EL VALOR DE LA HOSPITALIDAD
“Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de
largo junto a tu siervo”. Con este ruego
recibe Abrahán a los tres peregrinos que han llegado hasta su tienda (Gén
18,1-10). En sus labios se convierte en oración la famosa hospitalidad de los
beduinos.
Pero
el texto recoge también la promesa que formula uno de los peregrinos que han
sido acogidos por Abrahán: “Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de
costumbre, Sara habrá tenido un hijo”. Evidentemente, es Dios quien habla por
medio de aquellos mensajeros.
Evocando
esta escena bíblica, también nosotros podemos exclamar: “Señor, ¿Quién puede
hospedarse en tu tienda?” (Sal 142,2). Según este salmo, las virtudes nos
capacitan para encontrarnos con los demás y con el mismo Dios.
Por otra parte, san Pablo dice que acepta sus sufrimientos para completar en su carne lo que falta a los padecimientos de Cristo en favor de su cuerpo que es la Iglesia (Col 1,24-28).
LA QUEJA DE MARTA
También
en el evangelio que hoy se proclama encontramos una escena de hospitalidad.
Mientras va de camino, Jesús se detiene en una aldea. Una mujer llamada Marta
le ofrece hospitalidad en su casa y se preocupa de servirle. Mientras tanto, su
hermana María se sienta a los pies de Jesús y escucha su palabra (Lc 10,38-42).
Marta
se queja ante Jesús de que su hermana la deje a ella sola ocuparse de las
atenciones que requiere la hospitalidad: “Señor no te importa que mi hermana me
haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano”.
Es evidente que Marta está incómoda por la
actitud de María. Le parece que el Maestro ignora todo lo que ella está
haciendo para ofrecerle una decorosa hospitalidad. Según ella, Jesús debería
prestarle un poco de atención.
Las
palabras de Marta nos hacen recordar la tempestad en el lago de Galilea. En aquella ocasión, los discípulos se habían dirigido a Jesús con un grito de
angustia: “Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?” (Mc 4,38).
El escenario es muy diferente, pero la queja de Marta es muy semejante. En un caso y en otro late la inquietud por la aparente indiferencia de Jesús ante la situación de la persona.
LA RESPUESTA DE JESÚS
Ahí
queda esa nerviosa pregunta de Marta. Pero a todos nos interesa escuchar la
doble respuesta que Jesús le dirige.
•
“Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: solo una es
necesaria”. En estos tiempos, tanto la Iglesia como la sociedad parecen muy
afanadas en multiplicar sus ocupaciones
terrenas, mientras se olvidan de reflexionar sobre la verdad que nos
hace libres.
•
“María ha escogido la mejor parte, y no le será arrebatada”. Esta frase de
Jesús se dirige a la Iglesia, llamada a escuchar la palabra del Señor. Pero
interpela también a una sociedad que desprecia los símbolos cristianos, persigue
a los creyentes y los condena a muerte.
- Señor Jesús, también hoy vienes a nuestra casa. Enséñanos a acogerte con dignidad y a escucharte con atención. Que nuestro trabajo y nuestra contemplación reflejen la verdad de nuestra fe. Abre nuestros corazones para que aprendamos a acogerte en los pobres y en los marginados, en los emigrantes y en los perseguidos. Con ellos llegas tú a nuestra casa. Bendito seas tú, que vienes en el nombre del Señor. Amén.
José-Román Flecha Andrés