Gn
49,1-2.8-10: “No se apartará de Judá el cetro”
Mt 1,1-17:
“De María nació Jesús, llamado Cristo”
DICIEMBRE
17
La lista de
los antepasados de Jesucristo, descendiente de David y de Abraham: Abraham fue
padre de Isaac, éste lo fue de Jacob y éste de Judá y sus hermanos. Judá y
Tamar fueron los padres de Fares y Zérah. Fares fue padre de Hesrón y éste de
Aram. Aram fue padre de Aminadab, éste lo fue de Nahasón y éste de Salmón.
Salmón y Rahab fueron los padres de Booz. Booz y Rut fueron los padres de Obed.
Obed fue padre de Jesé. Jesé fue padre del rey David, y el rey David fue padre
de Salomón, cuya madre fue la que había sido esposa de Urías. Salomón fue padre
de Roboam, éste lo fue de Abías y éste de Asá. Asá fue padre de Josafat, éste
lo fue de Joram y éste de Ozías. Ozías fue padre de Joram, éste lo fue de Ahaz
y este de Ezequías. Ezequías fue padre de Manasés, éste lo fue de Amón y éste
de Josías. Josías fue padre de Jeconías y sus hermanos, cuando la deportación
de los israelitas a Babilonia. Después de la deportación a Babilonia, Jeconías
fue padre de Salatiel y éste de Zorobabel. Zorobabel fue padre de Abihud, éste
lo fue de Eliaquim y éste de Azor. Azor fue padre de Sadoc, éste lo fue de
Aquim y éste de Eliud. Eliud fue padre de Eleazar, éste lo fue de Matán y este
de Jacob. Jacob fue padre de José, el marido de María, y ella fue la madre de
Jesús, a quien llamamos el Mesías. De modo que hubo catorce generaciones desde
Abraham hasta David, catorce desde David hasta la deportación de los israelitas
a Babilonia y otras catorce desde la deportación a Babilonia hasta el
nacimiento del Mesías.
Preparación: En este día
comienza la serie de las antífonas mayores que acompañan el canto del
“Magníficat” en el rezo de las Vísperas. Todas ellas comienzan con un admirado
“Oh”, con el que se confiesa la dignidad mesiánica de Jesús. Esa interjección
ha motivado que a la Virgen de la
Esperanza, que tradicionalmente se celebraba el día 18 de diciembre, el pueblo
la haya llamado la “Virgen de la O”. Con ella vamos a recorrer este último
tramo del Adviento.
Lectura: • En el
cántico de las bendiciones de Jacob que hoy se lee en la eucaristía, de nuevo
aparece el cetro, como símbolo de la autoridad que un día distinguirá al Mesías
de Dios. En efecto, la tradición esperaba que el Mesías naciera de la tribu de
Judá. • Esa tradición es recogida por la lista de sus antepasados que se
incluye en el evangelio según san Mateo. Jesús forma parte de la historia de
Israel. Recoge sus esperanzas y las lleva a cumplimiento. El calculado número
de las generaciones indica que en Jesús encuentran plenitud las tres grandes
etapas de la historia de su pueblo. Por parte de José, esposo de María, Jesús
se inscribe en esa historia que parte de Abraham y pasa por Judá y sus
descendientes, por el rey David y por los héroes que reconstruyeron el templo,
al regreso del exilio en Babilonia.
Meditación: Es
interesante observar que entre los antepasados de Jesús se inscriben cuatro
mujeres: Tamar, Rahab, Rut y Salomé. • Las cuatro se situaban en las fronteras
de lo ético. O por ser extranjeras y paganas o por haber incurrido en una clara
inmoralidad. Sin embargo, por ellas y gracias a ellas, pasa la continuidad de
una historia de pecado y de salvación. • Así pues, también esta página es
evangelio, es decir “buena noticia”. En ella se nos dice que Jesús hereda,
asume y salva a la historia humana. Por ambigua que parezca, toda la aventura
humana ha sido redimida por Jesucristo.
Oración: “Oh
Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro
confín, y ordenándolo todo con firmeza y suavidad; ¡ven y muéstranos el camino
de la salvación!”
Contemplación: Parece
difícil contemplar la sabiduría de Dios teniendo ante los ojos una lista
genealógica. Sin embargo también este texto puede ayudarnos a acercarnos al
misterio del Adviento. • Como esos hombres y mujeres de la primera alianza,
también nosotros esperamos la salvación. En un texto como este descubrimos el
sentido de la historia universal y el de nuestra propia peripecia. Jesús ha
llegado a nosotros, generación tras generación, “abarcando del uno al otro
confín”. • Tras recorrer esta procesión de nombres, nos detenemos a contemplar
al Salvador. Y le agradecemos que haya asumido la historia humana, con sus
luces y sus sombras, precisamente Él, al que confesamos y anunciamos como la
“Luz del mundo”.
Acción: A la vista de un texto
como este de la genealogía de Jesús, hemos de comprometernos seriamente a favor
de la vida humana. Cada niño que nace nos dice que Dios todavía sigue esperando
de la humanidad algo noble y justo. Favorecer la vida terrena es el primer paso
para dar testimonio de la vida eterna.
José-Román Flecha Andrés