EL CÁNTARO
martes, 15 de julio de 2025
EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 16 del Tiempo Ordinario. C 20 de julio de 2025
TRABAJAR Y ESCUCHAR
“María ha escogido la mejor parte, y no le será arrebatada”.
(Lc 10,42)
1.
La
propaganda y la publicidad nos ofrecen muchos objetos y muchas situaciones que
suscitan nuestros deseos. ¿Tenemos un criterio para ver si merecen nuestra
atención?
2.
Ante
cada uno de nosotros se abren con frecuencia diversas opciones. ¿Cómo podemos
decidir cuál de ellas es la mejor parte?
3.
También
en nuestra vida de creyentes parecen entrar en conflicto la acción y la oración,
el trabajo y la escucha de la palabra de Dios. ¿Cómo podemos tomar una decisión?
4.
En
su exhortación “Gaudete et exsultate”, el papa Francisco decía que la
contemplación no puede vivirse al margen de las necesidades de los necesitados
con los que el Señor se identifica (GS 96-97). ¿Puede ocurrir eso en la vida
cristiana?
5.
Además,
en la misma exhortación, el papa Francisco señalaba el error de querer dedicarse
a los demás sin mantener la unión con el Señor (GE 100). ¿Creemos que esto
ocurre en la realidad?
6.
La
queja de Marta puede nacer del cansancio en el trabajo, pero también de los
celos o de la envidia. ¿A qué responden nuestras quejas con respecto a los
demás?
7.
¿Y
yo voy aprendiendo a valorar la acción y la contemplación, la escucha de la
palabra de Dios y el compromiso con mis hermanos?
José-Román Flecha
REFLEXIÓN - Domingo 16 del Tiempo Ordinario. C 20 de julio de 2025
EL VALOR DE LA HOSPITALIDAD
“Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de
largo junto a tu siervo”. Con este ruego
recibe Abrahán a los tres peregrinos que han llegado hasta su tienda (Gén
18,1-10). En sus labios se convierte en oración la famosa hospitalidad de los
beduinos.
Pero
el texto recoge también la promesa que formula uno de los peregrinos que han
sido acogidos por Abrahán: “Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de
costumbre, Sara habrá tenido un hijo”. Evidentemente, es Dios quien habla por
medio de aquellos mensajeros.
Evocando
esta escena bíblica, también nosotros podemos exclamar: “Señor, ¿Quién puede
hospedarse en tu tienda?” (Sal 142,2). Según este salmo, las virtudes nos
capacitan para encontrarnos con los demás y con el mismo Dios.
Por otra parte, san Pablo dice que acepta sus sufrimientos para completar en su carne lo que falta a los padecimientos de Cristo en favor de su cuerpo que es la Iglesia (Col 1,24-28).
LA QUEJA DE MARTA
También
en el evangelio que hoy se proclama encontramos una escena de hospitalidad.
Mientras va de camino, Jesús se detiene en una aldea. Una mujer llamada Marta
le ofrece hospitalidad en su casa y se preocupa de servirle. Mientras tanto, su
hermana María se sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra (Lc 10,38-42).
Marta
se queja ante Jesús de que su hermana la deje a ella sola ocuparse de las
atenciones que requiere la hospitalidad: “Señor no te importa que mi hermana me
haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano”.
Es evidente que Marta está incómoda por la
actitud de María. Le parece que el Maestro ignora todo lo que ella está
haciendo para ofrecerle una decorosa hospitalidad. Según ella, Jesús debería
prestarle un poco de atención.
Las
palabras de Marta nos hacen recordar la tempestad en el lago de Galilea. En aquella ocasión, los discípulos se habían dirigido a Jesús con un grito de
angustia: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” (Mc 4,38).
El escenario es muy diferente, pero la queja de Marta es muy semejante. En un caso y en otro late la inquietud por la aparente indiferencia de Jesús ante la situación de la persona.
LA RESPUESTA DE JESÚS
Ahí
queda esa nerviosa pregunta de Marta. Pero a todos nos interesa escuchar la
doble respuesta que Jesús le dirige.
•
“Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: solo una es
necesaria”. En estos tiempos, tanto la Iglesia como la sociedad parecen muy
afanadas en multiplicar sus ocupaciones
terrenas, mientras se olvidan de reflexionar sobre la verdad que nos
hace libres.
