lunes, 22 de abril de 2024

REFLEXIÓN - Domingo 5º de Pascua B 28 de abril de 2024

 

LA VID Y LOS SARMIENTOS

 “Llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, porque todos le tenían miedo, pues no se fiaban de que fuera discípulo” (Hech 9,26). En el camino de Damasco el perseguidor fue sorprendido por el Perseguido. Y al regresar a Jerusalén, Saulo dejaba sorprendidos a los que él solía perseguir.

Jesús se fiaba de Saulo, pero los discípulos de Jesús no se fiaban de aquel que ahora pretendía ser su discípulo. Fue providencial que Bernabé lo presentara ante los apóstoles. Desde entonces, Saulo podía predicar en la comunidad con celo realmente apostólico.

“El Señor es mi alabanza en la gran asamblea”. Esas palabras del salmo 21 transmiten un eco de la misión de Saulo, llamado Pablo. Pero reflejan también la vocación y la confesión de los que han sido llamados por el Señor para anunciar su palabra.

De todas formas, a todos los discípulos del Señor se nos exhorta a creer en el nombre de Jesucristo y a amarnos unos a otros como él nos amó (1 Jn 3,18-24).

JESÚS Y EL PADRE

Esa doble exhortación de Jesús no es fácil si contamos solamente con nuestras propias fuerzas. En las palabras que el Maestro dirigió a sus discípulos en el contexto de la última cena lo expresó con la hermosa alegoría de la vid y los sarmientos (Jn 15,1-8). Con ella, Jesús se refería a su relación con el Padre y con sus discípulos. En ellas resumía su ser y su tarea.

• “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador”. El profeta Isaías había comparado a Israel con una viña que, plantada con amor y cuidada con esmero, no había producido los frutos esperados (Is 5,1-7). Pero Jesús se presenta como la vid verdadera. El Padre lo ha plantado y cuidado. Y él ha dado los buenos frutos que el Padre esperaba. 

• “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos”. Por otra parte, Jesús manifiesta estar unido a sus discípulos. Ellos son los sarmientos de esa vid. Sin los sarmientos la vid no entrega sus frutos. Los discípulos son necesarios para que Jesús pueda entregar su fruto a la humanidad. Pero el fruto no nace de los sarmientos, sino de la vid a la que están unidos.

JESÚS Y LOS DISCÍPULOS

Al recordar su relación con el Padre y al referirse a sus discípulos, Jesús repite hasta siete veces el verbo “permanecer”. La permanencia es absolutamente necesaria. Nadie puede dar fruto si no permanece en Jesús y no permite a Jesús que permanezca en él. 

• “Sin mí no podéis hacer nada”. Algunos discípulos se alejaron de Jesús cuando él se presentó ante ellos como el pan de la vida. Pero él les advierte que sin él no podrán hacer transmitir la buena notica de la salvación y de la vida. 

• “Sin mí no podéis hacer nada”. Algunos discípulos se acercaron a Jesús pidiéndole que les concediese los puestos más importantes en su reino. Pero Jesús les dijo que no serían nada si no aceptaban compartir el cáliz que él mismo había de beber.              

• “Sin mí no podéis hacer nada”. Algunos discípulos lo traicionaron y todos lo abandonaron en Getsemaní. Pero Jesús se les mostró resucitado y los hizo partícipes de su misión para que perdonaran los pecados de la humanidad. 

- Señor Jesús, creemos que tú eres la verdadera vid y nosotros somos los sarmientos. Tú nos eres necesario, como rezaba el papa Pablo VI. Pero has querido que también nosotros seamos necesarios para que se vean tus frutos en el mundo. Bendito seas, Señor. Amén  

                                                                     José-Román Flecha Andrés