BARTIMEO
“¡El Señor ha
salvado a su pueblo, ha salvado al resto de Israel! Los traeré del país del
norte, los reuniré de los confines de la tierra. Entre ellos habrá ciegos y
cojos, lo mismo preñadas que paridas”. Jeremías anuncia que Dios
rescatará a su pueblo del exilio (Jer 31,7-9).
Nadie queda
excluido de la esperanza. Los ciegos y los cojos evocan un pasado de pobreza y
sufrimiento. Las embarazadas y las jóvenes madres anuncian
el futuro de la nueva vida. Dios es el verdadero Señor de la vida y promete: “Seré un padre para Israel”.
El salmo
responsorial evoca la alegría de los deportados a
Babilonia que ahora pueden regresar a su patria: “Los
que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares” (Sal 125,5).
Según la carta a los Hebreos, todo sumo sacerdote “puede comprender a los ignorantes y extraviados, porque también él está sujeto a debilidad” (Heb 5,2). Si esta afirmación valía para el antiguo culto, con más razón puede aplicarse a Jesucristo.
VER PARA SEGUIR
Tras revisar las
apetencias humanas del placer, el
tener y el poder, el evangelio de Marcos nos
ofrece el hermoso texto de la
curación de Bartimeo (Mc
10,46-52).
• A la orilla
del camino que sale de Jericó hacia Jerusalén está sentado un mendigo,
llamado Bartimeo, es decir, “el hijo de Timeo”.
Los creyentes en Jesús nunca deberán olvidar que el pobre tiene nombre y dignidad.
• Bartimeo está
ciego, pero oye los comentarios de los caminantes y se entera de que junto a él
pasa Jesús. Aunque algunos traten de acallarlo, él lo
invoca con un título mesiánico: “Hijo de David, ten compasión de mí”. La
fe llega por el oído y se expresa en oración.
• Antes del encuentro con Jesús, el ciego era un mendigo sentado al borde del camino para pedir limosna a los peregrinos que subían a Jerusalén. Pero recobrada la vista, sigue a Jesús por el camino hacia la Ciudad Santa. He ahí un buen resumen del itinerario de la fe.
TRES PALABRAS DE JESÚS
Frente
a las súplicas del ciego, el relato evangélico recoge también tres frases de
Jesús que resumen tres actos del Maestro: llamar, preguntar y enviar.
•
“Llamadlo”. Jesús vino a buscar a los pobres, y a los enfermos, a los
marginados y a los ciegos. Además quiso buscar algunos colaboradores para esa
misión de sanación y de salvación. También hoy, nosotros somos exhortados a pasar
esa llamada a los que buscan al Señor.
•
“¿Qué quieres que haga por ti?” Esta es la misma pregunta que Jesús dirigió a
Santiago y Juan, hijos del Zebedeo. Ellos pretendían que Jesús les concediera
poder y privilegios. Pero Bartimeo solo quiere la luz que puede conceder el que
es la luz del mundo.
• “Anda, tu fe te ha curado”. La sanación
viene siempre del Señor. Es absolutamente gratuita. Pero el Señor valora la fe
de los que se acercan a él con humildad y confianza. Quien lo confiesa como hijo de Dios puede llegar a
descubrirlo como guía del camino.
- Señor Jesús, tú nos conoces bien. Sabes que somos pobres y que estamos ciegos. Ayúdanos a reconocerte cuando pasas a nuestro lado. Que no nos domine el miedo a la opinión de los demás. En medio de nuestra tiniebla, necesitamos tu compasión para que podamos recobrar la luz. Como el ciego Bartimeo, cada uno de nosotros puede hoy suplicarte diciendo: “Maestro, que pueda ver”. Amén.
José-Román Flecha Andrés