2Sa
7,1-5.8b-12.14a.16: “Tu trono durará por siempre”
Lc 1,67-79:
“Nos visitará el sol que nace de lo alto”
DICIEMBRE
24
En aquel
tiempo Zacarías, el padre del niño, lleno del Espíritu Santo y hablando en
profecía, dijo: “¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha venido a
rescatar a su pueblo! Nos ha enviado un poderoso salvador, un descendiente de
David, su siervo. Esto es lo que había prometido en el pasado por medio de sus
santos profetas: que nos salvaría de nuestros enemigos y de todos los que nos
odian, que tendría compasión de nuestros antepasados y que no se olvidaría de
su santo pacto. Y éste es el juramento que había hecho a nuestro padre Abraham:
que nos libraría de nuestros enemigos, para servirle sin temor con santidad y
justicia, y estar en su presencia todos los días de nuestra vida. En cuanto a
ti, hijito mío, serás llamado profeta del Dios altísimo, porque irás delante
del Señor preparando sus caminos, para hacer saber a su pueblo que Dios les
perdona sus pecados y les da la salvación.
Porque nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol
de un nuevo día, para iluminar a los que viven en la más profunda oscuridad,
para dirigir nuestros pasos por un camino de paz”.
Preparación: Todo el
mundo cristiano se prepara en estos días para la celebración del Nacimiento de
Jesús. Por desgracia, en muchos lugares se olvida el profundo sentido de esta
celebración. Los adornos que se ven en nuestras ciudades no hacen referencia a
Jesús. Nuestra cultyra pretende ignorarlo. Los regalos sociales nos llevan a
olvidar el don de Dios que motiva nuestros dones. Que la culminación de nuestra
esperanza oriente hoy nuestra oración.
Lectura: La primera
lectura nos recuerda al rey David. Establecido su reino en Jerusalén, desea
construir una casa al Señor. Pero el profeta Natán le comunica que es Dios
quien ha decidido asegurar al rey una
casa, es decir una descendencia y una dinastía. Evidentemente, no es el hombre
el que ofrece un futuro a Dios. Es Dios quien garantiza al hombre un futuro y
una esperanza. En el evangelio escuchamos al sacerdote Zacarías. Ante el nacimiento inesperado de su hijo
Juan, y lleno del Espíritu Santo, reconoce que se ha cumplido la profecía de
Natán: El Dios de Israel ha enviado a su pueblo un poderoso salvador, un
descendiente de David, su siervo. Dios es misericordioso y fiel y mantiene su
alianza.
Meditación: • En el
cántico de Zacarías, padre de Juan, se nos habla de Dios. De él viene la
salvación y el rescate del mal. Sólo él es compasivo y misericordioso. • Se nos
habla de Jesús, el Sol que nos libra de nuestras tinieblas y conduce nuestros
pasos por los senderos de la paz. • Se nos habla de Juan, enviado como profeta
del Dios altísimo con una doble misión: preparar al Señor los caminos de la
historia y recordar a los hombres que de Dios vienen el perdón de los pecados y
la salvación. • Y se nos habla de nuestra propia dignidad: librados de nuestros
pecados, podemos servir al Señor sin temor, vivir en santidad y justicia, y estar en su presencia
todos los días de nuestra vida. La esperanza de los antiguos profetas no ha
sido vana.
Oración: “Señor, que
permanezcamos en vela aguardando la venida de tu Hijo, como el criado que
espera la llegada del amo, para que siguiendo las normas del Maestro, salgamos
a su encuentro, cuando él llegue, con las lámparas encendidas. Amén”.
Contemplación: De nuevo
nos hacemos presentes en casa de Zacarías e Isabel. Ya se ha celebrado el rito
de la circuncisión y se ha puesto al niño el nombre de Juan. Nuestra
contemplación se centra ahora en el canto que entona Zacarías. Siguiendo el
estilo de la oración de su pueblo, pronuncia una bendición al Señor, Dios de
Israel. Tratamos de aprender las lecciones de una historia profética. Nos
gozamos en la salvación que amanece en Jesús. Y bendecimos la misericordia de
Dios.
Acción: Tratemos de superar el
ambiente pagano de nuestras fiestas. Hoy hemos de preparar el ambiente familiar
y comunitario para la celebración del Nacimiento del Señor. Preparemos también
nuestro corazón para acoger su visita.
José-Román Flecha Andrés