martes, 23 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA-MIÉRCOLES 4ª SEMANA DE ADVIENTO.B


2Sa 7,1-5.8b-12.14a.16: “Tu trono durará por siempre”
Lc 1,67-79: “Nos visitará el sol que nace de lo alto”

DICIEMBRE 24

En aquel tiempo Zacarías, el padre del niño, lleno del Espíritu Santo y hablando en profecía, dijo: “¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a rescatar a su pueblo! Nos ha enviado un poderoso salvador, un descendiente de David, su siervo. Esto es lo que había prometido en el pasado por medio de sus santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de todos los que nos odian, que tendría compasión de nuestros antepasados y que no se olvidaría de su santo pacto. Y éste es el juramento que había hecho a nuestro padre Abraham: que nos libraría de nuestros enemigos, para servirle sin temor con santidad y justicia, y estar en su presencia todos los días de nuestra vida. En cuanto a ti, hijito mío, serás llamado profeta del Dios altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer saber a su pueblo que Dios les perdona sus pecados y les da la salvación.  Porque nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para iluminar a los que viven en la más profunda oscuridad, para dirigir nuestros pasos por un camino de paz”.

Preparación: Todo el mundo cristiano se prepara en estos días para la celebración del Nacimiento de Jesús. Por desgracia, en muchos lugares se olvida el profundo sentido de esta celebración. Los adornos que se ven en nuestras ciudades no hacen referencia a Jesús. Nuestra cultyra pretende ignorarlo. Los regalos sociales nos llevan a olvidar el don de Dios que motiva nuestros dones. Que la culminación de nuestra esperanza oriente hoy nuestra oración.

Lectura: La primera lectura nos recuerda al rey David. Establecido su reino en Jerusalén, desea construir una casa al Señor. Pero el profeta Natán le comunica que es Dios quien  ha decidido asegurar al rey una casa, es decir una descendencia y una dinastía. Evidentemente, no es el hombre el que ofrece un futuro a Dios. Es Dios quien garantiza al hombre un futuro y una esperanza. En el evangelio escuchamos al sacerdote Zacarías.  Ante el nacimiento inesperado de su hijo Juan, y lleno del Espíritu Santo, reconoce que se ha cumplido la profecía de Natán: El Dios de Israel ha enviado a su pueblo un poderoso salvador, un descendiente de David, su siervo. Dios es misericordioso y fiel y mantiene su alianza. 

Meditación: • En el cántico de Zacarías, padre de Juan, se nos habla de Dios. De él viene la salvación y el rescate del mal. Sólo él es compasivo y misericordioso. • Se nos habla de Jesús, el Sol que nos libra de nuestras tinieblas y conduce nuestros pasos por los senderos de la paz. • Se nos habla de Juan, enviado como profeta del Dios altísimo con una doble misión: preparar al Señor los caminos de la historia y recordar a los hombres que de Dios vienen el perdón de los pecados y la salvación. • Y se nos habla de nuestra propia dignidad: librados de nuestros pecados, podemos servir al Señor sin temor, vivir en  santidad y justicia, y estar en su presencia todos los días de nuestra vida. La esperanza de los antiguos profetas no ha sido vana.

Oración: “Señor, que permanezcamos en vela aguardando la venida de tu Hijo, como el criado que espera la llegada del amo, para que siguiendo las normas del Maestro, salgamos a su encuentro, cuando él llegue, con las lámparas encendidas. Amén”.

Contemplación: De nuevo nos hacemos presentes en casa de Zacarías e Isabel. Ya se ha celebrado el rito de la circuncisión y se ha puesto al niño el nombre de Juan. Nuestra contemplación se centra ahora en el canto que entona Zacarías. Siguiendo el estilo de la oración de su pueblo, pronuncia una bendición al Señor, Dios de Israel. Tratamos de aprender las lecciones de una historia profética. Nos gozamos en la salvación que amanece en Jesús. Y bendecimos la misericordia de Dios.


Acción: Tratemos de superar el ambiente pagano de nuestras fiestas. Hoy hemos de preparar el ambiente familiar y comunitario para la celebración del Nacimiento del Señor. Preparemos también nuestro corazón para acoger su visita.
                                                         José-Román Flecha Andrés