y tu misericordia aliente nuestra oración. Y que ésta nos motive para anunciar el valor de la justicia y denunciar las mil formas de la injusticia que con frecuencia aplasta a los más humildes de tus hijos. Amén.

                                                                                      José-Román Flecha Andrés

CADA DÍA SU AFÁN - 18 de octubre de 2025

 

LAS MISIONES Y LOS MISIONEROS

Algunos de nosotros todavía recordamos con qué entusiasmo salíamos por las calles, llevando una hucha para colaborar en la colecta en favor de las misiones. El tercer domingo de octubre se celebraba el DOMUND. Era el Domingo mundial de la propagación de la fe.

Lo es todavía, aunque hayan cambiado los tiempos, el entusiasmo de los niños y la hucha de la colecta. Pero sobre todo ha cambiado la reflexión teológica sobre la misión y el estilo de la misma.

El papa Pablo VI escribió que “nos corresponde a nosotros anunciar el Evangelio en este período extraordinario de la historia humana, un tiempo en el que, a vértices de progreso, nunca antes logrados, se asocian abismos de perplejidad y desesperación, también sin precedentes”.

Ha pasado más de medio siglo desde aquel mensaje y la situación de este mundo nuestro no ha mejorado. En algunos países ha aumentado de forma sorprendente el número y el compromiso de los católicos. Pero en otros países, las nuevas generaciones se han dejado seducir por los ídolos del tener, el poder y el placer. Y, además, muchos misioneros y muchos cristianos están siendo perseguidos y martirizados en un lugar y en otro de la tierra.

Con motivo de la celebración del jubileo de los misioneros y de los emigrantes, el papa León XIV acaba de decirnos que esta “es una hermosa ocasión para reavivar en nosotros la conciencia de la vocación misionera, que nace del deseo de llevar a todos la alegría y la consolación del Evangelio, especialmente a aquellos que viven una historia difícil y herida”.    

Y así es. “El Espíritu nos manda continuar la obra de Cristo en las periferias del mundo, marcadas a veces por la guerra, la injusticia y por el sufrimiento”.  Hoy las fronteras de la misión ya no son las geográficas, porque son la pobreza, el sufrimiento y el deseo de una esperanza mayor las que vienen hacia nosotros.    

Son muchos los misioneros y las misioneras, pero este precioso servicio interpela a cada uno de nosotros, en la medida de nuestras posibilidades. Ello exige al menos dos grandes compromisos: la cooperación misionera y la vocación misionera.

Es preciso promover una renovada cooperación misionera entre las Iglesias. Y hay que recordar la belleza y la importancia de las vocaciones misioneras. Hoy se necesita un nuevo impulso misionero, de los laicos, de los religiosos y sacerdotes. Y se necesitan nuevas propuestas y experiencias vocacionales para suscitar este deseo, especialmente en los jóvenes.

El Papa encomienda a todos a “la intercesión de María, primera misionera de su Hijo, que se pone en camino sin demora hacia los montes de Judea, llevando a Jesús en su seno y poniéndose al servicio de Isabel”.

José-Román Flecha Andrés

 

 

 

 

 

DOMINGO 28º TIEMPO ORDINARIO C 2025

lunes, 6 de octubre de 2025

EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 28 TO. C 12 de octubre de 2025


DAR GLORIA A DIOS                   

¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿Dónde están? 

¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?”. 

 (Lc 17,17-18) 

1.      En otro tiempo la lepra era una enfermedad temible. En un sentido más amplio, ¿Cuáles son las “lepras” más habituales en este tiempo?

2.      ¿Pensamos que esas tres preguntas de Jesús pueden tener algún significado en las sociedades actuales?

3.      ¿Qué nos sugiere el hecho de que Jesús haya curado de la lepra a enfermos de diversa procedencia?

4.      ¿Qué podemos pensar de los nueve enfermos curados de la lepra que no han vuelto a dar gloria a Dios?

5.      ¿Qué significa para nosotros el hecho de que solo se muestre agradecido un samaritano, considerado como inaceptable por los judíos y los galileos?

