CINCO
LECCIONES DE LA NAVIDAD
Para los cristianos la fiesta
de la Natividad del Señor no puede ser solamente un recuerdo del natalicio de
un personaje histórico. Es la celebración del Misterio de la Salvación. Jesús
de Nazaret, cuya venida recordamos, es el Mesías de Dios, es nuestro Señor y
Salvador.
San Juan de Ávila, famoso
por su sabiduría y por su celo pastoral y reconocido por Benedicto XVI como
doctor de la Iglesia, nos ofrece una hermosa oración que resume el sentido de
esta celebración:
“¡Bendito sea tal niño y tan
provechoso como este! Comencemos vida nueva pues el Niño la comienza. ¡Que te
vea yo, Rey mío en el lugar más bajo, en un pesebre, y que quiera yo ser
honrado! ¡Que te vea yo pobre y que quiera ser rico! ¿Que trabajéis vos por mí
y descanse yo? Yo seré vuestro compañero. Con vos me quiero ir, pues que vais
por mis negocios. ¡Enhorabuena nazcáis! ¡Enhorabuena se ponga el Hijo de Dios
en el pesebre para mi remedio y para enseñar el amor que nos tiene!”.
Esta plegaría, incluida en
el contexto de un sermón para las gentes del siglo XVI, no puede perder
actualidad. De hecho, nos ofrece unas enseñanzas inolvidables y válidas también
para nosotros:
1.En primer lugar, san Juan
de Ávila nos exhorta a nacer de nuevo con el Niño. Eso implica la decisión de
comenzar una vida nueva. Una novedad que se ha de manifestar en nuestras relaciones
con Dios y con los demás.
2. Además, todos los
cristianos somo invitados a mirar con atención el pesebre. El Hijo de Dios nace
en Belén con motivo del censo y es depositado en el lugar más humilde de la
tierra. Un buen motivo para examinar nuestras ansias de grandeza.
3. Por otra parte, los que
nos consideramos sus discípulos no podemos ignorar que Jesús nace por nosotros
y para nosotros. Buena razón para tratar de superar nuestro individualismo. Y para
animarnos a aprender el estilo y los valores que lo movían.
4. Caminar con Jesús no es
sólo seguirlo por los caminos de Galilea y de Judea, cosa que es bastante difícil
en este tiempo. Caminar con Jesús es compartir su vida y asumir su entrega como
modelo para nuestra propia entrega.
5. Y, como no podía ser menos,
contemplar el pobre pesebre de Belén en el que Jesús es depositado es un
auténtico desafío para que nos decidamos a comprender su amor y aprender a amar
a los demás.
En este tiempo, a todos nos
viene bien volver a meditar esas cinco lecciones que san Juan de Ávila sugería
a los fieles que acudían a escuchar sus sermones.
La Navidad es una buena ocasión para reflexionar sobre el espíritu de la frivolidad que nos despersonaliza y sobre la tentación del consumismo que nos desvaloriza. Y, sobre todo, para descubrir en Jesús al que se había de presentar como el camino, la verdad y la vida.
José-Román Fecha Andrés