jueves, 4 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA- VIERNES 1ª SEMANA DE ADVIENTO.B


Is 29,17-24: “Sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos”
Mt 9,27-31: “Ten compasión de nosotros, Hijo de David”

DICIEMBRE 5 

Al salir Jesús de allí, dos ciegos le siguieron, gritando: “¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!”. Cuando entró en la casa, los ciegos se le acercaron. Él les preguntó: “¿Creéis que puedo hacer esto?”. “Sí, Señor” -le contestaron. Entonces Jesús les tocó los ojos y les dijo: “Hágase conforme a la fe que tenéis”. Y recobraron la vista. Jesús les advirtió severamente: “Procurad que nadie lo sepa”. Pero en cuanto salieron, contaron por toda aquella región lo que Jesús había hecho.

Preparación: El profeta Isaías utiliza imágenes muy vivas para anunciar el futuro de la esperanza. Por una parte sueña con bosques frondosos. Y por otra, pregona que los sordos podrán oír, los ciegos podrán ver, los oprimidos recobrarán la alegría y los pobres se gozarán con el Santo de Israel. En la visión profética, los tiempos mesiánicos reproducen la armonía del paraíso original: reinarán la paz y la justicia, las gentes olvidarán sus malas intenciones y su necedad. El evangelio proclama que con Jesús ha llegado ese tiempo de serenidad y de gracia. Ahí están como prueba los ciegos a los que Jesús concede el don de la vista.

Lectura: Jesús ha curado en Gádara a dos endemoniados. Ahora cura a dos ciegos. El evangelio según San Mateo gusta de doblar los personajes que se acercan a Jesús para subrayar el poder del Maestro y para garantizar el testimonio de los curados por él. El  relato que hoy se proclama subraya algunos detalles importantes. Los dos ciegos siguen a Jesús por el camino, lo reconocen como Hijo de David y suplican su compasión. Entran en su casa, es decir en su intimidad. Confiesan una fe en Jesús, que se hace misionera, puesto que los ciegos hablarán de Jesús por todas partes. En realidad, este relato resume en esas cinco notas las  características del discípulo. Ahí está reflejada la figura del verdadero creyente.

Meditación: Muchos de nosotros caminamos como a tientas. No logramos superar las tinieblas y la oscuridad de que hablaba Isaías. Es como si para nosotros no hubieran llegado los tiempos mesiánicos. No nos decidimos a seguir a Jesús. Nos avergonzamos de creer en él y no nos atrevemos a invocarlo en público. Y, sin embargo, sólo él puede dar a nuestros ojos la claridad para ver este mundo con unos ojos nuevos. Es hora de preguntarnos cómo es nuestra fe. Porque la fe en Jesús es el requisito necesario para alcanzar la salvación.

Oración: Señor Jesús, te reconocemos como la luz del mundo. Bien sabemos que quien no te sigue camina en tinieblas. Queremos seguirte por el camino. Da luz a nuestros ojos, fortalece nuestra fe y permítenos anunciar tu nombre y tu verdad, para que también nuestros hermanos tengan vida y la tengan en abundancia.

Contemplación: Hoy podemos repetir lentamente la petición de los ciegos: “Ten compasión de nosotros”. Y hacer silencio en nuestro corazón para escuchar su palabra: “Hágase conforme a la fe que tenéis”. Estamos  muy acostumbrados a leer las frases en las que Jesús vincula la curación de los enfermos a la fe que ellos demuestran. Lo mismo ocurre con el perdón de los pecados. Estamos demasiado acostumbrados. Tenemos que detenernos a contemplar a Jesús, como él nos contempla a nosotros. Él conoce nuestra fe. No podemos mentirle ni tratar de mentirnos a nosotros mismos. 

Acción: Seguramente podemos abrir nuestro corazón a alguna persona para hablar con humildad sobre la forma como entendemos la necesidad de seguir a Jesucristo, confiar en él y anunciar su evangelio.
                                                                                       José-Román Flecha Andrés