lunes, 11 de noviembre de 2024

REFLEXIÓN - Domingo 32º del Tiempo Ordinario. B 10 de noviembre de 2024

 

DOS VIUDAS

“Te juro por el Señor tu Dios que no tengo ni pan; me queda solo un puñado de harina en la olla y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos” (1 Re 17,12). El relato nos lleva hasta Sarepta, allá en Fenicia, y nos presenta a dos personajes. 

• En primer lugar aparece un profeta. Enviado por Dios a tierra de paganos, Elías  inicia el diálogo pidiendo ayuda a una pobre viuda. La misión profética no puede confundirse con la publicidad ni con el proselitismo. El verdadero profeta llega como un necesitado. 

• Y en segundo lugar aparece una viuda pobre. Vive en una región pagana, pero reconoce a Elías como un enviado del único Dios. Por su hospitalidad es un modelo de humanidad. Su atención al profeta le asegura la vida y la protección del Señor. 

 LOS RICOS Y LA POBRE

Según el evangelio, Jesús se encuentra en los atrios del templo de Jerusalén. Allí advierte que los que estudian y los que dicen seguir la Ley del Señor, no sirven a Dios, sino que se sirven de Dios. El Maestro denuncia con vigor su soberbia y su codicia (Mc 12,38-44).

Pero Jesús no solo transmite su enseñanza, sino que observa lo que ocurre junto a él. Sentado frente a las arcas donde se entregan las ofrendas al templo, oye las declaraciones de los ricos, que llegan y depositan grandes cantidades de dinero.

Pero presta también atención a una pobre viuda que entrega para el templo dos monedas insignificantes. En razón de su pobreza, podría haberse quedado con una de ellas. Pero parece convencida de que a Dios tiene que entregarle todo lo que posee.

LA CONFIANZA Y LA ENTREGA

La viuda de Sarepta y la pobre viuda de Jerusalén son dos ejemplos de confianza en Dios. La primera atiende a un profeta. Y la segunda es descubierta por el Maestro, que se hace eco de su generosidad: “Esta que pasa necesidad ha echado todo lo que tenía para vivir”.

• “Esta que pasa necesidad”. Hoy se comentan con mucha frecuencia los fabulosos bienes que se atribuyen a la Iglesia. Pero se olvida que la pobreza forma parte de su vocación y de su misión. De lo que la Iglesia es y de lo que está llamada a hacer. En las grandes catástrofes y en las necesidades más silenciosas, no falta la ayuda de la Iglesia.  

• “Ha echado todo lo que tenía para vivir”. A veces se piensa que para la evangelización se necesita mucho dinero y extraordinarios medios de difusión. Pero la Iglesia sabe que el humilde óbolo de la viuda es observado por el Señor. Los cristianos sabemos que el gesto más humilde de un verdadero creyente es semilla de evangelio.

- Señor Jesús, con frecuencia nos dedicamos a considerar las posibilidades que nos darían los bienes de la tierra. Pero tú observas y alabas la generosidad de los más pobres de este mundo. Más que la cantidad de lo que ofrecen vale su confianza en la providencia divina.  Te rogamos que nos ayudes a descubrir el valor de la entrega de nosotros mismos.

                                                                                      José-Román Flecha Andrés