PASTOR Y JUEZ
“Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre
carnero y macho cabrío”. Así concluye el oráculo en el que el profeta Ezequiel
presenta a Dios como el pastor. Él no es indiferente a la suerte de su rebaño. Es cierto que busca y cuida atentamente a las
ovejas y a las cabras. Pero también es cierto que no ignora la diferente conducta
de unas y otras (Ez 34,17).
Con el salmo responsorial recordamos una
de las oraciones más queridas tanto por el pueblo de Israel como por la
comunidad cristiana. La imagen del buen pastor fue reproducida con frecuencia
en las catacumbas romanas. Hoy proclamamos de nuevo nuestra confianza en el
Señor, que se ocupa de nosotros: “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal
22,1).
En esta fiesta de Jesucristo, Rey del Universo, leemos que san Pablo anuncia a los fieles de Corinto que Cristo ha de entregar el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza (1 Cor 15,20-28).
ACOGIDA Y RECHAZO
El capítulo 25 del evangelio de Mateo
contiene tres admirables textos sobre la esperanza. Tras las imágenes de las
jóvenes y sus lámparas y la de los criados que reciben los talentos, en este
último domingo del año litúrgico, Jesús presenta al Hijo del hombre como un
rey-pastor que separa las ovejas de las cabras (Mt 25,31-46).
• A los que están a su derecha el Rey
los acogerá con la amabilidad de una bendición y de una inefable promesa: “Venid,
benditos de mi Padre. Heredad el reino preparado para vosotros desde la
creación del mundo” (Mt 25,34).
• En cambio, a los que se encuentran a su izquierda el Rey los rechazará con la tremenda dureza que evoca la maldición: “Apartaos de mí, malditos. Id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt 25,41).
EL EXAMEN FINAL
El criterio para separar a unos de los
otros no es la raza o la cultura. Tampoco los distinguen su fe y sus prácticas
religiosas. Creyentes y no creyentes serán examinados según el mismo protocolo,
como ha escrito el papa Francisco en su exhortación sobre la santidad. Unos y otros se dirigirán al juez con la
misma pregunta que revela su asombro.
• “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y
te alimentamos?” Esa es la pregunta de los que han entregado su tiempo y su atención
a los más pobres y abandonados de la tierra. A esa pregunta responde el Rey con
una revelación de su identidad y su presencia: “Lo que hicisteis con uno de
estos mis hermanos más pequeños, lo hicisteis conmigo” (Mt 25,40).
• “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o
con sed… y no te asistimos?” Esa es la pregunta y la excusa de los que se han
preocupado tan solo de su propia comodidad. A ellos responde el Rey con el
lamento de todos los marginados por el desprecio humano: “Lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo” (Mt
25,45).
En la verdadera evaluación de la
historia, el Rey-pastor nos juzgará por nuestra conducta personal e
institucional, por nuestra generosidad o nuestro egoísmo. Él ya nos ha revelado
las preguntas a las que todos hemos de responder en el examen final.
- Señor Jesús, en su carta sobre la esperanza, Benedicto XVI escribió que la meditación sobre el juicio último es una de las escuelas para aprender a vivir esa hermosa virtud teologal. No permitas que olvidemos la tarea sobre la cual seremos examinados. Amén.
José-Román Flecha Andrés