martes, 11 de febrero de 2025

CADA DÍA SU AFÁN - 15 de febrero de 2025

 

ENFERMEDAD Y ESPERANZA

Por decisión del papa Juan Pablo II, el día 11 de febrero se celebra la Jornada Mundial del Enfermo. Para el mensaje de este año jubilar el papa Francisco ha elegido este lema: “La esperanza no defrauda (Rm 5,5) y nos hace fuertes en la tribulación”.

Según él, estas expresiones consoladoras pueden suscitar en los que sufren estos interrogantes: ¿Cómo permanecer fuertes, cuando sufrimos enfermedades graves, invalidantes, que requieren tratamientos tan costosos? ¿Cómo hacerlo cuando, además de nuestro sufrimiento, vemos sufrir a quienes nos quieren y no pueden ayudarnos? 

El Papa nos invita a reflexionar sobre la presencia de Dios, que permanece cerca de quien sufre, bajo tres aspectos que la caracterizan: el encuentro, el don y el compartir.

1. El encuentro. En la enfermedad experimentamos nuestra fragilidad como criaturas, pero sentimos la cercanía y la compasión de Dios, que en Jesús ha compartido nuestros sufrimientos. Él no nos abandona.  “La enfermedad entonces se convierte en ocasión de un encuentro que nos transforma y nos hace más conscientes de que no estamos solos”. 

 2. El don. En el sufrimiento nos damos cuenta de que toda esperanza viene del Señor, y es un don que hemos de acoger y cultivar. El Resucitado camina con nosotros. Como los discípulos de Emaús, también nosotros “podemos compartir con él nuestro desconcierto, nuestras preocupaciones y nuestras desilusiones, podemos escuchar su Palabra que nos ilumina y hace arder nuestro corazón, y nos permite reconocerlo presente en la fracción del Pan”. Al acercarse, el Señor nos devuelve valentía y confianza.   

3. El compartir. Los lugares donde se sufre son a menudo lugares de intercambio y de enriquecimiento mutuo. “A veces nos damos cuenta de que somos “ángeles” de esperanza, mensajeros de Dios, los unos para los otros: enfermos, médicos, enfermeros, familiares, amigos, sacerdotes, religiosos y religiosas”. Y eso ocurre en la familia, en los dispensarios, en las residencias de ancianos, en los hospitales y en las clínicas.

“Es importante saber descubrir la belleza y la magnitud de estos encuentros de gracia y aprender a escribirlos en el alma para no olvidarlos; conservar en el corazón la sonrisa amable de un agente sanitario, la mirada agradecida y confiada de un paciente, el rostro comprensivo y atento de un médico o de un voluntario, el semblante expectante e inquieto de un cónyuge, de un hijo, de un nieto o de un amigo entrañable. Son todas luces que atesorar pues, aun en la oscuridad de la prueba, no solo dan fuerza, sino que enseñan el sabor verdadero de la vida, en el amor y la proximidad”.

El Papa anima a los enfermos y a quienes los asisten a “caminar juntos, en una armonía a veces difícil de realizar, pero muy dulce y fuerte, capaz de llevar luz y calor allí donde más se necesita”.

                                                                José-Román Flecha Andrés