ATENCIÓN A LOS HAMBRIENTOS
“Dáselos a la gente, que
coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará” (2 Re 4,43). Esa es la orden
que Eliseo transmite a su criado, que parece negarse a repartir a la gente los
veinte panes de cebada que un hombre ha traído para entregarlos al profeta.
Aparentemente, el criado tiene razón, al pensar que
aquellos panes no bastarán para alimentar al centenar de personas que tiene ante
él. Pero Eliseo no se apoya en los cálculos humanos, sino en las promesas de
Dios. Así que, después de dar de comer a la gente, al final todavía sobra pan,
como había predicho el Señor.
Con el salmo responsorial, nosotros proclamamos que
Dios da alimento a todas las criaturas. Abre su mano y sacia a todo viviente
(Sal 144).
San Pablo
confiesa que Dios es Padre de todo, lo trasciende todo, lo
penetra todo, y lo invade todo. Por tanto, hemos de ser humildes, amables y
comprensivos, para mantener la unidad del cuerpo de la Iglesia, al que
pertenecemos (Ef 4,1-6).
El relato evangélico de la multiplicación y
distribución de los panes y los peces (Jn 6,1-15) siempre nos enseña una nueva
lección y nos interpela.
* En primer lugar, vemos que un joven ofrece a Jesús y
a las gentes todo lo que tiene: cinco panes y dos peces. En esta sociedad del
pesimismo y la indiferencia, deberíamos convencernos de que todos podemos poner
algo a disposición del Señor.
* Jesús toma los panes, da gracias al Padre y los
distribuye entre la multitud. A la luz de la fe, comprendemos que Jesús es el
pan que se ofrece filialmente al Padre y se entrega generosamente a todos nosotros.
* Cada uno de nosotros puede identificarse con la multitud que busca al Señor o bien con el joven que entrega lo que tiene y también con el mismo Jesús. Con la gracia de Dios, algo podemos hacer ante la soledad, la pobreza y las necesidades de nuestros hermanos.
LOS DISCÍPULOS
En realidad, también podemos identificarnos con los
discípulos de Jesús. El texto evangélico los cita en cuatro momentos:
• A veces nos parecemos a Felipe, que solo calcula lo
que tienen los discípulos y se limita a señalar que, por su cuenta, no pueden
alimentar a la multitud.
• En otras ocasiones nos parecemos a Andrés. Vemos la
generosidad del joven, pero creemos que no basta para solucionar los problemas
que observamos.
• Pero, al
igual que los discípulos, tenemos que obedecer al Señor y repartir los panes, aunque
no alcancemos a ver cómo llegarán a satisfacer a la multitud.
• Y finalmente, no podemos olvidar el aviso de Jesús: “Recoged
los pedazos que han sobrado. Que nada se pierda”. Esa frase no ha perdido
actualidad. Que no se pierda su gracia.
- Señor Jesús, la humanidad tiene hambre, pero a veces no sabemos responder a su necesidad. Que tu palabra nos lleve a prestar atención a los hambrientos y desposeídos de este mundo. Que no se olvide tu mensaje ni se olvide tu compasión. Amén.
José-Román Flecha Andrés