viernes, 30 de mayo de 2014

LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO. 9

EVANGELIZACIÓN Y PAZ SOCIAL

Todos anhelamos la paz. En su exhortación apostólica La alegría del Evangelio (EG), el Papa Francisco recuerda que, entre los frutos del Espíritu, además del amor y la alegría, san Pablo menciona la paz (EG 217).  Por eso trata de aclarar el verdadero concepto de la paz social, distinguiéndolo de algunas falsas imágenes que circulan por todas partes:
• La paz social no es un irenismo, es decir el sentimiento relativista de quienes afirman que “todo vale” y que cualquier opción moral es igualmente aceptable.
• La paz social tampoco es “una mera ausencia de violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros”. Esa es la paz que reina en los cementerios.
• La paz social es falsa cuando es una excusa para  silenciar a los más pobres y para que los más acomodados puedan gozar tranquilamente de sus beneficios.
• La paz social tampoco se reduce a una ausencia de guerras, fruto del equilibrio siempre precario de fuerzas.
Citando a Pablo VI, afirma esta exhortación que “la paz se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres” (EG 221).
  
CUATRO PRINCIPIOS

Dicho esto, el Papa Francisco propone cuatro principios, que posiblemente resultarán difíciles para el lector medio. Piensa él que pueden ayudar a orientar la convivencia social y la fidelidad a un proyecto común que ayude a armonizar las diferencias sociales de un pueblo:
• “El tiempo es superior al espacio”. Eso significa que hay que trabajar a largo plazo, si obsesionarse por resultados inmediatos. La evangelización requiere tener presente el horizonte y asumir los procesos posibles y el camino largo.
• “La unidad prevalece sobre el conflicto”. Sin ignorar el conflicto y sin dejarse atrapar por él hay que aceptar sufrir por él, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un proceso de reconciliación, de  paz y de unidad.
• “La realidad es más importante que la idea”. La Palabra de Dios se ha hecho carne e historia. La evangelización no debe inventarse el Evangelio sino llevarnos a realizar obras de justicia y caridad que demuestren la fecundidad de la Palabra.
• “El todo es superior a la parte”. No podemos vivir en un universalismo abstracto ni en un localismo folklórico-Hay que ampliar la mirada, pero sin evadirse de la realidad. Hay que aceptar la totalidad e integridad del Evangelio y anunciarlo a todos (EG 222-237).

UN CAMINO DE DIÁLOGO

La evangelización también implica un camino de diálogo: con los Estados, con la sociedad y sus culturas y con otros creyentes, que no forman parte de la Iglesia católica.
• En el diálogo con el Estado y la sociedad, la Iglesia no tiene soluciones para todas las cuestiones, pero propone los valores fundamentales de la existencia humana (EG 241)..
• En el diálogo con la cultura, la evangelización está atenta a los avances científicos para iluminarlos con la luz de la fe y de la ley natural (EG 242).
• En el diálogo con los demás cristianos, hay que confiar de corazón en el otro, recordar la jerarquía de verdades y unirse en el anuncio, el servicio y el testimonio (EG 244-246).
• En el diálogo con el Judaísmo, creemos con ellos en el único Dios que actúa en la historia y acogemos con ellos la común Palabra revelada (EG 247).
• En el diálogo con el Islam, los interlocutores han de reconocer los valores de los demás, comprender sus inquietudes y compartir las convicciones comunes (EG 253).
• En el diálogo social pedimos respeto a la libertad religiosa, que es un derecho humano fundamental, y lamentamos las simplificaciones, discriminaciones y desprecios hacia nuestras convicciones, nuestros escritos básicos y nuestros principios humanistas (EG 257).
“Los creyentes nos sentimos cerca también de quienes, no reconociéndose parte de alguna tradición religiosa, buscan sinceramente la verdad, la bondad y la belleza, que para nosotros tienen su máxima expresión y su fuente en Dios” (EG 257).
José-Román Flecha Andrés
Publicado en la revista “Mensajero Seráfico”