martes, 15 de abril de 2014

EL HOMBRE Y LA VIDA

      EL RABINO Y EL CARDENAL ANTE LA MUERTE 

El diálogo interdisciplinar es siempre interesante. Y casi siempre le depara a uno alguna sorpresa. Recuerdo un encuentro en el Hostal de San Rosendo en Orense. Me habían invitado los médicos de Galicia a explicarles la postura de la Iglesia respecto a la muerte y el morir.
Algunos quedaron asombrados, por no decir escandalizados. Como tantos otros, también ellos pensaban que la Iglesia era vitalista a ultranza. Estaban convencidos de que los católicos estamos empeñados en mantener la vida de los enfermos terminales a toda costa y a todo coste.
Los médicos asistentes al coloquio no sospechaban los matices que contiene la doctrina católica sobre la muerte y los moribundos. Seguramente no sabían que la Iglesia ha desaconsejado desde siempre el recurso a los medios extraordinarios que podrían emplearse para conservar la vida que se encuentra en situación terminal.

ENCARNIZAMIENTO TERAPÉUTICO

Pues bien, apenas elegido el Papa Francisco para desempeñar el ministerio de Pedro, ha sido publicado un libro en el que se recogen  los  diálogos del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio con el rabino Abraham Skorka.
“A la medicina hay que apoyarla para que mejore las condiciones de vida del hombre, sin lugar a dudas. ¡Pero cuidado! De ahí a un encarnizamiento terapéutico, de ninguna manera… Alargar la vida, sí, pero en condiciones de vida plena”. Así escribe el rabino.
Seguramente, algún lector espere que el cardenal niegue esa postura. Pero se equivoca. Su respuesta coincide fundamentalmente con la del rabino: “Nuestra moral también dice que hay que hay que hacer lo necesario, lo ordinario, en los casos en que ya está marcado el final. Se debe asegurar la calidad de vida… Uno no está obligado a conservar la vida con métodos extraordinarios. Eso puede ir en contra de la dignidad de la persona. Distinta es la eutanasia activa; eso es matar”.
El planteamiento de la moral católica es claro. Rechaza con igual fuerza la eutanasia, que proporciona la muerte, y la distanasia, que alarga inmoderadamente el proceso final.

EUTANASIA ENCUBIERTA

Algún otro lector puede pensar que con esa postura reflejada en la respuesta del cardenal, nos colocamos en una cuesta resbaladiza que puede llevarnos a la administración masiva de la eutanasia, como ya ha ocurrido en algunos momentos de la historia reciente. Por eso mismo, el cardenal añade inmediatamente una observación que resulta cada vez más oportuna:
“Creo que ahora hay una eutanasia encubierta: las obras sociales pagan hasta un determinado tratamiento y después dicen: ‘que Dios te ayude’. El anciano no es cuidado como se debe, sino que es material de descarte. A veces el paciente está privado de medicina y de cuidados ordinarios, y eso lo va matando”.
Es muy interesantes esta observación, que en este momento resulta profética. Una sociedad que valora los aspectos económicos por encima de la dignidad de la persona es una sociedad inhumana, aunque trate de encubrir sus decisiones con el velo de la compasión.

MEDIOS PROPORCIONADOS

El diálogo entre el rabino y el cardenal continúa considerando otros aspectos relativos a la muerte. Pero estas observaciones sobre el poco respeto que merecen los ancianos enfermos son realmente actuales.
Seguramente habría que añadir una aclaración. La doctrina oficial de la Iglesia Católica hace unos años ha introducido una nueva terminología: la que se refiere a los “medios proporcionados y desproporcionados”. Esa terminología viene a precisar la anterior.
De hecho puede haber medios que, aun siendo ordinarios, resulten ya totalmente desproporcionados para la situación de un paciente concreto. Y, al contrario, pueden darse medios realmente extraordinarios pero que sean abiertamente proporcionados a esa situación, con relación al éxito que se espera.
Por supuesto, la Iglesia católica ha publicado algunos criterios que pueden ayudar a establecer la distinción entre unos medios y otros.
                                                                                José-Román Flecha Andrés