viernes, 30 de mayo de 2014

LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO. 10

EVANGELIZADORES CON ESPÍRITU

La exhortación apostólica La alegría del Evangelio (EG) del Papa Francisco se cierra con un hermoso capítulo en el que nos ofrece algunas reflexiones acerca del espíritu de la nueva evangelización y la espiritualidad que ha de alimentar a los evangelizadores (EG 260).
La evangelización que el Papa quisiera ha de ser más fervorosa, alegre, generosa, audaz, llena de amor y de vida contagiosa.  Es decir, más abierta al Espíritu de Dios. En efecto, “una evangelización con espíritu es una evangelización con Espíritu Santo, ya que Él es el alma de la Iglesia evangelizadora” (EG 261). 
Como aviso preliminar, se dice que, en este momento, se requieren evangelizadores que oran y que trabajan. La oración sin compromiso social es tan falsa como la práctica social sin una espiritualidad que transforme el corazón. Si la Iglesia necesita siempre el pulmón de la oración, hay que evitar la tentación de refugiarse en una falsa espiritualidad (EG 262).
Con frecuencia se dice que el anuncio del Evangelio es difícil. A esta excusa, dictada por la pereza y la comodidad, responde el Papa recordando que en todos los momentos de la historia estuvieron presentes la debilidad, el egoísmo y la concupiscencia. “Entonces, no digamos que hoy es más difícil; es distinto” (EG 263).

NUEVOS GÉRMENES DE VIDA

Tras esta introducción, el Papa presenta las motivaciones para evangelizar. La primera es el amor de Jesús que hemos recibido y que se refleja en todas las páginas del Evangelio. De hecho, “el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas”. Así que “no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo”  (EG 264-266).
La segunda motivación es el gusto espiritual de ser pueblo, el saber que el Señor nos toma del pueblo y nos envía al pueblo.. Así lo hizo Jesús. Así pues, “el amor a la gente es una fuerza espiritual que facilita el encuentro pleno con Dios”. No se puede ignorar a nadie para encerarse en la comodidad. “Todo ser humano es objeto de la ternura infinita del Señor” (EG 268-274).
Hay una tercera motivación que enciende en nosotros la esperanza: la resurrección del Señor. “Cristo resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza”. El Señor resucitado prometió a sus discípulos que los precedería por el camino.
Ahora bien, su resurrección no es algo que haya quedado relegado al  pasado. La resurrección de Cristo provoca también ahora el rebrote de nuevos gérmenes de vida y unos frutos que no sabemos cómo, ni dónde ni cuando aparecerán (EG 275-279). Basta confiar de verdad en el Espíritu Santo y sumergirse en una oración de intercesión  y de agradecimiento por los demás (EG 280-283).

ESTRELLA DE LA EVANGELIZACIÓN

La exhortación “La alegría del Evangelio” se cierra con unos párrafos dedicados a María, la Madre y la estrella de la evangelización. Ella es el último regalo que Jesús ha hecho a su pueblo desde lo alto de la cruz. Generalmente decimos que hemos de ir a Jesús por María. El Papa Francisco escribe que al pie de la cruz, Cristo nos lleva a María (EG 285).
Tras evocar la vida de María, añade el Papa que “ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno” (EG 286). En la vida de María no todo fue fácil. La suya fue una peregrinación de la fe, con etapas de aridez, ocultamiento y fatiga, como las que podemos atravesar los evangelizadores de hoy (EG 287).
A María, invocada como  “Señora de la prontitud” “Virgen de la escucha y la contemplación”,  “Estrella de la nueva Evangelización”, y “Madre del Evangelio viviente” (EG 288), se dirige la hermosa oración final de esta exhortación programática y esperanzada.
A este texto tendremos que volver muchas veces para encontrar luz para el camino y fuerza y estímulo para caminar y anunciar el Evangelio de Jesucristo.
José-Román Flecha Andrés

Publicado en la revista “Mensajero Seráfico”