6.      En nuestra oración seguramente está presente la petición de gracias o favores. ¿Concedemos igual atención a la acción de gracias?

7.      ¿Qué importancia doy yo en mi vida a la Eucaristía, que es precisamente el sacramento de la acción de gracias a Dios?

                                                                                                                 José-Román Flecha

REFLEXIÓN - Domingo 28 del Tiempo Ordinario. C 12 de octubre de 2025

 

LA LEPRA DE ESTE TIEMPO 

Naamán, jefe de los ejércitos de Siria, llegó a Samaría buscando remedio para su lepra. No encontró la curación en el rey, sino en un profeta. Obedeciendo a Eliseo, reconocido como el hombre de Dios, se bañó siete veces en el Jordán. Al verse curado, exclamó: “Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el Dios de Israel” (2 Re 5,13-17).  

La experiencia  nos dice que, aunque parezca poderoso, el ser humano es más vulnerable de lo que se imagina. El relato bíblico evoca la dignidad, la libertad y la generosidad del profeta, que acoge a los necesitados, sean de la raza y religión que sean. Pero el relato habla sobre todo de la fe. Aun siendo pagano, Naamán llega a descubrir el poder de Dios sobre el mal.

Esa  misericordia universal de Dios se refleja en el  salmo responsorial de este día:  “Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios” (Sal 97,3).

Su misericordia y su fidelidad se besan. Como escribe el apóstol Pablo a su discípulo Timoteo, “Dios permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo” (2 Tim 2,13).

CONFIANZA Y COMPASIÓN

También el evangelio de hoy evoca la plaga de la lepra (Lc 17,11-19). A Jesús llegan un día unos leprosos que vagan por los campos, alejándose de los pueblos y ciudades, según lo prescribe la Ley. Pero, de alguna manera, han conocido el poder y la misericordia de Jesús.

Desde lejos le imploran a gritos: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”. La compasión del profeta Eliseo se hace ahora realidad en la persona de Jesús, que los envía a los sacerdotes para que certifiquen su curación y puedan así integrarse  en la sociedad.

• Es cierto que, junto a la misericordia de Jesús, el relato subraya la confianza de los leprosos que acuden a él. En realidad, aun antes de verse curados de su lepra, obedecen el mandato del Maestro y se disponen a ir en busca de los sacerdotes.  

• Además, el relato evangélico anota que, entre los diez que habían pedido su  curación, solo uno de ellos regresa a dar gracias por haberla obtenido. Pero ese que se muestra agradecido es un samaritano, considerado como enemigo y proscrito por los judíos y los galileos.

FE Y GRATITUD

Precisamente a este leproso que regresa para agradecer la sanación se dirigen las palabras de Jesús con las que se cierra este relato:  

• “Levántate y vete: tu fe te ha salvado”. Es evidente que aquellos leprosos no han sido curados por la Ley de Moisés y por la intervención de los sacerdotes, sino por la fe en el Maestro de la nueva Ley. La sanación refleja la salvación integral que solo puede venir de él.

• “Levántate y vete: tu fe te ha salvado”. El relato evangélico nos dice que también el creyente de hoy ha de aprender a pedir y agradecer la sanación integral. Puede dirigirse al Señor en oración. Y debe agradecer al Señor el don gratuito de la salvación.

• “Levántate y vete: tu fe te ha salvado”. Hoy son  muchos los que se consideran lejos de Dios. Pero también ellos pueden acercarse al que es la fuente de la gracia. La solidaridad en el dolor y en la prueba nos invita a  todos a celebrar y agradecer la salvación universal.

- Padre nuestro que estás en los cielos, tú conoces las muchas formas de lepra que padecemos en este tiempo. Hoy reconocemos y confesamos que tan solo tu Hijo Jesucristo puede abrirnos a la esperanza. Que tu Espíritu nos conceda la fe para acercarnos a él y la gratitud para reconocer su poder y su misericordia. Amén.

                                                                  José-Román Flecha Andrés