viernes, 26 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA- SAN JUAN EVANGELISTA


1Jn 1,1-4: “Os anunciamos lo que hemos visto y oído”
Jn 20, 2-8: “Vio lo que había pasado y creyó”

DICIEMBRE 27

El primer día de la semana María Magdalena corrió a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo: “¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!”. Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó.

Preparación: Se dice con frecuencia que en el Antiguo Testamento tienen una gran importancia los verbos “oír” y “escuchar”. La palabra de Dios es lámpara para los pies del caminante (Sal 119,105). En cambio, en el Nuevo Testamento, se repiten con frecuencia los verbos “ver” y “tocar”. La presencia de Dios se ha hecho visible y palpable en Jesucristo. La oración de hoy nos introduce en este nuevo modo de cercanía y de relación.

Lectura: Durante el tiempo de Adviento la lectura del libro de Isaías ha venido acompasando el ritmo de nuestra esperanza. En este tiempo de Navidad, la primera carta de Juan nos ayuda a reflexionar sobre el significado de la manifestación de la palabra de Dios en nuestra propia carne. La palabra de Dios ha sido vista y tocada. El evangelio que hoy se proclama nos sitúa en el primer día de la semana, tras la muerte de Jesús. Pedro y el discípulo amado llegan al sepulcro y lo encuentran vacío. Por cuatro veces se repite que “vieron” las vendas que habían envuelto el cuerpo del Señor. El discípulo amado “vio lo que había pasado y creyó”.

Meditación: En este tiempo han sido publicadas muchas novelas sobre María Magdalena. La fantasía y el sentimentalismo pueden producir muchas ganancias. Ahora bien, lo que sabemos de ella es poco, pero muy importante. Debió de ser curada por Jesús. Le siguió en el discipulado. Estuvo junto a su cruz. Descubrió a su “Maestro” junto al sepulcro vació. Y anunció esta buena noticia a los apóstoles. En Maria Magdalena descubrimos la misión de cada discípulo del Señor y de toda la Iglesia. Ella es mensajera de la esperanzaante los discípulos.  Los creyentes de hoy nos apoyamos en la fe del discípulo amado por Jesús, que, en la alborada del primer día de una nueva era, “vió y creyó”.

Oración: Señor Jesús, al celebrar la fiesta de San Juan Evangelista, te damos gracias por haberte revelado a tus seguidores. Y humildemente te pedimos el don de la fe. Amén.

Contemplación: En una peregrinación virtual nos acercamos al sepulcro de Jesús en Jerusalén. Hacemos silencio en nuestro corazón para contemplar el misterio de su resurrección. El Señor está vivo y camina a nuestro lado. Nos precede a Galilea, como dijo a Magdalena. Al igual que el discípulo amado, también nosotros creemos en el que vive para siempre. Jesús nació en Belén de Juan “por nosotros y por nuestra salvación”. Ahora, resucitado de entre los muertos, nos envía a anunciar su mensaje de salvación .


Acción: Hoy releemos con atención el evangelio y damos gracias al Señor porque con su muerte y resurrección nos ha rescatado de la muerte y nos ha dado nueva vida.

                                                                                 José-Román Flecha Andrés