lunes, 3 de abril de 2023

REFLEXIÓN- Domingo de Pascua. A 9 de abril de 2023

 

ESTÁ VIVO Y NOS PRECEDE 

“Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo sino a los testigos que él había designado: a nosotros que hemos comido y bebido con él después de su resurrección”. Este es el núcleo del testimonio que ofrece Simón Pedro en la casa del centurión Cornelio (Hech 10,39-41).

Cinco son los hechos que Pedro quiere subrayar: Que Jesús pasó haciendo el bien. Que fue crucificado. Que Dios lo resucitó de entre los muertos. Que se lo hizo ver a sus discípulos. Que ellos compartieron la mesa con el resucitado.

¿Cómo no vivir con alegría la fiesta de la vida del Señor? Él era la piedra desechada por los arquitectos, pero ha sido elegido como piedra angular de un nuevo edificio (Sal 117).

Por su parte, el apóstol Pablo nos invita a vivir cada día con un talante de resucitados con Cristo, decididos a buscar solamente las realidades celestiales (Col 3,1). 

SEGUIR Y SERVIR

El relato evangélico pone hoy ante nosotros la figura de María Magdalena. La piedad tradicional la ha identificado con otras mujeres que aparecen en los evangelios. Las leyendas y el cine la han visto como una hermosa mujer, pecadora pero arrepentida. Sin embargo, nada de eso subrayan los evangelios. La leyenda no debería ocultar la realidad.

María es una mujer al parecer liberada por Jesús de alguna grave enfermedad. Movida por la gratitud, sigue al Señor y le sirve desde Galilea hasta Jerusalén. Esos dos verbos definen el estilo el discipulado.

María Magdalena está fielmente presente en el Calvario y observa atentamente dónde ha sido colocado el cadáver de Jesús. El primer día de la semana, acude al sepulcro, lo encuentra vacío y comunica la noticia a los discípulos del Señor (Jn 20,1-9).

No es extraño que María Magdalena haya sido calificada como el “apóstol de los apóstoles”. Su voz sonaba como una profecía. Su anuncio nacía de la experiencia. Despertaba a los discípulos del desaliento en que se hallaban tras la muerte de Jesús. Y abría ante sus ojos un futuro de esperanza que ni siquiera podían imaginar.

 EL MENSAJE Y LA REALIDAD

En este domingo de Pascua de Resurrección, el texto evangélico recoge las palabras  que María Magdalena dirigió a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería: “Se han llevado del Sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto” (Jn 20,2). Este mensaje puede parecer nervioso y desesperado, pero sigue teniendo actualidad en nuestros días.

• “Se han llevado del Sepulcro al Señor”. No es solamente que no se encuentre el cadáver de Jesús. Es que nuestra cultura pretende llevarnos a ignorar la vida y el mensaje de Jesús. Más aún, desprecia la cruz y se niega a creer en el Resucitado.

• “No sabemos donde lo han puesto”. Son muchos los que hoy no saben quién es Jesús y qué significa en la historia de la humanidad. Los mismos cristianos no siempre sabemos explicar el puesto que el Señor ocupa o debería ocupar en nuestra vida.

- Señor Jesús, muerto por nosotros y resucitado para nuestra salvación, sabemos que no debemos buscarte en los sepulcros. Tú estás vivo y nos precedes por los caminos del mundo. Esperamos encontrarte en nuestra vida de cada día. Y queremos anunciar con alegría tu presencia entre nosotros. Bendito seas por siempre. Aleluya. 

                                                                               José-Román Flecha Andrés