A LA DERECHA DE DIOS
“El mismo Jesús que ha sido tomado de entre
vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo” (Hech
1,11).
En esta fiesta de la Ascensión de Señor
a los cielos, también nosotros escuchamos esas palabras que dirigieron a los
discípulos aquellos dos varones vestidos de blanco. La glorificación de Jesús
no puede justificar nuestra pereza. El Señor nos ha elegido para enviarnos a
anunciar su mensaje y a encender la esperanza.
En el salmo responsorial cantamos a
Dios que “asciende entre aclamaciones y al son de trompetas” (Sal 46). No
pretendemos ser triunfalistas, pero nuestra alegría es una proclamación de la
gloria del Señor.
En la carta a los Efesios se afirma que el Padre celestial resucitó a Cristo de entre los muertos y lo ha sentado a su derecha (Ef 1,17-23). Como decía el Catecismo de Astete, Jesús tiene igual gloria que él en cuanto Dios y mayor que otro ninguno en cuanto hombre.
ANUNCIO DE GRACIA
El final del evangelio según Marcos nos
recuerda la misión que el Señor confía a sus discípulos: “Id al mundo entero y
proclamad el evangelio a toda la creación” (Mc 16,15-20).
• También a nosotros el Señor nos pide
que nos pongamos en camino. Un día tras otro, vamos haciendo camino al andar. Es
cierto que caminar comporta siempre un riesgo. Pero no podemos caer en la
tentación de la pereza. No podemos quedar anclados en esa comodidad que ya
hemos alcanzado, como individuos y como comunidad.
• Por otra parte, Jesús no envía a sus
discípulos a disfrutar los paisajes de la tierra, que no dejan de ser
atrayentes. Tampoco quiere que vayan a gritar para intentar ganar unas
elecciones políticas. Y menos aún los envía a vender una mercancía de moda. A
ellos y a nosotros nos envía a proclamar la buena noticia de que Dios es
nuestro Padre y nos ama
• Finalmente, Jesús recomienda a los suyos que se dirijan a toda la creación. El evangelio de Jesucristo es un anuncio de gracia y salvación para toda la humanidad, sin distinción de edades o de gustos, de razas o culturas, de clases sociales o de preferencias políticas.
APOYO EN LA MISIÓN
El texto evangélico añade que “después
de hablarles, el Señor Jesús ascendió al cielo y se sentó a la derecha de
Dios”. Pero el Señor no ha dejado la tierra para ignorar las aventuras y
desventuras de la humanidad. Tampoco pueden ignorarlas quienes creen en él.
• Efectivamente, los discípulos de
Jesús aceptaron su mandato de ir a proclamar el Evangelio por todas partes. No
dejamos de admirar su decisión y su valentía. Pero aquella misión es una tarea
urgente para todos los que hemos sido llamados por el Maestro.
• La misión nunca ha sido fácil. Los
seguidores del Señor con mucha frecuencia han sido perseguidos y calumniados.
Pero como los discípulos primeros, también ahora sabemos que no estamos solos.
El Señor camina a nuestro lado y actúa con nosotros.
• Por si fuera poco, creemos que el
Señor confirma nuestra palabra, cuando realmente es la suya, con signos
admirables que nosotros no siempre llegamos a percibir.
- Señor Jesús, en nuestra profesión de
fe confesamos que tú has subido a los cielos. Pero tu ascensión no implica
ausencia y lejanía. Sabemos que permaneces junto a nosotros y que apoyas y
confirmas la misión que nos has confiado. Bendito seas por siempre, Señor.
Amén.
José-Román Flecha Andrés