PERMANECER EN VELA
“Estad siempre despiertos”
(Lc 21,36)
Señor Jesús, muchas personas padecen
insomnio y desearían poder dormir con tranquilidad. Por otra parte, otras
muchas se ven aplastadas por el trabajo o distraídas por la rutina, de forma
que se duermen en todas partes.
Tú sabes que el cansancio que se va
acumulando a lo largo del día nos obliga a descansar, preferentemente durante
la noche. Y sabes también que, con frecuencia, a medida que avanza la jornada, deseamos
con intensidad el descanso nocturno.
Atenta a esa necesidad, la Iglesia pone
en nuestros labios esta hermosa oración al terminar el día: “Sálvanos, Señor,
despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y
descansemos en paz”.
Ya sabemos que, en medio de una tempestad
que se desencadenó sobre el Lago de Genesaret, tú dormías tranquilamente en la
barca, Pero también sabemos que invitaste a tus discípulos a vigilar y orar
para no caer en la tentación.
Así que tu exhortación a “estar
despiertos” ha de tener un sentido que va más allá de la necesidad vital del
descanso. Tú nos pides presar atención a la situación de este mundo, a las
circunstancias que nos rodean y a las necesidades de nuestros hermanos.
Son muchas las ofertas de medios y de productos
que embotan nuestros sentidos Y son muy
atrayentes las numerosas voces que nos exhortan cada día a vivir
despreocupados, ignorando el dolor de quienes nos rodean.
Tenemos que estar bien despiertos para
percibir tu llegada a nuestra historia y para descubrir tu presencia en esta
sociedad nuestra. No podemos ignorar que tú te acercas cada día a nuestra vida
personal. Sería una pena saber que has pasado de largo junto a nosotros.
Señor Jesús, queremos permanecer vigilantes
como el centinela que se siente responsable de las gentes que confían en él.
Que tu Espíritu nos ayude a mantener despierta nuestra conciencia y nos conceda
el don del discernimiento. Amén.
José-Román Flecha Andrés