•
“María ha escogido la mejor parte, y no le será arrebatada”. Esta frase de
Jesús se dirige a la Iglesia, llamada a escuchar la palabra del Señor. Pero
interpela también a una sociedad que desprecia los símbolos cristianos, persigue
a los creyentes y los condena a muerte.
- Señor Jesús, también hoy vienes a nuestra casa. Enséñanos a acogerte con dignidad y a escucharte con atención. Que nuestro trabajo y nuestra contemplación reflejen la verdad de nuestra fe. Abre nuestros corazones para que aprendamos a acogerte en los pobres y en los marginados, en los emigrantes y en los perseguidos. Con ellos llegas tú a nuestra casa. Bendito seas tú, que vienes en el nombre del Señor. Amén.
José-Román Flecha Andrés
CADA DÍA SU AFÁN - 19 de julio de 2025
TESTIGOS DE ESPERANZA
El papa León XIV ha iniciado su mensaje para la
Jornada Mundial de los Abuelos y los mayores de este 2025 con la frase
bíblica: “Feliz el que no ve
desvanecerse su esperanza” (cf. Si 14,2)
1. En primer lugar, afirma el Papa que “la esperanza siempre es fuente
de alegría, a cualquier edad. Cuando ha sido templada por el fuego de una larga
existencia, se vuelve fuente de una bienaventuranza plena”.
2. En la Biblia encontramos a hombres y mujeres ya avanzados en años,
a los que el Señor invita a participar en sus designios de salvación. Con estas
elecciones, Dios nos enseña que la ancianidad es un tiempo de bendición y de
gracia, y que para él los
ancianos son los primeros testigos de esperanza.
3. Es evidente que en este tiempo está aumentado el número de personas
en edad avanzada. Ese hecho es para nosotros un signo de los tiempos que
estamos llamados a discernir, para leer correctamente la historia que vivimos.
4. “Abrazar a un anciano nos ayuda a comprender que la historia no se
agota en el presente, ni se consuma entre encuentros fugaces y relaciones
fragmentarias, sino que se abre paso hacia el futuro”.
5. Es verdad que la fragilidad de los ancianos necesita la ayuda y el
vigor de los jóvenes. Pero también es verdad que la inexperiencia de los
jóvenes necesita el consejo y el testimonio de los ancianos para proyectar el
futuro con sabiduría.
6. La fe en la fidelidad de Dios nos dice que hay una bienaventuranza
en la ancianidad y una alegría evangélica, que nos pide superar la
indiferencia, que con frecuencia aprisiona a los ancianos. No podemos dejar marginada
y olvidada a una parte tan importante y rica de la sociedad.
7. La esperanza cristiana nos impulsa siempre a arriesgar más, a
pensar en grande, a trabajar por un cambio que restituya a los ancianos la estima
que se merecen.
8. Y la caridad nos dice que visitar a un anciano es un modo de
encontrarnos con Jesús. A ellos los libera de la soledad y a todos nos aleja de
la indiferencia.
9. Si la vida se alarga, pueden existir muchos motivos para volver la
vista atrás, más que hacia el futuro. Pero el libro del Eclesiástico
afirma que son bienaventurados quienes
mantienen la esperanza.
10. El amor por nuestros seres queridos no debe apagarse cuando se
debilitan sus fuerzas. Al contrario, ese afecto reaviva sus energías, dándonos
a nosotros y a ellos esperanza y consuelo.
Finalmente, el papa León XIV exhorta a todas las personas mayores a transmitir
con amor la fe que han vivido durante tantos años, a alabar a Dios por su
benevolencia y a cultivar la unidad con todos sus seres queridos.
Todos estamos llamados a vivir la fe, a amar con sinceridad y a ser signos de esperanza a cualquier edad de nuestra vida.
José-Román Flecha Andrés
miércoles, 9 de julio de 2025
EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 15 del Tiempo Ordinario. C 13 de julio de 2025
UN BUEN MODELO
“Anda y haz tú lo mismo”
(Lc 10,37)
1.
No
siempre estamos dispuestos a admitirlo, pero ¿no es verdad que todos tratamos
de imitar a un modelo concreto?
2.
¿Imitar
a un modelo de vida no implica aceptar como válidos para nosotros los valores
que lo distinguen?
3.
¿En
qué se distinguen los modelos a los que se suele imitar en este tiempo y en
nuestra sociedad?
4.
Al
letrado que le pregunta cuál es el mandamiento principal Jesús le propone una
parábola. ¿Qué ventajas o inconvenientes tiene esa forma de dialogar?
