PROCLAMAR EL EVANGELIO
“Id
al mundo entero
y proclamad el evangelio a toda la
creación”
(Mc 16,15)
1.
Entendemos ese envío de Jesús a países
lejanos. ¿Hemos comprendido que nos ha enviado también a individuos o grupos instalados
en las periferias sociales?
2.
Si Jesús nos encarga de proclamar el evangelio a toda la
creación ¿podremos caer en la tentación de discriminar a algunas personas o
culturas?
3.
El Señor no nos ha enviado a dar soluciones técnicas,
económicas o políticas. ¿Comprendemos lo que implica anunciar su evangelio?
4.
Jesús sabía que, por proclamar el
evangelio, sus discípulos recibirían algún veneno mortal. ¿Estamos dispuestos a
aceptar los riesgos que se expresan en esa imagen?
5.
Sabemos que el evangelio significa
“buena noticia”. ¿No habremos caído alguna vez en la tentación de convertirnos
en amargados “aguafiestas”?
6.
¿En un mundo como este qué puede aportar
la proclamación del evangelio para convertir la cultura de la muerte en una cultura
de la vida y del amor?
7.
¿Y yo no habré sustituido la
proclamación del evangelio del Señor por la manifestación o imposición de mis
propios proyectos e intereses?
Jose-Román Flecha