martes, 9 de septiembre de 2025

REFLEXIÓN - Solemnidad de la Santa Cruz 14 de septiembre de 2025

 

EL RECUERDO DE LA CRUZ

“Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba la serpiente de bronce y salvaba su vida” (Núm 21,9). 

Como para evitar la tentación de acudir a la magia para lograr la curación, el libro de la Sabiduría explica que aquel era un signo de salvación. “El que lo miraba se curaba, no por lo que contemplaba, sino por ti, salvador de todos” (Sab 16,7).

Recordando cómo los hebreos se olvidaban del Dios que los había liberado de la esclavitud padecida en Egipto, el salmo responsorial nos recuerda que “él, en cambio, sentía lástima, perdonaba la culpa y no los destruía: una y otra vez reprimió su cólera, y no despertaba todo su furor” (Sal 77,38).

San Pablo, por su parte, recoge un conocido himno, en el que se afirma que Jesús, “siendo de condición divina, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2,6-11).

CRUZ Y EL ANCLA

En su diálogo con Nicodemo Jesús se comparó a sí mismo con la antigua serpiente del desierto: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna” (Jn 3,14-15).

Jesús habría de ser elevado en la cruz para ofrecer la salvación a todos los que volvieran a él sus ojos y su confianza. Es claro que nuestra salvación no brota de la madera de la cruz, sino del crucificado en el madero, es decir de su entrega a Dios por nosotros. 

Al venerar a un crucificado, los cristianos somos una auténtica provocación social. En un mundo que solo aspira a la comodidad y el disfrute, al triunfo y la fama, aceptar la cruz parece una locura. La cruz molesta en todas partes. Y proclamar que la cruz es el camino para la salvación suena como un agresivo desafío. 

Sin embargo, no podemos olvidar que, en el logo elegido para este año jubilar, la cruz que abrazan los peregrinos se presenta como un ancla de salvación.

GRATITUD Y COHERENCIA

El signo y el misterio de la cruz se expresan en palabras de entrega. El evangelio de Juan coloca en labios de Jesús el mejor comentario a esta certeza (Jn 3,13-17).

• “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único”. Dios no es enemigo de su creación. La vida y la muerte de Jesús son el gran signo del amor de Dios al mundo. Y la entrega de Jesús a su Padre refleja el acto por el que el Padre nos ha entregado a su Hijo.

• “Para que no perezca ninguno de los que creen en él”. El fin de la entrega de Jesús es presentado como un rescate. Si aceptamos su vida y su doctrina, seremos liberados de la frustración humana y del riesgo del fracaso de nuestra existencia.

• “Para que tengan vida eterna”. La entrega de Jesús da sentido a nuestra vida.  Su vida se ha distinguido por su  donación a los pequeños, a los humildes y a los pobres. Esa es la vida que pervive hasta más allá de la muerte y nos une para siempre al Dios viviente.

- Señor Jesús, hoy somos tentados por el ansia de la comodidad. Pero el recuerdo de tu cruz nos lleva a agradecer el sacrificio de tu vida, nos invita a ser coherentes con nuestra fe y nos anima a vivir en la esperanza y en el amor. Bendito seas por siempre, Señor.

                                                                                             José-Román Flecha