martes, 9 de septiembre de 2025

CADA DÍA SU AFÁN - 13 de septiembre de 2025

 

UN CRUCERO EN EL CAMINO

 La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz conmemora la recuperación de la cruz de Cristo que habían llevado de Jerusalén las invasiones de los persas de Cosroes.

Pero vencidos los invasores, el emperador bizantino Heraclio regresó triunfante a Constantinopla el día 14 de septiembre del año 628 y poco después devolvió la cruz a la ciudad de Jerusalén.

Como escribía el benedictino fray Justo Pérez de Urbel, “desde entonces la fiesta de la Exaltación convirtióse en la conmemoración del retorno de la Cruz, en el triunfo prodigioso de la Cruz, cautiva de los adoradores del fuego”.

Pero más allá de esa evocación histórica, esta fiesta nos invita a preguntarnos qué papel juega la cruz en nuestras vidas.

- La cruz material es discutida como nunca. En nombre de la democracia, se la retira de los lugares públicos. Dicen que con ello solo se pretende no ofender a los miembros de otras religiones que viven entre nosotros. Por la misma razón habría que sacrificar a todos los cerdos, considerados impuros por los judíos, y a todos los perros, considerados impuros por los musulmanes. 

Por otra parte, los mismos cristianos hemos trivializado la cruz. La hemos convertido en un adorno enjoyado, que después nos avergonzamos de llevar al cuello. A veces la usamos como un amuleto para curar ciertos dolores. O la empuñamos como cofrades penitenciales, aun cuando no creamos en el Señor que en ella murió por redimirnos.

- La otra cruz, la espiritual, es el verdadero problema. Se rechaza la cruz para rechazar al Crucificado. Además, no aceptamos nuestras cruces, mientras que imponemos sobre los hombros de los demás las cruces pesadas. Las cruces del hambre y la marginación, del desprecio y el abandono, de la miseria y de la guerra, de la violencia y del despojo.

Y, sin embargo, la cruz representa el misterio de nuestra redención. Hoy deberíamos recordar los conocidos versos de santa Teresa de Jesús: “En la cruz está el Señor de cielo y tierra, y el gozar de mucha paz, aunque haya guerra. Todos los males destierra en este suelo, y ella sola es el camino para el cielo”.

Son muchos los caminos que se abren ante nosotros. En tiempos de guerra y de conflictos no debemos desviarnos. Durante siglos, los “cruceros” indicaban a los peregrinos el camino verdadero. Pero pocas veces habrá sido cantado con más fuerza y acierto el misterio de la cruz de Cristo y la gloria de nuestra liberación.

La liturgia nos repite una oración que otorga su verdadero sentido a todas las cruces del mundo: “Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque con tu cruz has redimido al mundo”. El día de la Exaltación de la Santa Cruz es la mejor ocasión para celebrar esta victoria y orientarnos en el camino.

                                                                                  José-Román Flecha Andrés