LA MISIÓN DEL PROFETA
“No desprecian a un profeta más que en su
tierra,
entre sus parientes y en su casa”
(Mc 6,4)
1.
¿En la sociedad actual se comprende o se ignora, se
escucha o se persigue a los profetas?
2.
Es verdad que a veces se reconoce que un determinado
personaje es o ha sido realmente un profeta. ¿Qué papel se le atribuye o se le
reconoce en esos casos?
3.
¿Recordamos el nombre de algún profeta que haya dado
testimonio del bien y de la verdad?
4.
¿Se reconoce entre nosotros el valor de alguien que,
precisamente por actuar proféticamente, haya sido perseguido y aun martirizado?
5.
¿En nuestras comunidades se hace alguna vez oración por
las personas que han recibido el don de profecía?
6.
Los últimos papas han hablado del ecumenismo del
martirio. ¿Reconocen las comunidades cristianas el valor de los profetas que
han dado su testimonio en otras comunidades?
7.
¿Qué valores y qué antivalores estoy yo dispuesto a
admitir o rechazar cuando percibo la misión de los profetas que me son enviados
por el Señor?
Jose-Román Flecha