LA PALABRA HECHA CARNE
“La sabiduría
hace su propio elogio, se gloría en medio de su pueblo” (Eclo 24,1). Según el Sirácida, la sabiduría ha brotado de la boca del Altísimo, actúa en sintonía
con su voluntad y pone su morada entre los hijos de los hombres.
La sabiduría divina no puede identificarse con la
erudición de la que a veces se reviste
orgullosamente la sabiduría humana. Más que el arte del saber, la sabiduría
divina nos concede gratuitamente el don del sabor.
Con el salmo responsorial cantamos que el Señor “envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz” (Sal 147). Su
mensaje es un buen anuncio de esperanza en este tiempo marcado por el
desencanto.
En la carta a los Efesios se nos dice que Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos (Ef 1,3).
LA VIDA Y LA LUZ
El evangelio de este domingo ha sido leído también en
la tercera misa de la fiesta de la Navidad. Es evidente la importancia de este
texto con el que comienza el Evangelio de Juan (Jn 1,1-18). No podemos ignorar esa revelación de la
Palabra hecha carne.
• “Al principio ya existía la Palabra”. Antes que
aparecieran los mundos, antes de nuestra historia y de nuestras peripecias ya existía la Palabra de
Dios. Y existía el proyecto de Dios, que coincide con su amor y su
misericordia.
• “En la Palabra estaba la vida”. Hemos de aceptar que
no son nuestras palabras las que generan la vida y le dan sentido. Nuestras palabras,
tan torpes como engañosas, solo tienen valía cuando son un reflejo de la
Palabra eterna de Dios.
• “La vida era la luz de los hombres”. Es sorprendente esa identificación de la palabra con la vida y con la luz. Sin la Palabra de Dios, nuestra vida es mortecina. Y si no escuchamos su Palabra, caminaremos a tientas en medio de las tinieblas.
LA GRACIA Y LA VERDAD
Pero este inicio del evangelio de Juan no nos remite
solamente a la eternidad divina. En este poema se da cuenta del valor de la experiencia
humana. Al hablar de la Palabra que se ha hecho carne, nos enseña a valorar la nuestra, que tan alto galardón ha recibido.
• “La Palabra se hizo carne”. Ante los que han tratado
de ignorar el valor del cuerpo, el evangelio lo valora y lo glorifica. La
Palabra de Dios no es un sonido vacío en un espacio inalcanzable. La Palabra de Dios
se ha hecho carne en Jesús de Nazaret.
• “La Palabra habitó entre nosotros”. La Palabra de
Dios puso su tienda de campaña entre nosotros. Camina por nuestras sendas. No solo
se dejó oír, sino que se deja ver y tocar. Por eso puede ser aceptada o
rechazada. Por eso puede guiar nuestros pasos.
• “Hemos visto su gloria”. En la Palabra que se ha
hecho carne hemos descubierto la gloria de Dios y su humanidad. Pero en ella hemos
descubierto también la gloria del hombre. La
misericordia de Dios se ha hecho visible en Jesús de Nazaret.
- Señor Jesús, nosotros creemos que tú estás lleno de gracia y de verdad. No permitas que te ignoremos. Queremos recibirte. Sabemos que nuestra hospitalidad tendrá como premio tu presencia misericordiosa en nuestra vida. Esa es nuestra esperanza. Amén.
José-Román Flecha Andrés