martes, 18 de febrero de 2025

CADA DÍA SU AFÁN - 22 de febrero de 2025

 

                                                       

LÍMITES DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Los dicasterios vaticanos para la Doctrina de la Fe y para la Cultura y la Educación han elaborado y publicado un documento titulado Antiqua et Nova sobre la inteligencia artificial (IA).  

 Tras exponer las cualidades y posibilidades de la IA, esta nota de la Santa Sede señala algunas diferencias que existen entre la inteligencia humana y los actuales sistemas de la IA. He aquí un resumen de esta valiosa reflexión antropológica

1. Es cierto que la IA es una extraordinaria conquista tecnológica capaz de imitar algunas acciones asociadas a la racionalidad, pero la IA solo obra realizando tareas, alcanzando objetivos o tomando decisiones basadas sobre datos cuantitativos y sobre la lógica computacional. 

2. También es verdad que la IA procesa y simula ciertas expresiones de la inteligencia humana, pero permanece confinada en un ámbito lógico-matemático, que le impone ciertas limitaciones.

3. La IA puede simular algunos aspectos del razonamiento humano y realizar ciertas tareas con increíble rapidez y eficacia, pero sus capacidades representan solo una fracción de las posibilidades de la mente humana, como realizar el discernimiento moral o establecer relaciones auténticas.

4. Es evidente que la inteligencia de una persona forma parte de su formación intelectual y moral, que va configurando todas las dimensiones de su vida. Pero la IA no puede contar con esas vivencias propias de cada persona.  

5. Además, la inteligencia humana no se limita a realizar tareas funcionales, sino que es capaz de implicarse en la realidad y de sorprendentes intuiciones. El ser humano aprende de la enfermedad y de un abrazo fraternal y hasta de la contemplación de la puesta de sol. La experiencia nos da una nueva sabiduría que no puede darnos ningún dispositivo que solo funciona con datos.

6. Reflexionado sobre estas diferencias innegables, vemos que no se puede establecer una equivalencia demasiado fuerte entre la inteligencia humana y la IA. Ello comportaría un grave riesgo:  el de limitarnos a una visión funcionalista que evalúa a las personas de acuerdo con las tareas que pueden realizar.

7. Es preciso afirmar que el valor de una persona no depende de la posesión de capacidades singulares, logros cognitivos y tecnológicos o éxito individual, sino de su dignidad intrínseca, que se fundamenta en el hecho de haber sido creada a imagen de Dios.   

En consecuencia, como observa el papa Francisco, es engañoso usar la palabra “inteligencia” en referencia a la IA y corre el riesgo de descuidar lo más valioso de la persona humana. Así pues, la IA no debe verse como una forma artificial de la inteligencia, sino como uno de sus productos, ciertamente admirable. 

                                                                 José-Román Flecha Andrés