Todos nos preguntábamos si el papa Francisco
podría ya salir a la “logia” central de la basílica de San Pedro para desearnos
una feliz Pascua. Salió y nos dejó un inolvidable mensaje “Urbi et Orbi” que su
muerte ha convertido en un testamento. De él se podrían extractar estas ideas:
1.El sepulcro de Cristo está vacío. Jesús ha
resucitado. Es el Viviente. “El amor venció al odio. La luz venció a las
tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza. El
mal no ha desaparecido de nuestra historia, permanecerá hasta el final, pero ya
no tiene dominio, ya no tiene poder sobre quien acoge la gracia de este día”.
2. En la pasión y muerte de Jesús, Dios ha asumido
el mal del mundo y lo ha vencido con su infinita misericordia. “¡El Cordero de
Dios ha vencido! Por eso hoy exclamamos con María Magdalena: ¡Cristo, mi
esperanza, ha resucitado!”.
3. La resurrección de Jesús es el fundamento de
la esperanza que no defrauda. No es una esperanza evasiva, sino comprometida;
no es alienante, sino que nos responsabiliza. Los que esperan en Dios, con
Jesús resucitado se convierten en peregrinos de esperanza, testigos de la victoria
del Amor y de la potencia desarmada de la Vida.
4. ¡Cristo ha resucitado! ¡La Pascua es la fiesta
de la vida! ¡Dios nos ha creado para la vida y quiere que la humanidad
resucite! A sus ojos toda vida es preciosa, tanto la del niño en el vientre de su
madre, como la del anciano o la del enfermo. No son personas a descartar.
5. “Cuánta voluntad de muerte vemos en los
conflictos que afectan a diferentes partes del mundo. Cuánta violencia se
percibe también en las familias contra las mujeres o los niños. Cuánto
desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los
migrantes”.
6. A la luz de la Pascua, deberíamos esperar y
confiar en los demás; pues todos somos hijos de Dios.
7. La paz es posible. En el Santo Sepulcro en
Jerusalén católicos y ortodoxos celebran este año la Pascua el mismo día. Que
desde allí se irradie la luz de la paz sobre Tierra Santa y sobre el mundo
entero.
8.Tras mencionar los países en guerra, el Papa
pide a los políticos no ceder a la lógica del miedo que aísla, sino usar los
recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y
promover iniciativas que impulsen el desarrollo.
9. Que nunca se debilite el principio de
humanidad. Ante la crueldad de los conflictos que afectan a civiles desarmados,
recordar lo que está en juego son personas con un alma y una dignidad.
10. A pesar del enfrentamiento entre la muerte y la vida, el Señor vive para siempre. Estamos llamados a participar en la vida que no conoce el ocaso, donde ya no se oirán el estruendo de las armas ni los ecos de la muerte.
José-Román Flecha Andrés