5.
En
lugar de definir al prójimo, Jesús exhorta al letrado a hacerse prójimo del
apaleado e ignorado. ¿Qué nos sugiere hoy ese cambio de perspectiva?
6.
Presentar
como modelo a un samaritano, con el que Jesús se identifica, era escandaloso.
¿En qué casos se repite hoy esa situación?
7.
¿Me
detengo yo a prestar una atención afectiva y efectiva a las personas marginadas
que me encuentro por el camino?
José-Román Flecha
REFLEXIÓN _ Domingo 15 del Tiempo Ordinario. C 13 de julio de 2025
EL PRÓJIMO
“El mandamiento está muy cerca de ti: en tu
corazón y en tu boca. Cúmplelo” (Deut 30,14).
El libro del Deuteronomio pone en boca de Moisés la invitación a escuchar
sus mandamientos y ponerlos en práctica..
Los mandamientos
de Dios no son unas normas irracionales.
Reflejan los grandes valores éticos que los hombres pueden llegar a
descubrir por su propia razón. De su
cumplimiento depende la afirmación y el respeto de la dignidad humana. Además,
el cumplimiento de los mandamientos garantiza la paz y la justicia entre las
gentes y los pueblos.
El salmo
responsorial que hoy se canta nos exhorta a vivir en humildad y nos invita a
buscar al Señor, para que podamos alcanzar una vida nueva y feliz (Sal
68,33-34).
San Pablo recuerda a los colosenses que Dios nos concede la paz por medio de la sangre de Cristo, derramada en la cruz (Col 1,15).
LA ENSEÑANZA DE LA LEY
En el evangelio
de este domingo se dice que un letrado se acerca a Jesús y le dirige una
pregunta muy semejante a la del joven rico: “Maestro, ¿Qué tengo que hacer para
heredar la vida eterna?” (Lc 10,25-37).
Jesús le
responde preguntándole qué es lo que está escrito en la ley. El letrado cita el
libro del Deuteronomio: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda
tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser” (Dt 6,5). Y añade
otro precepto tomado del Levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”
(Lev 19,18).
El primer precepto era admitido sin discusión. Pero el segundo suscitaba muchas interpretaciones. Para unos, el prójimo digno de amor era todo el que pertenecía al pueblo de Israel. Para otros, prójimo era tan solo quien cumplía la ley. Así que el letrado quiere conocer la opinión personal de Jesús y le dirige una segunda pregunta: “¿Quién es mi prójimo”.
TESTIGOS DE LA MISERICORDIA
Jesús cuenta que
un viajero que baja de Jerusalén a Jericó es asaltado por los ladrones que lo
roban, lo apalean y lo dejan medio muerto. Por allí pasan tres viajeros
• En primer
lugar, pasa por allí un sacerdote. Ve al hombre maltrecho, pero da un rodeo
para no acercarse a él, tal vez para no contaminarse con la sangre antes de ir
a ofrecer un sacrificio. En realidad, no se interesa por el hombre malherido..
• Después pasa por
el mismo lugar un levita, que repite los mismos gestos. También él da un rodeo
para mantenerse alejado del herido. Y también él trata de ignorar la desgracia
de aquel hombre y pasa de largo.
• Pero pasa un
viajero que se fija en el herido. Se le conmueven las entrañas, cura sus
heridas, lo carga en su cabalgadura y lo lleva a un albergue, lo atiende
personalmente, pide al posadero que cuide de él y promete volver para pagar los gastos que el cuidado haya causado.
Al final del relato, Jesús pregunta al
letrado quién se hizo prójimo del hombre apaleado. El letrado responde
secamente que aquel que tuvo misericordia. Sus prejuicios y resentimientos no
le permiten decir que el que se hizo prójimo era un samaritano.
- Señor Jesús, tú eres nuestro buen samaritano. Nos has recordado que toda la Ley se resume en el amor a Dios y al prójimo. Y nos enseñas a ser testigos y portadores de la misericordia para todos los que sufren. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.
José-Román Flecha Andrés
CADA DÍA SU AFÁN - 12 de julio de 2025
A PROPÓSITO DE CAíN
El día 25 de marzo de 1995, el papa Juan Pablo II
publicaba su encíclica “Evangelium vitae” sobre el valor y el carácter
inviolable de la vida humana. Han pasado treinta años y merece la pena
recordar que “el evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús”,
pero “tiene un eco profundo y persuasivo en el corazón de cada persona,
creyente e incluso no creyente”.
