Is
40,25-31: “Dios no se cansa ni se fatiga”
Mt
11,28-30: “Venid a mí los cansados y yo os haré descansar”
DICIEMBRE
10
En aquel
tiempo dijo Jesús: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo
os haré descansar. Aceptad el yugo que os impongo, y aprended de mí, que soy
paciente y de corazón humilde; así encontraréis descanso. Porque el yugo y la
carga que yo os impongo son ligeros”.
Preparación: Hoy todos
nos lamentamos de no tener tiempo para nada. En realidad tenemos el mismo
tiempo que nuestros antepasados, pero lo llenan unos intereses que ellos
desconocían. Andamos agobiados por los compromisos que hemos asumido, por las
responsabilidades que han echado sobre nuestros hombros o por las mil
ocupaciones que llenan nuestro tiempo libre. Ni siquiera los días de descanso
nos ayudan realmente a descansar. Este tiempo de Adviento puede ayudarnos a ver
lo que nos ocurre.
Lectura: Un hermoso
texto en el libro de Isaías nos dice que “Dios no se cansa, no se fatiga, es
insondable su inteligencia”. Esas afirmaciones podría parecer demasiado obvias,
pero es que el profeta añade más: “Él da fuerza al cansado y acrecienta el
vigor del inválido”. El final del texto nos sitúa en el clima del Adviento:
“Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, les nacen alas como de
águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse”. En ese contexto adquiere
una nueva luz la invitación que Jesús dirige a todos los que le siguen: “Venid
a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré”. Solo él puede
calmar nuestras ansias y templar nuestro nerviosismo.
Meditación: En la
mansedumbre y la humildad es dónde se encuentra el descanso. La humildad es el
cimiento del edificio espiritual, como dice Santa Teresa de Jesús. El Maestro
nos recuerda que en él podemos encontrar el sosiego y el descanso que
necesitamos. Jesús nos ofrece el “yugo” o balancín que, colocado sobre los
hombros, ayudaba a llevar los pesos. La cultura actual trata de hacernos creer
que el mensaje de Jesucristo echa sobre nuestras espaldas una carga
insoportable. Al contrario, el ejemplo y la palabra de Jesús nos ayudan a
soportar nuestras cargas y nos proporcionan el descanso que necesitamos.
Oración: “Señor Dios
todopoderoso, que nos mandas abrir camino a Cristo, el Señor; no permitas que
desfallezcamos en nuestra debilidad los que esperamos la llegada saludable del
que viene a sanarnos de todos nuestros males. Amén”.
Contemplación: Jesús se
retiraba a veces a descansar en casa de Lázaro, Marta y María. La contemplación
de María y las tareas de Marta componen nuestra vida. Como escribe también
Santa Teresa, “Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor y
tenerle siempre consigo, y no hacerle mal hospedaje, no dándole de comer”.
Durante el Adviento preparamos nuestro corazón para contemplar el misterio de
su nacimiento y descansar junto a él de nuestras ansias y cuidados.
Acción: Seguramente hay
personas cerca de nosotros que necesitan un poco de descanso. Tal vez
podemos ayudarlas en sus tareas, por
ejemplo en el servicio a sus familiares enfermos. Pero, sobre todo, nos
preguntamos si podemos orientar a nuestros hermanos para que depositen en el
Señor sus afanes.
José-Román Flecha Andrés