UNA FAMILIA QUE BUSCA
“El que honra a su padre expía sus
pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros”. Esta lectura del libro del
Eclesiástico se refiere directamente a una sociedad patriarcal (Eclo 3). Pero
esas normas reflejan el valor que la familia ha tenido para el pueblo judío en
todas las épocas de su historia.
Sin
embargo, estas máximas no solo reflejan una concepción social o un código de
educación y buenos modales. Recogen lo mejor de la experiencia humana. Así que
no pueden ser despreciadas. El respeto
al padre y a la madre son prueba de sabiduría.
Además, este texto bíblico se refiere
expresamente a Dios. “Al que honra a su madre, el Señor lo escucha”. Es muy
importante esa alusión a la divinidad. El amor que se vive en las relaciones
familiares es una especie de culto. Amar a la familia es un acto de oración.
Con una hermosa bienaventuranza, el
salmo 127 promete el premio de una familia numerosa a los que temen al Señor y
siguen sus caminos. Y en la carta a los
Colosenses (Col 3,12-21) se exhorta a los fieles a vivir unas armoniosas
relaciones familiares, porque esto es agradable al Señor.
ANTICIPACIÓN DEL MISTERIO
También Jesús ha crecido en el seno de
una familia, a la que la atención a la
voluntad de Dios no le ha ahorrado contratiempos y sorpresas.
• El evangelio que hoy se proclama (Lc
2,13-23) nos recuerda que la familia de Nazaret vivía fielmente enraizada en
las prácticas religiosas y sociales de su pueblo. Jesús dirá un día que no
había venido a abolir la Ley de Moisés. Los relatos evangélicos de la infancia
dan fe del espíritu religioso en el que creció.
• Además, el texto anota que José y
María pasaron por los temores y angustias de tantos padres y madres que sienten
la pérdida de sus hijos. Jesús afirmará muchas veces que vive la voluntad de su
Padre celestial. Este relato de la infancia alude a esa conciencia de Jesús que
reconoce y confiesa su íntima relación con el Padre.
• Por otra parte, este relato evangélico
anticipa ya el misterio de la pasión y muerte de Jesús. En ambos casos, Jesús
permanece tres días “perdido”. En ambos casos es encontrado de nuevo mientras explica
las Escrituras: primero por su familia y después por los discípulos de Emaús. Escuchar
las Escrituras es la pista para encontrar al Maestro.
EL CRUCE DE PREGUNTAS
Las preguntas son muy importantes en
todo diálogo humano. También en los evangelios. En el momento del encuentro de
Jesús en el templo de Jerusalén se produce un interesante cruce de preguntas
entre María y Jesús.
• “Hijo, ¿por qué nos has tratado así?” Parece
que María no llega a comprender los motivos que han podido impulsar a su Hijo. Muchos
creyentes dirigien a Dios una pregunta semejante. La oración puede ayudarnos a
descubrir los planes del Señor.
• “¿Por qué me buscabais?” Esta es la
primera pregunta de Jesús que aparece en el evangelio de Lucas. La búsqueda es
una actitud típica de los creyentes. Pero todos los que buscan a Dios han de
plantearse alguna vez las verdaderas razones de su búsqueda
• “¿No sabíais que yo debía estar en la
casa de mi Padre?” Esta segunda pregunta de Jesús se dirige a todos los que
creen conocerlo. Jesús confiesa que la Ley de Dios es su casa y que la Casa de
Dios es su ley. Su vocación y su misión es estar al servicio del Padre.
- Padre de los cielos, te damos gracias
por el don de nuestras familias y te pedimos que las acompañes en la difícil
tarea de lograr una convivencia realmente humana. Hazte presente en sus vidas y
ayúdalas a encontrarte cuando tienen la sensación de haberte perdido. Y a todos
los que te buscan con sincero corazón concédeles la gracia de encontrarte
siempre, gracias a la lectura y meditación de las Escrituras. Amén.
José-Román Flecha Andrés