Tras evocar el asesinato de Abel por parte de su
hermano Caín, el Papa ofrece una serie de preguntas que no pueden dejarnos
indiferentes:
• “¿Cómo no pensar en la violencia contra la vida
de millones de seres humanos, especialmente niños, forzados a la miseria, a la
desnutrición, y al hambre, a causa de una inicua distribución de las riquezas
entre los pueblos y las clases sociales?
• ¿O en la violencia derivada, aun antes de las
guerras, de un comercio escandaloso de armas, que favorece la espiral de tantos
conflictos armados que ensangrientan el mundo?
• ¿O en la siembra de muerte que se realiza con
el temerario desajuste de los equilibrios ecológicos, con la criminal difusión
de la droga, o con el fomento de modelos de práctica de la sexualidad que,
además de ser moralmente inaceptables, son también portadores de graves riesgos
para la vida?”
Según el papa Juan Pablo II, “el siglo XX será considerado
una época de ataques masivos contra la vida, una serie interminable de guerras
y una destrucción permanente de vidas humanas inocentes… Estamos en realidad
ante una objetiva conjura contra
la vida.
Refiriéndose a la Declaración de los Derechos Humanos, añade él: “Justo en una época en la que se proclaman solemnemente los derechos
inviolables de la persona y se afirma públicamente el valor de la vida, el
derecho mismo a la vida queda prácticamente negado y conculcado, en particular
en los momentos más emblemáticos de la existencia, como son el nacimiento y la
muerte”.
¿De dónde surge esa contradicción que se observa
todos los días y en todas partes? Según Juan Pablo II, “el origen de la
contradicción entre la solemne afirmación de los derechos del hombre y su
trágica negación en la práctica, está en un concepto de libertad que exalta de modo absoluto al
individuo, y no lo dispone a la solidaridad, a la plena acogida y al servicio
del otro”.
Entre las causas que han originado esta cultura de la muerte, el Papa
se refiere a la ausencia de Dios: “Perdiendo el sentido de Dios, se tiende a perder también el sentido del
hombre, de su dignidad y de su vida”.
Pero también ocurre lo contrario. La violación
sistemática de la ley moral en el campo del respeto de la vida humana y su
dignidad, oscurece “la capacidad de percibir la presencia vivificante y
salvadora de Dios”.
Es hora de considerar nuestra actitud personal y la responsabilidad social ante el don de la vida humana.
José-Román Flecha Andrés
lunes, 30 de junio de 2025
EXAMEN DE CONCIENCIA - Domingo 14 del Tiempo Ordinario. C - 6 de julio de 2025
LA RAZÓN DE LA ALEGRÍA
(Lc 10,20)
1.
Se
dice a veces que en este tiempo es casi imposible vivir en la alegría. ¿Se
puede considerar verdadera esa percepción?
2.
Suponiendo
que esa afirmación no sea tan verdadera, ¿en qué suele fundamentarse hoy la
alegría?
3.
Los
discípulos de Jesús se alegraban al ver que su mensaje era escuchado por las
gentes. ¿Se vive también hoy esa experiencia?
4.
¿Qué
significa esa afirmación de Jesús, según la cual los nombres de sus discípulos
están escritos en el cielo?
5.
¿Y
las personas que no siguen a Jesucristo o no aceptan su mensaje no tendrán sus
nombres inscritos en el cielo?
6.
¿Con
esa afirmación de Jesús se invalidan las razones en las que puede fundamentarse
la alegría humana?
7.
¿Y
yo estoy convencido de que la vivencia y la difusión del evangelio me aseguran
la verdadera razón de la alegría?
REFLEXIÓN - Domingo 14 del tiempo ordinario. C 6 de julio de 2025
MENSAJEROS DE LA ALEGRÍA
“Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que
la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto” (Is 66,10).
Es impresionante esta invitación a la alegría que se encuentra en el último capítulo del
libro de Isaías. Después del exilio en Babilonia, Dios va a facilitar el
nacimiento de la nueva Jerusalén.
El texto emplea una imagen
altamente expresiva en aquel tiempo y en aquel lugar. Dios va a hacer que la
paz corra hacia Jerusalén con la abundancia de un río caudaloso. Esta presencia
misericordiosa de Dios será la verdadera causa de la alegría para su pueblo.
