lunes, 30 de junio de 2025

REFLEXIÓN - Domingo 14 del tiempo ordinario. C 6 de julio de 2025

 

MENSAJEROS DE LA ALEGRÍA

“Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto” (Is 66,10). Es impresionante esta invitación a la alegría  que se encuentra en el último capítulo del libro de Isaías. Después del exilio en Babilonia, Dios va a facilitar el nacimiento de la nueva Jerusalén.

El texto emplea una imagen altamente expresiva en aquel tiempo y en aquel lugar. Dios va a hacer que la paz corra hacia Jerusalén con la abundancia de un río caudaloso. Esta presencia misericordiosa de Dios será la verdadera causa de la alegría para su pueblo.

La alegría reaparece también en el salmo responsorial: ”Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente” (Sal 65,6).

Con todo, la felicidad y la gloria no tienen su causa en los logros humanos. San Pablo escribe a los gálatas que él solamente puede gloriarse en la cruz de Jesucristo  (Gál 6,14-18).

LA PRESENCIA DEL REINO

Según el evangelio de Lucas, al iniciar su subida hacia Jerusalén, Jesús envía a sus discípulos por delante de él, para que le preparen el camino (Lc 10,1-12.17-20). 

• Jesús los envía de dos en dos, porque en su tierra, el testimonio de una persona solamente era creíble cuando era apoyado por otra persona. Además, los discípuos habían de caminar unidos, puesto que eran enviados a anunciar la paz.

• Jesús los envía ligeros de equipaje. El mensaje que anuncian no se apoya en la fuerza, en las riquezas o en los medios de los mensajeros.

• Además, los mensajeros han de curar a los enfermos que se encuentren. Han de ser  recibidos como portadores de la misericordia y de la compasión de su Maestro.  

• Y este es el mensaje que han de proclamar en todo lugar: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”. No se trata de amedrentar a las gentes. Al contrario: les anunciarán la presencia de Dios entre los hombres. En realidad, Jesús mismo era ya el Reino de Dios. 

LA VERDADERA ALEGRÍA

Según el texto evangélico, los discípulos retornan de su misión y comunican a Jesús los efectos de su predicación, de las curaciones y de los exorcismos que han realizado. Y su experiencia es el contenido de su diálogo con el  Maestro:

  “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. El nombre significa y representa la dignidad de Jesús. Los discípulos han podido comprobar el poder que ejerce el nombre del Maestro sobre el espíritu del mal.

• “No estéis alegres porque se  os someten los espíritus”. Ante la alegria de sus discípulos, Jesús les advierte que no caigan en la ingenuidad de creer que yan han logrado someter a los espíritus que manejan este mundo.

• “Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo”. Los discípulos aludían al nombre de Jesús, pero él alude ahora al nombre de los suyos. Han de alegrarse porque el Padre los tiene ya presentes en su reino.

- Señor Jesús, tú nos has enviado como mensajeros de tu paz y como heraldos del Reino de Dios. No debemos caer en el desaliento ante los aparentes fracasos de  nuestra misión. Pero tampoco debemos enorgullecernos por los éxitos que nos parece haber alcanzado. La verdadera alegría nace solamente de sabernos amados por el Padre celestial. Amén. 

                                                                                            José-Román Flecha Andrés