martes, 22 de octubre de 2024

CADA DÍA SU AFÁN - 26 de octubre de 2024


LA LECCIÓN DE LOS MUERTOS

El día 1 de noviembre de 1964, fiesta de Todos los Santos, el papa Pablo VI acudió al cementerio romano de Prima Porta. Allí pronunció unas palabras que podrían resumirse en siete puntos.

1. Hoy pensamos en nuestros seres queridos que nos esperan junto al Señor. Todos nosotros hemos recibido la vida: tenemos antepasados, abuelos, padres, que han recorrido y nos han señalado los caminos de la fe y de la paz. Debemos el precioso don de la vida a nuestros predecesores. Les somos deudores de un especial reconocimiento, de una fiel piedad.

2. No podemos olvidar a quienes han trabajado para nosotros y nos han entregado el tesoro sagrado y divino de la existencia. Hoy no estamos habituados a volver nuestros ojos hacia atrás. Preferimos dirigir la mirada hacia las aspiraciones e intereses del presente y del futuro. Sin embargo, como hombres y como cristianos, debemos gratitud y oración a los que han vivido antes de nosotros y han construido todo lo que tenemos.

3. Nos interpelan los que se han entregado por nuestra paz y libertad, por el bien común, por la patria, por nuestro país. No pocos de ellos han muerto en defensa de estos tesoros.  

 4. Tenemos especial compasión por los difuntos que no han dejado quien los recuerde, por las víctimas desconocidas, por los caídos en accidentes de trabajo, en las carreteras, en el ejercicio de su profesión o de su labor por el bien común. Con frecuencia permanecen en el anonimato.  

5. Los difuntos nos dicen qué es nuestra existencia. Nos hacen meditar. Ante el misterio de la muerte, pueden surgir en nosotros ideas de desaliento y desesperación o puede insinuarse el deseo de gozar el instante fugaz de la vida, puesto que pronto llegará la muerte. Pero no es esa la lección de las tumbas sobre las que vemos el signo de la Redención. Los muertos se han apagado en sus cuerpos, pero están vivos, tienen una nueva existencia.

 6. El misterio de la inmortalidad de las almas cambia nuestra concepción de la vida.   Si pensamos que viviremos para siempre, que ante nosotros está la eternidad, entenderemos la lección que nos llega de nuestros difuntos.  La luz de la fe, con su resplandor que nos confunde y eleva, es providencial para nosotros.

7. La vida humana no termina con la muerte corporal. Prosigue en la eternidad, tan vinculada a la vida presente que esta determina el estado de esa vida futura. Nuestros muertos nos dicen que lo que hemos de hacer es ser justos y hacer algo bueno durante esta peregrinación. Sembrar el bien y vivir no solo para el mundo y para el día que pasa, sino prepararnos para la jornada sin fin a la que estamos destinados.

José-Román Flecha Andrés