La alegría reaparece también
en el salmo responsorial: ”Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna
eternamente” (Sal 65,6).
Con todo, la felicidad y la gloria no tienen su causa en los logros humanos. San Pablo escribe a los gálatas que él solamente puede gloriarse en la cruz de Jesucristo (Gál 6,14-18).
LA PRESENCIA DEL REINO
Según el evangelio de Lucas,
al iniciar su subida hacia Jerusalén, Jesús envía a sus discípulos por delante
de él, para que le preparen el camino (Lc 10,1-12.17-20).
• Jesús los envía de dos en
dos, porque en su tierra, el testimonio de una persona solamente era creíble
cuando era apoyado por otra persona. Además, los discípuos habían de caminar
unidos, puesto que eran enviados a anunciar la paz.
• Jesús los envía ligeros de
equipaje. El mensaje que anuncian no se apoya en la fuerza, en las riquezas o en
los medios de los mensajeros.
• Además, los mensajeros han
de curar a los enfermos que se encuentren. Han de ser recibidos como portadores de la misericordia y
de la compasión de su Maestro.
• Y este es el mensaje que han de proclamar en todo lugar: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”. No se trata de amedrentar a las gentes. Al contrario: les anunciarán la presencia de Dios entre los hombres. En realidad, Jesús mismo era ya el Reino de Dios.
LA VERDADERA ALEGRÍA
Según el texto evangélico,
los discípulos retornan de su misión y comunican a Jesús los efectos de su
predicación, de las curaciones y de los exorcismos que han realizado. Y su
experiencia es el contenido de su diálogo con el Maestro:
• “Señor, hasta los demonios se nos someten en
tu nombre”. El nombre significa y representa la dignidad de Jesús. Los
discípulos han podido comprobar el poder que ejerce el nombre del Maestro sobre
el espíritu del mal.
• “No estéis alegres porque
se os someten los espíritus”. Ante la
alegria de sus discípulos, Jesús les advierte que no caigan en la ingenuidad de
creer que yan han logrado someter a los espíritus que manejan este mundo.
• “Estad alegres porque
vuestros nombres están inscritos en el cielo”. Los discípulos aludían al nombre
de Jesús, pero él alude ahora al nombre de los suyos. Han de alegrarse porque
el Padre los tiene ya presentes en su reino.
- Señor Jesús, tú nos has
enviado como mensajeros de tu paz y como heraldos del Reino de Dios. No debemos
caer en el desaliento ante los aparentes fracasos de nuestra misión. Pero tampoco debemos
enorgullecernos por los éxitos que nos parece haber alcanzado. La verdadera
alegría nace solamente de sabernos amados por el Padre celestial. Amén.
CADA DÍA SU AFÁN 5 de julio de 2025
LA TRINIDAD Y EL DEPORTE
No es sorprendente que
se predique alguna vez sobre la Santa Trinidad de Dios. A fin de cuentas, los
cristianos hemos sido bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Lo que es sorprendente es que se una la fe en la
Trinidad con la práctica del deporte. Y eso es lo que ha hecho el papa León XIV
en una reciente homilía.
Él mismo
ha reconocido que el binomio “Trinidad-deporte” no es
precisamente habitual. Sin embargo, aunque Dios no es estático, no está cerrado
en sí mismo. Es comunión, relación viva entre el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo, que se abre a la humanidad y al mundo.
El deporte puede ayudarnos a encontrar a Dios
Trinidad: porque requiere un movimiento exterior e interior del yo hacia el
otro. En consecuencia, el papa León XIV
ha mencionado tres aspectos que hacen del deporte un medio valioso para la
formación humana y cristiana.
1. Esta sociedad marcada por la soledad,
en la que el individualismo nos ha hecho pasar del “nosotros” al “yo”, nos ha
llevado a ignorar al otro. Pero el deporte —especialmente cuando se practica en
equipo— nos enseña el valor de la colaboración, de caminar juntos, de ese
compartir que está en el corazón mismo de la vida de Dios. Así que el deporte puede
convertirse en un medio de encuentro.
2. Además, esta sociedad es cada vez más digital.
Las tecnologías acercan a personas lejanas e ignoran a las que están cerca.
Pero el deporte valora el estar juntos, el sentido del cuerpo, del espacio, del
esfuerzo, del tiempo real. En lugar de escaparnos a mundos virtuales, nos ayuda
a mantenernos en contacto con la naturaleza y con la vida concreta, que es el único
lugar en el que se ejerce el amor.
