TOMA AL NIÑO Y A SU MADRE
“Quien
respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al
Señor” (Eclo 3,6). Como sabemos, estas palabras del libro del Eclesiástico
encuentran su eco en el Decálogo: “Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen
tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar” (Éx 20,12).
Esas
palabras suenan hoy como una seria advertencia para una sociedad en la que los
padres parecen ser un estorbo para los hijos, que tratan de vivir al ritmo de
una vida marcada por el individualismo.
El
salmo responsorial nos recuerda que la dicha de temer al Señor y seguir sus
caminos es coronada por la bendición de poder reunirse en torno a la mesa familiar
(Sal 127).
En
la carta a los Colosenses se nos ofrece un abanico de actitudes que humanizan una
vida que considera el amor como el vínculo de la unidad perfecta” (Col
3,12-21).
En
los sueños se mezclan nuestros deseos y nuestros temores: esos que mientras
estamos despiertos a veces nos alientan y casi siempre nos preocupan.
En
la Sagrada Escritura, los sueños son considerados con frecuencia como la
situación en la que Dios manifiesta su voluntad a una persona. Se diría que en
el sueño se encuentran lo humano y lo divino, nuestros planes y los planes de
Dios.
El
evangelio según san Mateo recoge tres sueños en los que el ángel del Señor
transmite a José de Nazaret unos avisos totalmente necesarios para que pueda
llevar a cabo su misión de proteger a Jesús y a María (Mt 2,13-25.19-23).
La
familia que le ha sido encomendada corre un grave peligro. El texto evangélico
trata de subrayar, sobre todo, que Jesús en cierto modo repite la suerte del
pueblo de Israel. Si por una parte ha de sufrir la persecución, por otra parte,
contará con la protección de Dios.
Pero
el texto evangélico no habla solamente de la suerte de Jesús y de la
providencia de Dios. Subraya también la disponibilidad de Jose de Nazaret para
llevar a la práctica los mandatos o consejos que recibe de lo alto
• En
primer lugar, tiene que levantarse. Un consejo tan elemental para quien es
despertado del sueño puede significar también el primer paso que han de dar los
creyentes y toda la comunidad. Siempre es hora de despertar del sueño y de
levantarse para actuar según la voluntad de Dios.
• Además,
José ha de tomar al niño y a su madre. Nadie es una isla. No se puede vivir en
la indiferencia respecto a los demás. Todos somos responsables de algo y, sobre
todo, de alguien. En este momento corre un serio peligro la vida. No tenemos
derecho a ignorarlo. Estamos obligados a defender y tutelar el don sagrado de
la vida
• Y
tiene que ponerse en camino. José de Nazaret ha de ir a Egipto como el antiguo
José, hijo de Jacob. José, virrey de Egipto, habría de asumir la
responsabilidad de acoger a su pueblo. Y el carpintero José ha de ponerse en
camino para salvar a su familia en Egipto.
-Padre nuestro que estás en el cielo, protege a nuestras familias y no permitas que sucumban a los numerosos peligros que las acechan. Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo y nuestro Salvador. Amén.
José- Román Flecha Andrés