DOS
MANDAMIENTOS
“No oprimirás ni vejarás al forastero porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto” (Éx 22,20). Aunque algunos mandamientos se expresan en forma negativa, revelan un valor positivo y una virtud. Este mandato sobre los forasteros exige el respeto a la persona. En realidad promueve y defiende el deber de la hospitalidad.
En
este momento, la inmigración se percibe como un problema mundial. Sin embargo,
algunos que se oponen a la inmigración son descendientes de inmigrantes. El
papa Francisco defiende con insistencia
el derecho a emigrar y también el derecho a no tener que emigrar.
El
salmo responsorial nos invita a proclamar una hermosa profesión de fe: “Yo te
amo, Señor; tú eres mi fortaleza, Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador”
(Sal 17,2-3).
San
Pablo escribe a los fieles de Tesalónica, afirmando que el amor a Dios exige a
los creyentes abandonar esos ídolos en los que ponen su confianza (1 Tes 1,9).
LA LEY Y LOS VALOR
El
evangelio que hoy se proclama presenta a un fariseo que se acerca a Jesús, lo
reconoce como Maestro y le dirige una pregunta muy concreta, que era objeto de discusión entre las diversas
escuelas (Mt 22,34-40).
• “Maestro, ¿Cuál
es el mandamiento principal de la Ley?” Al igual que Nicodemo, otro fariseo
reconoce a Jesús como Maestro. Sabemos que las diversas escuelas discutían
sobre el mandamiento principal entre todos los que encontraban en los libros
santos. Así que la pregunta de este
fariseo estaba más que justificada.
• “Maestro, ¿Cuál
es el mandamiento principal de la Ley?” Los
hebreos sabían que la ley de Dios es la única que indica el camino que
lleva a la felicidad personal y a la armonía social. Nuestras sociedades
actuales están muy lejos de aquella convicción. Hoy se considera y se proclama
que es la ley pública la que crea los valores morales y las virtudes.
La pregunta de aquel fariseo es vigente también hoy. Entre las normas, los decretos y las voces que tratan de crear y fundamentar nuevos valores y nuevos derechos, es necesario preguntarse cuál es la voluntad de Dios sobre nosotros.
EL IDEAL DEL AMOR
A
este fariseo que pregunta por el mandamiento principal Jesús le responde
evocando dos mandatos que se encontraban ya en su misma tradición:
• “Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Este precepto, tomado del libro del
Deuteronomio (Dt 6,5), revela nuestra sed más profunda y el fundamento de toda
moralidad. Dedicar el amor y la vida a Dios responde a ese deseo que mantiene
inquieto el corazón de toda persona.
• “Amarás a tu
prójimo como a ti mismo”. Esta regla de oro estaba ya en el libro del Levítico
(Lv 19,18). El amor que la persona se debe a sí
misma no puede ser olvidado. Pero tampoco se puede ignorar el amor y el
respeto que los demás merecen. Es una incongruencia decir que amamos a Dios,
mientras despreciamos a los hijos de Dios.
- Señor Jesús, también nosotros te reconocemos como nuestro Maestro. Decimos aceptar tu enseñanza sobre el amor a Dios y sobre el amor a nuestros hermanos. Ayúdanos a vivir y a dar un testimonio creíble de ese ideal del amor, con relación a los inmigrantes, los pobres, los enfermos y todos los necesitados. Amén.
José-Román Flecha Andrés