LA VERDADERA FELICIDAD
“Maldito quien
confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón
del Señor… Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza”. Jeremías usa una forma popular de confrontar los valores
y los contravalores (Jer 17,5-8).
Quien se apoya
en alianzas y compromisos humanos o en los mensajes
de la publicidad es como un cardo del desierto, arrancado
y arrastrado por el viento. Quien se apoya en Dios será como un
árbol plantado junto a las aguas, que conserva su verdor y siempre dará frutos.
Con el
salmo responsorial nosotros nos hacemos eco de esta
profecía y proclamamos: “Dichoso el hombre que ha puesto su
confianza en el Señor” (Sal 1,1). Es muy importante
que ya el primero de los salmos comience con esta
bienaventuranza.
Como escribe san Pablo a los fieles de Corinto, la resurrección de Cristo es un buen fundamento para nuestra fe y para nuestra vida (1 Cor 15,12.16-20).
LA ÚLTIMA VERDAD DEL HOMBRE
Las
bienaventuranzas proclamadas por Jesús son toda una revelación del misterio de
Dios. Son además una manifestación del espíritu mismo de Jesús. Y son una
proclamación de lo que constituye la última verdad del ser humano.
El
evangelio según san Mateo sitúa el pregón de las bienaventuranzas de Jesús en
el contexto del “Sermón de la Montaña”. El evangelio según san Lucas que hoy se
proclama las coloca en el ambiente del “Sermón del llano” (Lc 6,17.20-26). En
este caso, como en el oráculo del profeta Jeremías, se contraponen las
actitudes morales.
Son
bienaventurados y dichosos los pobres, los que tienen hambre, los que lloran y
los que son odiados y proscritos por causa del Hijo del hombre. Evidentemente,
no se trata de proponer la moral de los esclavos ni de glorificar el dolor y el
fracaso.
Hay dos claves para comprender estas frases tan impopulares. Por una parte, Jesús declara que en esas actitudes se cifra la verdadera alegría, que no coincide con la satisfacción inmediata. Además, establece un salto entre el ahora y la recompensa futura ante Dios.
LA SUERTE DE LOS PROFETAS
Frente
a las ocho bienaventuranzas que recoge el evangelio de Mateo, el evangelio
de Lucas presenta solamente cuatro. Pero
recoge también otras cuatro malaventuranzas, que recuerdan los “ayes” o
maldiciones que se encuentran en el libro de Isaías (Is 5,8-24).
• ¡Ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis
recibido vuestro consuelo!” Los que ahora
están saciados un día tendrán hambre. Los que ahora ríen un dia llorarán. Jesús se lamenta por los que reciben alabanzas de
todo el mundo. Es importante esa contraposición entre el ahora del presente y
un día que se sitúa en el futuro, entre lo temporal y lo eterno.
•
Tanto las bienaventuranzas como las malaventuranzas coinciden en una motivación
importante, que es la diferente suerte que los profetas corrieron a lo largo de
la historia. Los que en verdad hablaban en nombre de Dios fueron insultados y
perseguidos. Los falsos profetas, que difundían solo aquello que las gentes
querían escuchar, no merecen compasión.
- Señor Jesús, estas manifestaciones tuyas provocan el escándalo y el rechazo de nuestra sociedad. Pero reconocemos la verdad de tu palabra y su coherencia con el espíritu que te movía. Ayúdanos a ajustar nuestra vida a tu mensaje y a ser testigos creyentes y creibles de la verdad de lo humano que tú nos has revelado. Amén.
José-Román Flecha Andrés