SOBRE LA JUSTICIA
El día 20
de septiembre de este año 2025 el papa León XIV recibía en la Plaza de San
Pedro a los trabajadores por la justicia que habían acudido a Roma para
celebrar su jubileo. En su discurso hay unas cuantas ideas que merecen
atención.
1. La
justicia es indispensable para el desarrollo ordenado de la sociedad. La función
de la justicia es la convivencia humana y no puede reducirse a la simple
aplicación de la ley o al trabajo de los jueces.
2. La justicia une la dignidad de cada persona,
su relación con los demás, la convivencia social, las estructuras y las reglas
comunes, poniendo siempre en el centro el valor de cada ser humano.
3. En cuanto virtud moral o cardinal, la justicia
consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les
es debido.
4. La justicia exige respetar los derechos de
cada uno y establecer la equidad respecto a las personas y al bien común. Por
eso, garantiza la defensa del débil y del que pide justicia al ser víctima de
opresión, exclusión o indiferencia.
5. Tras recordar algunos textos evangélicos, el
Papa, añade que “la fuerza del perdón, propia del mandamiento del amor, es el
elemento constitutivo de una justicia capaz de unir lo divino con lo humano”.
6. La justicia evangélica no aparta de la
justicia humana, sino que la impulsa a ir más allá, hacia la reconciliación. El
mal no solo debe sancionarse, sino también repararse. Para ello, es necesario considerar
el bien de las personas y el bien común.
7. La justicia ha de llevar a la igualdad para
que todos puedan ver garantizados los derechos inherentes a su dignidad,
respaldados por valores comunes y compartidos, que inspiren normas y leyes justas.
8. En este tiempo, hay que recuperar los valores
olvidados de la convivencia, para tratar de superar el desprecio a la vida
humana desde su inicio, el desprecio de los derechos fundamentales de la
persona y la negación de la libertad de la conciencia.
9. Tender hacia la justicia requiere amarla
de verdad, uniendo la atención constante, el desinterés radical y un
discernimiento perseverante y responsable.
10. San
Agustín escribía: “No puede gobernarse un Estado sin justicia. Donde no hay
justicia no puede haber un derecho. Donde no hay justicia no hay Estado. Pero
¿Qué justicia humana es esa que arranca al hombre del Dios verdadero?”
Según el papa León XIV, aquellas palabras de san Agustín nos invitan a dar siempre lo mejor de nosotros mismos en el ejercicio de la justicia. Una justicia que ha de estar al servicio del pueblo, con la mirada puesta en Dios. Con esa aspiración a la armonía social, podremos respetar el derecho y la dignidad de las personas.
José-Román Flecha Andrés