EL REINO DE LA VERDAD
“Vi venir en las nubes del cielo como un hijo de
hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él” (Dn 7,13). Ese hijo de
hombre recibe el dominio sobre todos los pueblos de la tierra. Un señorío que
no tendrá fin. Frente al poder de las bestias, mencionadas por el profeta,
recibirán la corona del triunfo los santos que den testimonio de su fe hasta el
martirio.
En esa profecía de Daniel se
anunciaba a un mesías, cuyo poder no nacería de su fuerza, sino de la elección
del mismo Dios. Gracias a él dominaría a los poderes del mundo.
A esa promesa, podemos
responder nosotros con el salmo
responsorial: “El Señor reina, vestido de majestad; el Señor, vestido y ceñido
de poder” (Sal 92,1).
Haciéndose eco de la profecía de Daniel, también el Apocalipsis ve llegar a Jesucristo en las nubes del cielo. El Primogénito de entre los muertos y Príncipe de los reyes de la tierra, ha sido traspasado para librar a los hombres de sus pecados (Ap 1,5-8).
UN REINO QUE NO ES DE ESTE MUNDO
En esta fiesta de Jesucristo
Rey del universo, el evangelio recuerda el diálogo que Pilato mantiene con
Jesús para averiguar qué tipo de realeza se atribuye aquel judío que han traído
hasta su tribunal (Jn 18,33-37).
Jesús dirige a Pilato una
frase que sin duda sería desconcertante: “Mi reino no es de este mundo. Si mi
reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en
manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”.
• “Mi reino no es de este
mundo”. En un cierto sentido, la fe aleja a los creyentes de las realidades de
esta tierra. El Reino de Jesucristo se encuentra en esta tierra, pero no es de
esta tierra. Los discípulos del Señor amamos este mundo con sinceridad y
responsabilidad, con libertad y con alegría, pero no podemos aceptar los
criterios de la mundanidad.
• “Mi reino no es de aquí”. Es evidente que el mensaje de Jesús no se impone por la fuerza. Jesús reprendió a Simón Pedro por pretender defenderlo con la espada (Jn 18,10). No pertenecen al reino de Jesús los que tratan de imponer la verdad por medio de la violencia o de la coacción. O por otros medios que parecen inocentes, como el interés personal.
LA VERDAD Y LA VOLUNTAD DE DIOS
En realidad, al procurador
de Roma solo le interesa mantener la calma en aquella tierra. Pero Jesús se
limita a declarar que él ha venido al mundo para ser testigo de la verdad.
• Como todos los poderosos,
Poncio Pilato no sabe qué es la verdad ni le interesa saberlo. Seguramente
tampoco sabe lo que significa ser testigo, que en griego se llamaba
“mártir”.
• En el contexto de la
última cena, ante una pregunta del apóstol Tomás, Jesús se había definido como
el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6).
• Y ahora añade que “todo el
que es de la verdad escucha su voz” (Jn 18,37). Así que su reino no se impone
por las armas y por la violencia. A su reino pertenecían y pertenecen los que
identifican la verdad con la voluntad de Dios.
- Señor Jesús, tú nos enseñante a pedir al Padre celestial que se haga su voluntad para que venga a nosotros su reino. Nosotros sabemos y proclamamos que el tuyo es el reino de la verdad y de la vida, el reino de la santidad y de la gracia, el reino de la justicia, del amor y de la paz. Que el testimonio de tu vida y la luz de tu palabra nos ayuden a vivir y proclamar la gracia y la grandeza de ese reino, que está ya entre nosotros. Amén.
José-Román Flecha Andrés