MENSAJE PARA LOS JUEGOS OLÍMPICOS
Con motivo de la celebración de los Juegos
Olímpicos, el papa Francisco envió al arzobispo de París un mensaje que contiene
estos puntos:
1. En primer
lugar, el Papa pedía al Señor “que colmara con sus dones a los que participarían
de una u otra forma y que apoyara y a quienes los acogerían”.
2. Las
comunidades cristianas abrirían las puertas de sus iglesias, de sus escuelas,
de sus hogares. Y deseaba él que abriesen las puertas de sus corazones, dando
testimonio de Cristo a través de la gratuidad y la generosidad de su acogida a
todos.
3. Apreciaba que
no se olvidara a las personas más vulnerables, especialmente a las que se
encuentran en situaciones precarias, y que se les facilitara el acceso a esta
fiesta.
4. Esperaba el
Papa que los Juegos fueran para todo el pueblo de Francia “una ocasión de
concordia fraternal para reforzar la unidad de la nación, más allá de las
diferencias y las oposiciones”.
5. Según el
Papa, “el deporte es un lenguaje universal que trasciende todas las fronteras,
lenguas, razas, nacionalidades, religiones; tiene la capacidad de unir a las
personas, de favorecer el diálogo y la acogida mutua; estimula a las personas a
superarse a sí mismas, fomenta el espíritu de sacrificio, favorece la lealtad
en las relaciones interpersonales; invita a las personas a reconocer sus
propios límites y el valor de los demás”.
6. Los Juegos
Olímpicos “pueden ser un lugar excepcional de encuentro entre los pueblos,
incluso entre los más hostiles”. Los cinco anillos olímpicos representan el
espíritu de fraternidad que debe caracterizar a los Juegos y a la competición
deportiva en general.
7. Esperaba el
Papa que las Olimpiadas de París fueran una ocasión para descubrirse y
apreciarse, para derribar prejuicios, para fomentar la estima donde hay
desprecio y desconfianza, y la amistad donde hay odio. “Por su propia
naturaleza, los Juegos Olímpicos son portadores de paz, no de la guerra”.
8. El mundo
antiguo instituyó durante los Juegos una tregua que hay que recuperar. Que “en
esta época turbulenta, en la que la paz está gravemente amenazada, todos
respeten esta tregua con la esperanza de resolver los conflictos y restablecer
la concordia”.
9. El mensaje
incluye una súplica: “¡Que Dios tenga piedad de nosotros! Que ilumine las
conciencias de los gobernantes sobre las graves responsabilidades que les
corresponden, que conceda a los artesanos de la paz el éxito en sus iniciativas
y los bendiga”.
10. Finalmente,
el papa Francisco encomendaba la celebración de estos Juegos a Santa Genoveva y
a San Dionisio, patronos de París, y a Nuestra Señora de la Asunción, patrona
de Francia, e impartía su bendición.
A la vista de la realidad de estos Juegos, cabe preguntarse cuál de estos deseos se ha ignorado y cuál se ha cumplido.
José-Román Flecha Andrés