miércoles, 3 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA- JUEVES 1ª SEMANA DE ADVIENTO.B


Is 26,1-6: “El Señor es la Roca perpetua”
Mt 7,21.24-27: “El hombre prudente edificó su casa sobre roca”

DICIEMBRE 4 

En aquel tiempo dijo Jesús: “No todos los que me dicen ‘Señor, Señor’ entrarán en el reino de los cielos, sino sólo los que hacen la voluntad de mi Padre celestial. Todo el que oye mis palabras y hace caso a lo que digo es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos contra la casa; pero no cayó, porque tenía sus cimientos sobre la roca. Pero todo el que oye mis palabras y no hace caso a lo que digo, es como un tonto que construyó su casa sobre la arena. Vino la lluvia, crecieron los ríos y soplaron los vientos, y la casa se derrumbó. ¡Fue un completo desastre!”.

Preparación: El profeta Isaías invitaba a su pueblo a vivir su fe y cantar el gozo de haber sido llamados a creer en Dios: “Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua”. Muchas veces se repite en los salmos que es feliz quien confía en el Señor, pero es un necio quien confía en sí mismo. En el Evangelio se contrapone la necedad del que edifica su casa sobre arena a la sabiduría del que edifica sobre la roca.

Lectura: El texto evangélico que hoy se proclama emplea otras dos contraposiciones que no podemos ignorar. Por una parte, frente a la actitud del que “dice” buenas palabras a Dios se alza la voluntad del que “acepta” la palabra de Dios. Por otra parte, frente a la frivolidad de quien se limita a “oír”  esa palabra sin “hacer” lo que en ella se indica, se ensalza la sabiduría de quien, además de oír, pone empeño en hacer lo que Dios dice. Este es el verdadero creyente que construye su casa y su vida sobre la roca firme.   

Meditación: El primer domingo de Adviento del año 2013 decía el Papa Francisco: “El tiempo de Adviento... nos devuelve el horizonte de la esperanza, ua esperanza que no decepciona porque está fundada en la Palabra de Dios”. Jesús nos recuerda la necesidad de hacer la voluntad de su Padre. Sabemos que ese cumplimiento no siempre es fácil. Por eso el Maestro incluyó esa petición en la oración que él nos enseñó: “Hágase tu voluntad”. Escuchar la Palabra de Dios y cumplir fiel y amorosamente su voluntad: eso es lo que nos presenta ante el mundo como verdaderos creyentes. Sin esa aceptación de la voluntad de Dios, nuestra oración se convierte en inútil y vacía  palabrería.

Oración: Padre nuestro que estás en el cielo, enséñanos a orar como oraba Jesús.  Que tu Espíritu nos ayude a descubrir tu voluntad, a aceptarla con sincero corazón y a cumplirla como la cumplió Jesús, nuestro Maestro y Señor.

Contemplación: En el silencio de nuestro corazón, agradecemos a Dios que nos haya revelado su voluntad. La acogemos humildemente. Contemplamos las maravillas que su palabra ha obrado en nuestras vidas, como las obró en María, la Madre de Jesús. Ella las reconoció y cantó agradecida la bondad del Señor. Que ella nos oriente en el camino de la oración. 

Acción: Encontramos la palabra de Dios en las Sagradas Escrituras. Leamos con calma los textos bíblicos que hoy se proclaman. Y la palabra de Dios nos llega también a través de nuestros hermanos. Tratemos de descubrir qué nos está diciendo el Señor por la boca de sus hijos.

                                                                                              José-Román Flecha Andrés