LA MUERTE Y LA ENFERMEDAD
“Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo
hizo a imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia
del diablo, y los de su partido pasarán por ella” (Sab 1,13-15; 2,23-24).
En este texto del libro de la Sabiduría se pretende afirmar y promover
la fe en el Dios creador de la vida. La fe de Israel reconocía que el hombre ha
sido creado a imagen de Dios. Ahora bien, la misericordia y la fidelidad de
Dios no tienen fecha de caducidad. En consecuencia, también el hombre ha de
superar la frontera de la muerte temporal para sobrevivir en la eternidad de
Dios.
Apoyados en esa confianza, hoy nosotros nos
atrevemos a cantar con el salmo responsorial: “Te ensalzaré, Señor, porque me
has librado” (Sal 29).
En la segunda lectura, Pablo exhorta a los fieles de Corinto a colaborar con su donativo en favor de los pobres de Judea. En lugar de tratar de fomentar una compasión efímera hacia los más necesitados, el apóstol menciona el ejemplo de Cristo, que, siendo rico, se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza (2 Cor 8,7-15).
LA ORACIÓN Y LA PALABRA
En el relato evangélico se evocan dos
realidades tan humanas como la enfermedad y la muerte (Mc 5,21-43). Sin duda, todos
podemos recordar situaciones muy cercanas a nosotros. Y haremos bien en reflexionar
sobre el mensaje que se transmite en estos textos.
• Nuestra atención se dirige a dos mujeres.
Una lleva doce años enferma de hemorragias. Y doce años tenía también la hija
de Jairo al caer en brazos de la muerte.
• Además, se observa el poder de la
oración. Por la niña intercede su padre con palabras que reflejan confianza. La
mujer enferma ruega por sí misma desde su callado pudor.
• En casa de Jairo, la palabra de Jesús
pone silencio a los lamentos de las plañideras. La mujer enferma ha de superar
su propio silencio para dar testimonio de su sanación.
• En ambos casos, se sugiere que la fe
no nace del milagro, sino que el milagro es posible porque la necesidad de las
personas revela ya su fe y su confianza.
• Los detalles de esta doble escena nos sorprenden. Pero el texto manifiesta sobre todo el poder y la misericordia de Dios, que se hace visible en la compasión de Jesús.
LO ANTIGUO Y LO NUEVO
El relato evangélico nos invita a
reflexionar sobre la relación que existe entre los sentidos y la fe y sobre la
relación entre la antigua alianza y la novedad de la fe en Cristo.
• En los dos casos, se subraya la
importancia del contacto. La mujer quería “tocar” con su mano el manto de
Jesús. Y Jesús “tomó de la mano” a la niña muerta. Con todo, ha de quedar claro
que no es la magia la que devuelve la salud y la vida.
• En los dos casos, se insinúa que Jesús
podía “contagiarse” de la impureza legal que suponían tanto la muerte como la
hemorragia. El relato parece indicar que ya ha llegado la hora de superar
aquellas antiguas tradiciones de Israel.
• En los dos casos, se percibe el
contraste entre la antigua Ley y la salvación aportada por Jesús. La sinagoga
presidida por Jairo no da la vida. Y las purificaciones a las que se habría
sometido la mujer durante años no dan la salud que Cristo otorga en un momento.
- Señor Jesús, tú conoces bien la fragilidad de tantas personas afligidas por la enfermedad y por el temor a la muerte. Hoy te presentamos con fe su debilidad. Acepta nuestra humilde intercesión por nuestros hermanos y nuestras hermanas que sufren. Que la fe nos acerque siempre a ti, nuestro Señor y Salvador. Amén.
José-Román Flecha Andrés