3. Finalmente, esta es “una sociedad competitiva,
donde parece que solo los fuertes y los ganadores merecen vivir”. Pero el
deporte nos enseña también a perder. Nos pone a prueba en el arte de la
derrota. Nos enseña una de las verdades más profundas de nuestra condición
humana: la fragilidad, el límite, la imperfección.
Para retomar el tema central del año jubilar, el
Papa añade que “a partir de la experiencia de esta fragilidad nos abrimos a la
esperanza. El atleta que nunca se equivoca, que no pierde jamás, no existe. Los
campeones no son máquinas infalibles, sino hombres y mujeres que, incluso
cuando caen, encuentran el valor para levantarse”.
Por tanto, no cabe ceder a la tentación de la
pereza. “Es el entrenamiento diario del amor lo que nos acerca a la victoria
definitiva y nos hace capaces de trabajar en la construcción de un mundo nuevo”.
Según el Papa, la Iglesia confía a los deportistas la misión de ser un reflejo del amor de Dios Trinidad, como atletas, como formadores, como sociedad, como grupos, como familias.
José-Román Flecha Andrés
miércoles, 25 de junio de 2025
EXAMEN DE CONCIENCIA - Fiesta de San Pedro y San Pablo. C 29 de junio de 2025
LA PIEDRA Y LA IGLESIA
“Tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder del infierno no la derrotará”
(Mt 16,18)
1.
¿Qué
nos sugiere el hecho de que Jesús haya decidido dar a Simón el nombre de Pedro,
es decir “Roca”?
2.
¿Esa
denominación de Pedro es un obstáculo para reconocer a Jesús como “la piedra
angular que desecharon los constructores” (Hech 4,11)?
3.
¿Esa
elección de Simón Pedro nos ayuda a nosotros a comprender la dimensión humana y
divina de la Iglesia?
4.
¿Cómo
hemos de comportarnos si somos piedras vivas que Dios ha elegido para construir
un templo espiritual (1 Pe 2,5-9)?
5.
¿En
este momento concreto de la historia percibimos de alguna manera la fuerza y el
poder del infierno?
6.
¿Qué
exige de cada uno de nosotros esa frase con la que Jesús asegura que el poder
del infierno no podrá derrotar a su Iglesia?
7. ¿Y yo cómo vivo mi pertenencia a esa comunidad de la Iglesia que Jesús quiso vincular a la persona y la misión de Simón Pedro?
José-Román Flecha
REFLEXIÓN - Fiesta de San Pedro y San Pablo 29 de junio 2025
LAS COLUMNAS DE LA IGLESIA
San Pedro y san Pablo son
los pilares de la Iglesia. Pero su categoría humana los convierte en modelos de
coherencia y de rectitud.
El libro de los Hechos de
los Apóstoles (Hech 12,1-11) nos lleva a recordar un famoso fresco de las
“logias” vaticanas, en el que Rafael dejó plasmada la liberación de Pedro.
Herodes lo había metido en la cárcel durante la semana de Pascua. Pero “mientras
Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a
Dios por él”.
Con Simón Pedro nosotros repetimos confiadamente la palabras del salmo: “El Señor me libró de todas mis ansias” (Sal 33).
LA ORACIÓN DE LA IGLESIAS
Orar por Pedro era un deber
de gratitud y de amor para la primera comunidad de Jerusalén. Pedro habrá de
ser bien consciente de que esa oración de su gente le ha “liberado de las manos
de Herodes y de la expectación de los judíos” (Hech 12,11).
De Pedro nos dice el evangelio
(Mt 16,13-19) que reconoció a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios vivo. A
cambio, Jesús le cambió su nombre de Simón por el de Pedro, para hacer de él la
piedra sobre la que edificaría su Iglesia.
También Pablo era consciente
de que el Señor lo había liberado de la boca del león, para que fuera a anunciar
la salvación a todas las gentes que antes consideraba como extrañas. Así resume a su discípulo Timoteo su propia tarea
de apóstol y misionero: “El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar
íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles” (2 Tim 4,17-18).
A decir verdad, la diferencia de talante y de opiniones de estos dos hombres no los separó en vida de la gran misión que les fue confiada por su Señor ni los aleja ahora en nuestra veneración.
