DOS HIJOS PARA UNA VIÑA
“Cuando
el malvado se convierte de la maldad que hizo, y practica el derecho y la
justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos
cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”. Con este oráculo contrapone el
profeta Ezequiel el comportamiento del justo al del malvado (Ez 18,5-28).
Quien
persiste en su maldad, pretende conservar lo que ha ganado, pero pierde su
existencia. En cambio, el pecador que reconsidera sus actos y se convierte,
tendrá dificultades pero encontrará el modo de vivir con dignidad. Dios es el Señor de la vida humana, pero toda
persona puede actuar con libertad.
El
salmo nos ofrece una oración para ayudarnos a elegir el sendero justo: “Señor,
enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas, haz que camine con lealtad”
(Sal 24,4).
San Pablo presenta el modelo de Cristo ante los fieles de Filipos: “Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo” (Flp 2,5).
DOS INVITACIONES
El
evangelio de este domingo recoge otra parábola sobre el trabajo en las viñas.
Pero son distintos los invitados a trabajar y también los oyentes a los que
Jesús dirige su mensaje.
•
En la primera parábola de la viña (Mt 20,1-16), se refleja la relación del
propietario con los jornaleros a los que ha ido contratando a diversas horas
del día. Al final de la jornada de
trabajo, los contratados a primera hora del día se sienten agraviados al ver
que el amo iguala con ellos a los que solo han llegado a trabajar durante la
última hora.
•
En la segunda parábola sobre las viñas, Jesús subraya la relación de un padre
con sus dos hijos (Mt 21,28-32). En esta ocasión no hay un contrato, sino un
ruego para trabajar en una viña que les pertenece. A ambos dirige el padre la
misma petición: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Pero la respuesta que
recibe de ellos es muy diferente.
El primer hijo responde a su padre negándose a aceptar la orden recibida: “No quiero”. Pero después se arrepiente y decide ir a trabajar a la viña. El segundo hijo responde con buenas palabras, y al parecer acepta la orden de su padre: “Voy, señor”. Sin embargo, no mantiene su disponibilidad y no va a trabajar a la viña familiar.
Y UN JUICIO
La
parábola refleja al pagano arrepentido y al creyente irresponsable. El mensaje
es claro, pero Jesús manifiesta su deseo de que sus oyentes se manifiesten
públicamente.
• “¿Quién
de los dos cumplió la voluntad del padre?” Se trata de ver si la persona se
justifica por sus buenas palabras o por sus buenas acciones. Si no coinciden
las unas con las otras, será difícil pretender que uno vive en la
coherencia.
• “El
primero”. Esa es la respuesta de los oyentes. De hecho, tanto las grandes
religiones como el sentido común de las gentes afirman que hay que tener en
cuenta las palabras, aunque en realidad son las obras las que reflejan la
veracidad de la persona.
Jesús
indica que los que se consideran justos no aceptan el mensaje de un profeta.
Pero los que son considerados como pecadores los adelantan en el camino del
reino de Dios.
- Padre nuestro, agradecemos que tú nos hayas invitado a colaborar contigo en el trabajo de la viña. No nos dejes caer en la tentación de la pereza. Ayúdanos a aceptar tu voluntad y a cumplirla con generosidad y coherencia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
José-Román Flecha Andrés