miércoles, 1 de enero de 2025

REFLEXIÓN - Domingo 2º de Navidad.C 5 de enero de 2025

 

LA PALABRA HECHA CARNE

 “La sabiduría hace su propio elogio, se gloría en medio de su pueblo” (Eclo 24,1). Según el Sirácida, la sabiduría ha brotado de la boca del Altísimo, actúa en sintonía con su voluntad y pone su morada entre los hijos de los hombres.

La sabiduría divina no puede identificarse con la erudición de la que  a veces se reviste orgullosamente la sabiduría humana. Más que el arte del saber, la sabiduría divina nos concede gratuitamente el don del sabor.

Con el salmo responsorial cantamos que el Señor “envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz” (Sal 147). Su mensaje es un buen anuncio de esperanza en este tiempo marcado por el desencanto.

En la carta a los Efesios se nos dice que Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos (Ef 1,3).

LA VIDA Y LA LUZ

El evangelio de este domingo ha sido leído también en la tercera misa de la fiesta de la Navidad. Es evidente la importancia de este texto con el que comienza el Evangelio de Juan (Jn 1,1-18).  No podemos ignorar esa revelación de la Palabra hecha carne.

• “Al principio ya existía la Palabra”. Antes que aparecieran los mundos, antes de nuestra historia y de  nuestras peripecias ya existía la Palabra de Dios. Y existía el proyecto de Dios, que coincide con su amor y su misericordia.

• “En la Palabra estaba la vida”. Hemos de aceptar que no son nuestras palabras las que generan la vida y le dan sentido. Nuestras palabras, tan torpes como engañosas, solo tienen valía cuando son un reflejo de la Palabra eterna de Dios.

• “La vida era la luz de los hombres”. Es sorprendente esa identificación de la  palabra con la vida y con la luz. Sin la Palabra de Dios, nuestra vida es mortecina. Y si no escuchamos su Palabra, caminaremos a tientas en medio de las tinieblas.

LA GRACIA Y LA VERDAD

Pero este inicio del evangelio de Juan no nos remite solamente a la eternidad divina. En este poema se da cuenta del valor de la experiencia humana. Al hablar de la Palabra que se ha hecho carne,  nos enseña a valorar la  nuestra, que tan alto galardón ha recibido.

• “La Palabra se hizo carne”. Ante los que han tratado de ignorar el valor del cuerpo, el evangelio lo valora y lo glorifica. La Palabra de Dios no es un sonido vacío en un espacio inalcanzable. La Palabra de Dios se ha hecho carne en Jesús de Nazaret.

• “La Palabra habitó entre nosotros”. La Palabra de Dios puso su tienda de campaña entre nosotros. Camina por nuestras sendas. No solo se dejó oír, sino que se deja ver y tocar. Por eso puede ser aceptada o rechazada. Por eso puede guiar nuestros pasos.

• “Hemos visto su gloria”. En la Palabra que se ha hecho carne hemos descubierto la gloria de Dios y su humanidad. Pero en ella hemos descubierto también la gloria del hombre. La  misericordia de Dios se ha hecho visible en Jesús de Nazaret.

- Señor Jesús, nosotros creemos que tú estás lleno de gracia y de verdad. No permitas que te ignoremos. Queremos recibirte. Sabemos que nuestra hospitalidad tendrá como premio tu presencia misericordiosa en nuestra vida. Esa es nuestra esperanza. Amén.

                                                                                                                                   José-Román Flecha Andrés