DOS APÓSTOLES
Los dos apóstoles y pilares
de nuestra fe han sido liberados por Dios para convertirse en agentes de la
liberación y en mensajeros de la verdad.
• Pedro es el modelo de una
fe que reconoce a Jesús como el ungido de Dios. Esa era la condición mínima
para ser un auténtico discípulo de Jesús de Nazaret. Los que pretendían
seguirlo por otros motivos pronto abandonaron el camino.
• Y Pablo nos recuerda la
necesidad de aceptar que uno ha corrido por la pista equivocada. Es evidente
que en el mundo de hoy es muy difícil reconocer los propios errores. La
obsesión por imponer a los demás las propias ideas o la propia ideología puede hacernos
duros y cínicos hasta negar la evidencia.
• Estos dos
apóstoles son testigos de la fe. Pero son también modelos de humanidad. Ambos
estuvieron al servicio de los otros. En un mundo secular, muchos ponen la
salvación en la técnica o en la política, en el arte o en la guerra. Nosotros
creemos que el camino de la salvación parte de la humildad.
-Señor Jesús, te rogamos que la Iglesia se mantenga fiel a las enseñanzas y al ejemplo de los apóstoles Pedro y Pablo, que recordamos como los pilares y testigos de nuestra fe cristiana. Y que esta sociedad nuestra se decida a buscar la verdad y a vivir de acuerdo con ella.
José-Román Flecha Andrés
CADA DÍA SU AFÁN - 26 de junio de 2025
PEDRO Y PABLO
Uno de los antiguos himnos litúrgicos de
este día de fiesta canta a la Roma feliz, vestida con la púrpura de la sangre
preciosa de tan grandes príncipes. Unos versos más adelante, invoca a los
gloriosos mártires Pedro y Pablo como soldados vencedores en el palacio
celeste, pidiendo que nos libren de todos los males y nos conduzcan a lo alto.
Roma, en efecto les ha dedicado dos grandiosas
basílicas, situadas en el lugar tradicional de su martirio: una en la colina
del Vaticano donde Pedro fue sepultado y la otra al lado de la Vía Ostiense
donde Pablo fue martirizado.
Pero si Roma es feliz por contar con las
reliquias de los príncipes de los apóstoles, toda la Iglesia vuelve a ellos sus
ojos con devoción y gratitud. Ellos son los grandes predicadores de la fe.
Con uno de sus habituales juegos de
palabras, dice san Agustín en un sermón que en Pedro llamó Cristo al pescador,
no al orador o al senador: “Venga primero el pescador para enseñar la humildad
saludable: por él se llega mejor al emperador”.
Y de Pablo dice Bossuet que estaba
demasiado enamorado de las humillaciones del cristiano para querer corromper
con las vanidades de la elocuencia secular la venerable simplicidad del
evangelio de Cristo.
Así que la elocuencia de estos dos
predicadores no se muestra en la ampulosidad de sus discursos, sino que radica
en su propio testimonio de amor a Jesucristo y a su Iglesia.
En esta fiesta la celebración rompe los
límites de todas las paradojas. Al mismo tiempo, celebramos hoy al perseguido y
al perseguidor. Pedro fue aprisionado en Jerusalén por anunciar el nombre de
Jesús. Pablo pasó un tiempo apresando en Jerusalén a los que seguían ese
camino.
Celebramos en una misma fiesta a Simón
llamado Pedro, que trataba de conservar la herencia de Israel y a Saúl, llamado
Pablo, que pretendió abrir esa herencia a todos los pueblos de todas las razas
y culturas.
La liturgia de hoy recuerda en el prefacio
de la eucaristía esas discrepancias, superadas por la misma fe y por el mismo
testimonio martirial:
“En los apóstoles Pedro y Pablo has
querido dar a tu Iglesia un motivo de alegría: Pedro fue el primero en confesar
la fe; Pablo es el maestro insigne que la interpretó. Aquel fundó la primitiva
Iglesia con el resto de Israel, y este la extendió a todas las gentes.
De esta forma, Señor, por caminos
diversos, los dos congregaron la única Iglesia de Cristo, y a los dos,
coronados por el martirio, celebra hoy tu pueblo con una misma veneración”.
Así pues, la fe en Cristo, Señor y
fundador de la Iglesia, los llamó y los convocó. Y ellos, a su vez,
contribuyeron a llamar y convocar de los cuatro vientos a la Iglesia del Señor.
martes, 17 de junio de 2025
EXAMEN DE CONCIENCIA - Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. C 22 de junio de 2025
EL PAN PARTIDO Y COMPARTIDO
“Dadles vosotros de comer”
(Jn 16,13)
1.
