miércoles, 22 de octubre de 2025

REFLEXIÓN - Domingo 30 del Tiempo Ordinario. C 26 de octubre de 2025

 

DOS ORANTES ANTE DIOS 

   “El Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas. Él no hace acepción de personas en perjuicio del pobre, sino que escucha la oración del oprimido” (Eclo 35,12-13). 

Bien sabemos que el tema de la oración aparece en muchas páginas de la Biblia. En este mismo contexto, el libro del Eclesiástico añade: La oración del humilde atraviesa las nubes y no se detiene hasta que alcanza su destino” (Eclo 25,17).

El salmo responsorial reafirma esa convicción al proclamar que “el Señor está cerca de los atribulados y salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él” (Sal 33,19.23).

San Pablo, sabiendo que el momento de su partida es inminente, escribe a su discípulo Timoteo que Dios es un juez justo, que entregará la corona de la justicia a quienes hayan aguardado con amor su manifestación (2 Tim 4,6-8.16-18).

ORACIÓN Y ESPERANZA

En el evangelio de Lucas aparece muchas veces el tema de la oración. En esta ocasión  se nos presenta la parábola del fariseo y el publicano (Lc 18,9-14). En ella se nos dice que la oración revela la interioridad de la persona y la comprensión que tiene de sí  misma. 

• El fariseo observa la Ley del Señor y suele dirigir hacia él su mirada. Pero se atribuye a sí mismo el mérito de esas dos cualidades que lo distinguen. Se gloría de su  moralidad y de su piedad, olvidando que son un don de Dios. Su autosuficiencia le permite juzgar y despreciar a otro, que también dirige a Dios su oración. 

• El publicano se ocupa en la recaudación de los impuestos que el imperio romano exige a sus súbditos. A causa de ello, es considerado por el pueblo como un pecador. Él sabe que solamente en Dios puede encontrar acogida y comprensión. Por eso no puede más que susurrar una oración en la que solo puede implorar la  misericordia de Dios. 

Ante estos dos ejemplos, podemos recordar uno de los proverbios de Raimundo Lulio que resulta muy apropiado para este año jubilar: “Ruega con esperanza y espera con oración”

LA MENTIRA Y LA VERDAD

En su encíclica sobre la esperanza, el papa Benedicto XVI escribió que en la oración, el hombre “debe liberarse de las mentiras ocultas con que se engaña a sí mismo: Dios las escruta, y la confrontación con Dios obliga al hombre a reconocerlas también” (SS 33).  

• “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres”. El fariseo cree en sí  mismo más que en Dios. Su oración nos lleva a nosotros a reconocer nuestra autosuficiencia y la frivolidad con la que a veces solemos juzgar a los demás.

• “Oh Dios, ten compasión de este pecador”. Esta oración del publicano nos invita a considerar de verdad la seriedad del pecado. Pero también nos lleva a confiar en la misericordia de Dios, que no se cansa de escuchar, acoger y perdonar a los humildes.

  - Señor y Padre nuestro, tú conoces nuestras acciones y conoces también el espíritu con el que las llevamos a cabo. Tú conoces nuestra verdad y puedes alentarnos a seguirte por el camino. Demasiadas veces pretendemos justificarnos ante ti. Solo tú puedes aceptarnos como somos y ayudarnos a ser como deseas y esperas que seamos. Ten piedad de nosotros y ayúdanos a caminar en la humildad. Amén. 

                                                                                        José-Román Flecha Andrés