martes, 2 de diciembre de 2014

LECTIO DIVINA- MIÉRCOLES 1ª SEMANA DE ADVIENTO.B


Is 25,6-10a: “Preparará el Señor un festín”
Mt 15,29-37: “Me da lástima de la gente”

DICIEMBRE 3 

Jesús, saliendo de allí, se fue a la orilla del lago de Galilea; luego subió al monte y se sentó. Mucha gente se reunió donde él estaba. Llevaban cojos, ciegos, mancos, mudos y otros muchos enfermos; los ponían a los pies de Jesús y él los sanaba. De modo que la gente estaba asombrada al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y todos alababan al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: “Siento compasión de esta gente, porque ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. No quiero enviarlos en ayunas a sus casas, no sea que desfallezcan por el camino”. Sus discípulos le dijeron: “Pero ¿cómo encontrar comida para tanta gente en un lugar como este, donde no vive nadie?”. Jesús les preguntó: “¿Cuántos panes tenéis?”. “Siete y unos pocos peces” -le contestaron. Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y los peces y, habiendo dado gracias a Dios, los partió, se los dio a sus discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron siete canastas con los trozos sobrantes.

Preparación: En su exhortación “La alegría del Evangelio”, el Papa Francisco ha escrito: “Existe alimento para todos; el hambre se debe a la mala distribucón de los bienes y de la renta… y a la práctica generalizada del desperdicio” (EG 191). El profeta Isaías había anunciado una fiesta para todos los pueblos. Dios mismo les prepararía un festín de manjares suculentos en el monte Sión. En el colmo de la alegría todos los pueblos exclamarían: “Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara”.

Lectura: El evangelio de hoy nos dice que Jesús cumple ese anhelo de la humanidad. Él viene a saciar nuestra hambre. En Él está la salvación que esperaban los pueblos. Aunque sea escandalosa la injusticia del mundo, el  evangelio nos ayuda a mirar a la multitud con ojos de compasión, como hizo Jesús. Las gentes le buscaban porque necesitaban alivio para sus males y luz para el camino. También hoy nuestro corazón está hambriento de verdad, de bondad y de belleza. Pero Jesús se compadece de nosotros. Y pide a sus discípulos que aprendan de él esa primera lección de la compasión. Y eso piden también a los discípulos de hoy.

Meditación: Jesús es la revelación última y definitiva de la compasión de Dios. Esa es la gran lección del relato evangélico. En su carta encíclica “Salvados en esperanza”, el papa Benedicto XVI recuerda unas hermosas palabras de San Bernardo: “Dios no padece, pero se compadece”. Esa es una pauta para nuestra conducta. No podemos despedir a las gentes sin un gesto de misericordia. Si no hemos aprendido a compadecernos del hambre de nuestros hermanos es que no hemos prestado una atención sincera y responsable a la vida y al mensaje de Jesucristo.

Oración: Señor Jesús, tú eres la imagen de Dios, que es compasivo y misericordioso. Y nosotros estamos llamados a imitar ese modelo de vida.   Que nunca ignoremos el lamento de nuestros hermanos. Que no endurezcamos el corazón a las necesidades de todos nuestros hermanos. 

Contemplación: Siempre nos referimos a este hecho evangélico llamándolo la “multiplicación de los panes y los peces”. Hoy contemplamos a Jesús suscitando entre sus seguidores toda una ola de generosidad. Aunque sea criticada constantemente,  la Iglesia ha escuchado la voz de Jesús y se ha acercado a los que sufren. Contemplemos también en ella la imagen de la misericordia de nuestro Dios.

Acción: El papa Francisco nos pide repetidamente que nos acerquemos a las “periferias existenciales” de la humanidad. La esperanza del Adviento nos lleva hoy a compartir nuestro pan con el hambriento. Y nuestra fe con los que buscan un sentido para sus vidas.
                                                                           José-Román Flecha Andrés