DE ÁRBOLES Y AVES
“Aves
de todas clases anidarán al abrigo de sus ramas”. Ese es el núcleo de la imagen
del alto cedro plantado por el Señor en la montaña más alta. Con ella, el
profeta Ezequiel presenta las esperanzas de Israel (Ez 17,22-24).
Los
majestuosos cedros del Líbano siempre fueron admirados por las gentes de
Israel. La parábola del cedro podía ser entendida como un canto de esperanza.
Recordaba la misericordia que Dios había siempre demostrado a su pueblo. De
hecho, anunciaba el futuro de Israel, que se convertiría en meta de
peregrinación para todos los pueblos.
La
imagen reaparece en el salmo responsorial, pero aplicada ahora al creyente: “El
justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano; plantado en
la casa del Señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios. En la vejez seguirá
dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca en quien no existe la maldad” (Sal 91).
Pablo exhorta a los Corintios a que se esfuercen por agradar al Señor, puesto que todos hemos de comparecer un día ante el tribunal de Cristo (2 Cor 5,6-10)
DOS PEQUEÑAS PARÁBOLAS
Continuando
la imagen del cedro, el texto del evangelio contiene dos pequeñas parábolas que
evocan las faenas del campo y nos revelan el camino de la esperanza y sus dos
tentaciones fundamentales (Mc 4,26-34).
•
En primer lugar se menciona la semilla que germina y crece por sí sola, aunque
el labrador se despreocupe de ella. La parabola subraya el poder de Dios y denuncia la tentación de presunción de quien
se atribuye a sí mismo el fruto de la evangelización. El mensaje de la palabra
de Dios tiene una fuerza que no puede prestarle el mensajero más comprometido.
• Por otra parte, la insignificante semilla de mostaza crecerá con el tiempo hasta convertirse en un árbol, que puede ofrecer cobijo a las aves del cielo. El evangelizador no debe caer en la tentación de la desesperanza. Los comienzos son siempre imperceptibles. Pero solo Dios sabe qué es lo que puede producir esa humilde tarea inicial.
EL LENGUAJE DE LAS PARÁBOLAS
Tras
recoger estas dos parábolas de Jesús, el evangelista
resume su enseñanza, diciendo:
“Con muchas parábolas exponía la palabra, acomodándose a su entender”.
•
El evangelista evoca la fidelidad de Jesús a la palabra de Dios. Según ha
escrito el papa Francisco en su exhortación “El gozo del Evangelio”, “en cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que
quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu”
(EG 12).
•
Por otra parte, el evangelista indica el estilo que debería impregnar la
predicación de los discípulos. Con relación al predicador, el mismo papa
Francisco ha escrito que “la sencillez tiene que ver con el lenguaje utilizado.
Debe ser el lenguaje que comprenden los destinatarios para no correr el riesgo
de hablar al vacío” (EG 158).
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Señor Jesús, la imagen del cedro nos ayuda a comprender la misericordia de
Dios. Y las imágenes de la semilla que crece sola y del grano de mostaza apoyan
nuestra esperanza y nos ayudan a transmitir tu evangelio confiada y
humildemente. Enciende tú nuestro corazón y bendice los gestos y palabras con
que tratamos de hacerte presente en nuestro mundo. Amén.