¿Nos
hemos preguntado alguna vez por qué hay hambrientos en el mundo cuando se
producen más alimentos que los necesarios?
2.
¿No
nos llama la atención que las gentes siguieran a Jesús hasta olvidarse de
proveerse de alimentos?
3.
¿No
deberíamos preguntarnos con frecuencia de qué están hambrientas las multitudes
de este tiempo nuestro?
4.
¿En
qué sentido podemos entender nosotros el mandato de Jesús para dar de comer a
la multitud?
5.
¿Qué
podemos hacer los seguidores de Jesucristo para presentar su mensaje sobre el
pan partido y compartido?
6.
¿Y
qué deberíamos hacer para suscitar en la opinión pública la responsabilidad de
evitar el hambre en el mundo?
7. Siempre me identifico con los discípulos que han de dar de comer a los hambrientos. ¿No tendré que identificarme alguna vez con ellos?
REFLEXIÓN - Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. C 22 de junio de 2025
LA PALMERA QUE ALEGRA EL ARENAL
“Como estás mi Señor en la custodia, igual que la
palmera que alegra el arenal, queremos que en el centro de la vida reine sobre
las cosas tu ardiente caridad. Cristo en todas las almas y en el mundo la paz”.
Así cantaba el himno escrito por José María Pemán para
el XXXV Congreso Eucarístico Internacional, que se celebró en Barcelona del 27
de mayo al 1 de junio de 1952.
Por entonces, muchas personas recordaban los días
amargos de la guerra civil y pedían la amanecida de la paz. Creían que en la
eucaristía se puede encontrar cuanto queda de amor y de unidad. Esa palmera
puede traernos la caridad en medio del desierto de la indiferencia.
En la fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo recordamos
el pan y el vino del sacrificio de Melquisedec, el rey-sacerdote cananeo que
bendijo a Abraham (Gén 14,18-20).
San Pablo recuerda a los corintios una tradición que
él ha recibido (1 Cor 11,23-26). Al celebrar la eucaristía,
también nosotros hacemos memoria de las palabras de Jesús:
- “Esto es mi cuerpo que se entrega por
vosotros”. Con el signo del pan, Jesús expresaba su entrega a sus
hermanos. Los que participaban en aquella cena y los que habríamos de seguir
sus pasos a lo largo de los tiempos.
- “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi
sangre”. El vino compartido hacía visible el sacrificio de Jesús y sellaba la
alianza nueva de Dios con los hombres. La sangre significaba una alianza de
amor. Era su vida y la nuestra.
- “Haced esto en memoria mía”. La muerte del Justo
injustamente ajusticiado nos interpela. En la eucaristía proclamamos que su
memoria pervive todavía en nosotros. La presencia de Cristo está siempre viva
en medio de su comunidad.
- “Cada vez que coméis de este pan y bebéis de la copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva”. La fe cristiana nos lleva a evocar aquella memoria del pasado y a vivir anclados en una esperanza activa del futuro.
NUESTRA ENTREGA
El evangelio nos propone hoy el conocido relato de la
multiplicación o distribución de los panes y los peces (Lc 9,11-17). Ante la
necesidad de las gentes, Jesús nos invita a compartir con los demás lo que
somos y tenemos.
• “Dadles vosotros de comer”. Estas palabras no son
una simple llamada a la generosidad personal. Tampoco son solamente una
indicación para cambiar un sistema económico-social. Son todo eso y mucho más.
• “Dadles vosotros de comer”. Así suena el mandato de
Jesús para los discípulos que le seguían. Pero esas palabras se extienden a
todos los cristianos de todos los tiempos. Denuncian nuestro egoísmo y nos
llaman a la responsabilidad.
• “Dadles vosotros de comer”. La eucaristía que
celebramos nos exige hacer nuestra la entrega personal de Jesús. Sus palabras
nos impulsan a vivir un amor sincero a los demás y a promover una caridad
generosa y una justicia eficaz.
- Señor Jesús, en la eucaristía tú nos has
dejado el memorial de tu pasión y la certeza de tu presencia entre nosotros. Queremos
compartir con nuestros hermanos el alimento que sacia el hambre y también la fe
que ilumina el camino. Amén.
José-Román Flecha Andrés