martes, 24 de octubre de 2023

REFLEXIÓN - SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS - 1 de noviembre de 2023

  

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

 

Hoy recordamos a los “santos de la puerta de al lado”, como dice el papa Francisco en su exhortación “Gozaos y regocijaos”. Son hombres y mujeres que han vivido la fe, han contagiado la esperanza y han hecho del amor la norma de su vida. Y ello, no para ser simpáticos ni eficaces, sino porque así era Jesucristo.

En esta fiesta de Todos los Santos felicitamos a Dios por haber logrado reunir una humanidad abierta a su gracia. Felicitamos a la Iglesia, que ha sabido anunciar y testimoniar el ideal del Evangelio de Jesús. Y felicitamos a la humanidad entera, que a pesar del egoísmo, ha visto a muchos de sus hijos realizar los valores que nos hacen más humanos.

Los santos y santas son los mejores hijos de la Iglesia de Jesucristo. Son la prueba de que es posible vivir el proyecto de Dios. Son las arras de la esperanza de la gloria que nos ha sido prometida. Y además, los santos y santas de Dios son los mejores ciudadanos de este mundo. Son la imagen más lograda de la dignidad humana.

 

PROMESAS DE FUTURO

 

En esta fiesta de Todos los Santos, el evangelio proclama, una vez más, el mensaje de las Bienaventuranzas pronunciadas por Jesús (Mt 5,1-12). El papa Francisco las presenta en la misma exhortación como el signo y el resumen de la santidad.

Las Bienaventuranzas no son tan solo una ética. Antes de nada nos revelan el rostro de Dios y el espíritu que animaba a Jesús. Nos dicen cuáles son las notas que caracterizan a los que forman parte de su Iglesia. Y nos orientan hacia la patria celestial. Con sus promesas de futuro recogen las mejores aspiraciones y esperanzas del corazón humano.

Las Bienaventuranzas no desprecian la tierra en la que viven, trabajan y sufren los hijos e hijas de Dios. Pero nos invitan a no parcelar el corazón humano. A ver nuestra vocación en su integridad. A recordar que nuestra dignidad trasciende los logros de nuestras manos y supera el malogro que nos aflige.

 

POBRES Y PERSEGUIDOS

 

San Agustín identificaba la primera con la última bienaventuranza. Las dos ofrecen el Reino de Dios como recompensa a dos actitudes evangélicas. 

• “Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos”.   Los pobres en el espíritu no se conforman con las apariencias de riqueza, porque solo en Dios tienen su tesoro. Han abrazado esa grandiosa libertad que nos capacita para vivir como hijos de Dios. A fin de cuentas, así era Jesús.

• “Dichosos los perseguidos por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos”. Los perseguidos por mantener el más alto ideal no se dejan chantajear por los que ofrecen los espejismos del tener, del poder o del placer. También ellos han optado por la libertad. Esa fue la suerte que le tocó a Jesús.

Los pobres por amar la única riqueza y los perseguidos por amar la única verdad son ya el icono que hace visible la grandeza de ese Reino.

- “Dios todopoderoso y eterno, que nos has otorgado celebrar en una misma fiesta los méritos de todos los Santos; concédenos, por esta multitud de intercesores, la deseada abundancia de tu misericordia y tu perdón”. Amén.

                                                            José-Román Flecha Andrés