UNA FAMILIA EN BÚSQUEDA
“El que honra a su padre
expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su
padre se alegrará de sus hijos y cuando rece será escuchado”. Estas palabras
del Sirácida nos dan el tono de la fiesta de la Sagrada Familia que se celebra
en el primer domingo después de a Navidad (Eclo 3,2-6).
Tras ese mensaje, el salmo
responsorial proclama la dicha del varón que teme al Señor, porque gozará de su
familia, reunida gozosamente en torno a la mesa (Sal127).
En la segunda lectura se
recuerda a los cristianos de la ciudad de Colosas un abanico de virtudes que
han de hacer armoniosa la vida de la familia. Por encima de todas ellas
sobresale el amor, “que es el ceñidor de la unidad consumada” (Col 3,12-21).
Evidentemente, esas palabras no solo no han perdido vigencia, sino que son importantes para este tiempo, en el que se repiten y pregonan ideas contrastantes sobre el amor y la fidelidad conyugal, sobre el matrimonio y el servicio a la vida.
ANTICIPO DE LA PASIÓN
La familia encuentra una luz
en el texto evangélico que evoca una peregrinación familiar al templo de
Jerusalén. Contra lo que pudiera parecer, el episodio de Jesús, perdido y
hallado en el templo no es un relato
sobre la travesura de un adolescente (Lc 2,48-52).
En su exhortación “Cristo
vive”, dedicada a los jóvenes, el papa Francisco ha escrito que en Jesús se
puede imaginar a un joven que se encuentra bien entre sus compañeros y que parece
gozar de una cierta autonomía y espontaneidad.
Por otra parte, este relato
evangélico sobre la infancia de Jesús es un anticipo de su pasión y de su muerte.
En ambos casos, el templo y los maestros de la Ley de Moisés parecen marcar un
centro de interés.
De forma semejante a lo que sucede en su adolescencia, un día Jesús desaparecerá, detenido por las autoridades del templo. Y también entonces será encontrado al tercer día gracias a la intervención del Padre celestial.
BÚSQUEDA Y TESTIMONIO
En el momento en que María y
José encuentran a Jesús, él les dirige dos preguntas que tienen una palpitante actualidad también
para nosotros.
- “¿Por qué me buscabais?” La categoría de la “búsqueda” es muy
frecuente en la Biblia. Hoy son muchos los que no conocen a Jesús y son muchos
los que no lo buscan. Pero a los que decimos buscarlo nos interpela esa
pregunta de Jesús. ¿Sabemos en realidad por qué le buscamos? ¿No estaremos
buscándonos a nosotros mismos?
- “¿No sabiais que yo debía estar en la casa de mi Padre?” También
esa segunda pregunta nos lleva a reflexionar sobre la seriedad de nuestra fe.
¿Sabemos en realidad dónde tiene que estar Jesús? ¿No lo situamos con
frecuencia en el ámbito de nuestros intereses personales o grupales?
- Finalmente el relato evangélico refleja el interés de María y de
José por buscar a su Hijo. En esa búsqueda se anuncia y se anticipa la grandeza
de la familia cristiana como hogar de la fe y como espacio para responder
conscientemente a la llamada de Dios.
- Señor Jesús, tú conoces bien las tentaciones y las esperanzas de nuestras familias. Te rogamos que les concedas un rayo de tu luz. Que te busquen siempre con sinceridad para experimentar el don de tu presencia y dar testimonio de ella ante el mundo. Amén.
José-Román Flecha Andrés