LA PUERTA SANTA
Según una tradición de muchos siglos, el año 2025 había de ser un
Año Santo. Ya en 2022, monseñor Rino Fisichella anunció que el lema del Jubileo
2025 sería “Peregrinos de la esperanza”.
Y esa es la idea que se transmite en la bula de convocación del
Jubileo, titulada “La esperanza no defrauda”. En ella
el papa Francisco expresa su deseo de que el Jubileo pueda ser un
momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, que es nuestra
verdadera puerta de salvación.
En la tarde del día 24 de diciembre el Papa abrió la puerta santa de la basílica de San Pedro, en el
Vaticano. A continuación, en la misa que solemos llamar del gallo, dijo que el
jubileo nos invita a pasar por la puerta del perdón de Dios.
En la bula ya citada, el Papa subraya
la urgencia de promover la esperanza frente a los dramas de la guerra, del
invierno demográfico y de la explotación y destrozo de la casa común. Y añade que a lo largo de este año jubilar habrá que ofrecer
verdaderos signos de esperanza
• El primer signo de esperanza deberá
ser la paz para el
mundo, que vuelve a encontrarse sumergido en la tragedia de la guerra, que él califica constantemente como
una derrota.
• Otro signo de esperanza habría de
ser el amor a la vida, en un momento señalado por una preocupante disminución de la natalidad y una dramática
inclinación a la cultura de la muerte.
• Además, en el año jubilar estamos
llamados a ser signos tangibles de esperanza para quienes viven en condiciones
de penuria, para los enfermos, los jóvenes, los migrantes, exiliados, desplazados y refugiados, los
ancianos, los pobres y los hambrientos.
• El Papa pensaba en los presos. De hecho, proponía “formas de
amnistía o de condonación de la pena, orientadas a ayudar a las personas para
que recuperen la confianza en sí mismas y en la sociedad”.
Pues bien, el día 26, en un contexto
muy familiar con relación a los detenidos y las detenidas, el papa Francisco
cumplió su deseo de abrir la puerta santa en una cárcel: la cárcel de Rebibbia,
la más grande de Italia. Quería subrayar con ese gesto que es preciso ofrecer
gestos creíbles de esperanza.
Una vez más ha recordado que “la esperanza
es como un ancla del alma, sólida y firme, que
penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús entró por nosotros, como
precursor”.
El domingo, día 29 de diciembre, ha tenido lugar en todas las diócesis
del mundo la apertura del Año Jubilar. En muchas de ellas esa celebración ha
sido cuidadosamente preparada. Se ha abierto la puerta santa del perdón y de la
caridad.
Es de esperar que el testimonio de los fieles y de las diversas asociaciones cristianas pueda ser levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva, donde habiten la justicia y la concordia.
José-Román Flecha Andrés