ENCONTRAR Y DEJAR
“Dejadlos crecer juntos hasta la siega
y cuando llegue la siega diré a los segadores:
arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para
quemarla,
y el trigo almacenadlo en mi granero”.
(Mt 13,30)
1.
En todas las sociedades hay personas que
no toleran a las personas que les parecen diferentes. ¿A qué se debe esa intransigencia de los que
excluyen a los que no comparten sus ideas?
2.
A veces la situación es mucho más
difícil, cuando se percibe que en la comunidad conviven personas que aman el
bien con otras que parecen decididas a hacer el mal. ¿Qué se puede hacer en
esos casos?
3.
A
lo largo de la historia de la Iglesia algunos promovían la exclusión de todos
los disidentes en el ámbito de la verdad o en el de los valores morales. ¿Es
evangélico pensar y promover una comunidad reservada solamente a los perfectos?
4.
¿Ante los que parecen decididos a ir por
el camino del mal es preferible la exclusión o se debe hacer un discernimiento
y promover el ejercicio del diálogo?
5.
¿En los casos en los que se da esa
difícil convivencia nos vemos representados por la imagen del trigo o de la
cizaña? ¿Y a qué consecuencias nos lleva
esa posible identificación?
6.
¿Estamos decididos a aceptar que el
juicio final sobre el trigo y la cizaña ha de ser reservado al Señor y dueño
del sembrado?
7.
Conociendo mis defectos y aun mis
pecados, ¿confío yo en la misericordia del Dios que me ha de juzgar en el día
de la siega?