El día 16 de noviembre de este año 2025 se
celebra la
IX Jornada Mundial de los Pobres. El mensaje del papa León XIV parte del lema “Tú, Señor, eres mi
esperanza” y nos ofrece estas ideas principales.
1. El pobre puede convertirse en testigo de una
esperanza fuerte y fiable, pues la profesa en su vida precaria, marcada por
privaciones, fragilidad y marginación. El pobre no confía en las seguridades
del poder o del tener. Al contrario, con frecuencia es víctima de ellas. Su
esperanza solo puede reposar en otro lugar.
2. Cuando existe el deseo de tener a Dios como
compañero de camino, las riquezas se relativizan, porque se descubre el
verdadero tesoro del que realmente tenemos necesidad.
3. La pobreza más grave es no conocer a Dios. Por
eso, la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención
espiritual.
4. Todos los bienes de esta tierra, las
realidades materiales, los placeres del mundo, el bienestar económico, aunque sean
importantes, no bastan para hacer feliz al corazón.
5. La esperanza cristiana no depende de la fuerza
humana sino de la promesa de Dios, que siempre es fiel. La esperanza cristiana
es como un ancla que fija nuestro corazón en la promesa de Jesucristo, que nos
ha salvado con su muerte y resurrección y que volverá un día entre nosotros
6. La esperanza nace de la fe, que la alimenta y
la sostiene, y vive sobre el fundamento de la caridad, que es madre de todas
las virtudes… Quien carece de caridad no solo carece de fe y esperanza, sino
que quita esperanza a su prójimo.
7. La pobreza tiene causas estructurales que
deben ser afrontadas y eliminadas. Pero todos estamos llamados a crear nuevos
signos de esperanza. Los hospitales y las escuelas, son instituciones creadas
para acoger a los más débiles y marginados. Hoy deberían formar parte de las
políticas públicas de todo país, pero lo impiden las guerras y las
desigualdades.
8. De todas formas, hay signos de esperanza como
las casas-familia, las comunidades para menores, los centros de escucha y
acogida, los comedores para los pobres, los albergues, las escuelas
populares.
9. La Jornada Mundial de los Pobres nos recuerda
que los pobres no son objetos de nuestra pastoral, sino sujetos creativos que
nos estimulan a encontrar formas nuevas de vivir el Evangelio.
10. Ante las nuevas oleadas de empobrecimiento y
de esclavitud, tenemos la tentación de acostumbrarnos y resignarnos pasivamente.
Así pues, nuestra responsabilidad social se basa
en el gesto creador de Dios, que a todos concede los bienes de la tierra.
También los frutos del trabajo del hombre deben ser accesibles de manera
equitativa. Por eso, ayudar al pobre es una cuestión de justicia, antes que de
caridad.
José-Román Flecha Andrés